Guillermo García Realpe

Por Guillermo García Realpe*.- El Departamento Nacional de Estadística  -DANE-, en su más reciente informe, entregó la cifra de desempleo en Colombia correspondiente al mes de agosto, cifra que se ubicó en un 10,8%. Esto refleja el grave y desolador panorama en materia de política pública de generación de empleo, pues desde el año 2010 no teníamos una estadística tan alta frente a éste penoso flagelo social. 

Lo que traduce el informe del DANE, es que 300 mil nuevas personas perdieron su trabajo con referencia al mismo período del  año pasado, una cifra bastante preocupante, pues el número de desocupados hoy ya sobrepasa los dos millones 600 mil personas. 

Factores que determinan esta hecatombe estadística hay muchos, el Gobierno se equivocó al dar tantas gabelas a los empresarios en rebaja de impuestos que sumados todos son billonarios recursos, a cambio se acordó que generarían más fuentes de trabajo y al sol de hoy pareciera que le hicieron conejo al Presidente Duque. 

Algunos señalan el crecimiento del desempleo a la migración venezolana que, hace presión laboral a la mano de obra nacional, eso del todo no es cierto, ya el mismo director del DANE, Juan Daniel Oviedo, confirmó que los venezolanos que hoy están en el país sólo corresponden al 1,5% de la fuerza laboral nacional, lo que desvirtúa esa tesis. 

La desaceleración económica que no permite el crecimiento de fuentes de trabajo según la Asociación Nacional de Instituciones Financiera ANIF, sostiene que obedece al incremento del salario mínimo en el 6%, tres puntos por encima de la inflación lo que congela cualquier intención de generar más empleabilidad, ellos lo catalogan como uno de los principales errores en las últimas tres décadas, de todos modos, por donde se mire, el panorama es muy gris para miles y miles de colombianos que hoy no pueden garantizar una mejor calidad de vida debido a la falta de ingresos. 

Sectores como la construcción siguen “salvando la patria”, mientras que la industria de la manufactura y la agricultura sufrieron sensibles disminuciones de sus fuentes laborales, cada una con una disminución de unos 280 mil empleos. 

En un país como Colombia cuya apuesta, incluso, es crecer económicamente por encima del 3%, con cifras de desempleo que superan el dígito es muy complejo que se logre un repunte de la economía cuando millones de colombianos no gozan de un trabajo digno. 

Todos los días vemos en pueblos y ciudades la creciente informalidad que incluso invade el espacio público, esa informalidad que se toma también los sistemas masivos de transporte refleja la situación laboral del país. No podemos ser ajenos a esta realidad y tenemos que buscar fórmulas entre todos que contengan el avance acelerado del desempleo. 

Hoy hombres y mujeres por igual son quienes pagan las consecuencias de un desempleo generalizado que afecta sobre todo a ciudades como Quibdó, Cúcuta y Valledupar, urbes que presentan las mayores tasas de desocupación laboral. 

La falta de empleo indirectamente se refleja en el aumento de los índices de inseguridad, sobre todo en las ciudades mencionadas anteriormente, pues muchas personas ante el desespero de no tener un ingreso económico acuden a la ilegalidad, al robo, al atraco, en fin a muchas modalidades delictivas, las cuales rechazamos desde todo punto de vista. 

Lo que tiene que hacer el gobierno, es replantear toda su política laboral, es generar megaproyectos de infraestructura que permitan la vinculación de mano de obra calificada y no calificada en todas las regiones colombianas, es modificar los favorecimientos a los empresarios en materia fiscal y de impuestos, a los ricos de éste país hay que ponerlos en cintura.

El gobierno nacional tiene el enorme reto de combatir el desempleo, que junto con la pobreza multidimensional que ya alcanza el 19% y la corrupción a gran escala son las amenazas que enfrenta el país y que con urgencia requieren soluciones definitivas. 

Bogotá, D. C, 7 de octubre de 2019

*Senador Liberal

@GGarciaRealpe

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Yazmer Ramos García

Por Yazmer Ramos García*.- Tres palabras que han marcado el nefasto periodo presidencial. 

Desde el inicio del periodo Presidencial de Duque perciben los Colombianos y  extranjeros que  este se ha visto enmarcado en ser  una Presidencia de Uribe, que  genera importante incertidumbre, se ha caracterizado por los compromisos fallidos, la falta de medidas contundentes y la escasa nitidez del rumbo politico,de ahi que se haya catalogado como Titere, palabra que define a un Muñeco que se mueve por medio de una cruceta de la cual cuelgan unos hilos que van atados a su cuerpo o bien metiendo la mano por debajo del vestido; se usa generalmente para representaciones teatrales infantiles o populares. Así mismo, de manera despectiva: Persona de carácter débil y poca voluntad que se deja manipular por alguien y de la que se dice "no era más que un títere del jefe".

La historia de los títeres, también conocidos como marionetas, se remonta a la Antigua Grecia. Los griegos utilizaban el concepto de neurospasta para referirse a los títeres, un vocablo vinculado al movimiento con hilos. Los romanos también utilizaron los títeres como diversión.

Es importante que quien maneja el títere pueda ocultarse y sólo deje al muñeco a la vista del público. De esta forma, se crea la ilusión de que el títere tiene vida propia y se mueve sin ningún guía. La persona que maneja un títere se conoce como titiritero. Se trata de un verdadero arte que requiere de mucha práctica para el dominio perfecto del muñeco. Los títeres más avanzados están en condiciones de mover distintas partes del cuerpo y del rostro de manera independiente, por lo que el titiritero debe tener una excelente coordinación de sus movimientos.

En el lenguaje coloquial, el término títere también permite hacer referencia a una persona que se deja manejar por otra (de la misma forma que el muñeco). En este sentido, se trata de una apreciación peyorativa, que supone que el sujeto en cuestión no tiene pensamientos propios sino que repite lo que otro le manda. En el ámbito de la vida política Colombiana se asimila en este papel a Duque y de ser manejado por el poderoso ex presidiente Uribe, quien es el que estaría en realidad detrás de sus iniciativas y propuestas.

A este calificativo se le suma a Duque el de subpresidente, este vocabulario se refiere a una persona o individuo, que ocupa el cargo, dignidad, desempeño o puesto inmediatamente inferior al de Presidente y lo sustituye o reemplaza en determinadas circunstancias o durante la ausencia, situación que se percibe  continua en nuestro País.

Siendo así las cosas, Duque es solo de nombre presidente gracias a un país polarizado y enfrentado por su falta de compromiso con la transformación estructural e institucional indispensable donde la sensación es que Duque preside pero no gobierna, lo que podría llevar al país a la anarquía, confusión, dejadez, desbarajuste, desconcierto y desorganización.

Pierre Rosanvallon, en un excelente libro, argumenta que los gobiernos dependen de dos fuentes de legitimidad: una está dada por la legalidad del proceso, es decir, lograr los votos de la ciudadanía en elecciones limpias. La otra proviene de la confianza que el pueblo tenga en sus gobernantes. La primera es clara en sus formas, la segunda posee una complejidad tal en su construcción, que en ocasiones los mismos gobiernos no saben cómo fortalecerla.

El autor señala, justamente, que en la actualidad asistimos a los procesos en donde la confianza es la que está siendo puesta en duda, no la democracia como forma de gobierno, y  ante la ausencia de un liderazgo nacional, los referentes provinciales consolidan su poder con estrategias locales, sin mayores compromisos nacionales , por esto, ha sido  escasa o nula la influencia de Duque en las próximas elecciones.

Es preciso que Duque desate la capacidad de Presidente para adaptarse a las distintas coyunturas políticas, construyendo diversas facetas de su identidad discursiva, para desarticular los estereotipos de género hegemónicos que procuran deslegitimarlo como Presidente.

Barranquilla, 7 de octubre de 2019

*Abogada y Magister en Ciencias Políticas. 

 

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Juan Camilo Restrepo

Por Juan Camilo Restrepo*.- No será fácil acostumbrarse a la ausencia de Guillermo Perry. Como persona, como amigo, como académico. Si alguien fue lúcido y universal era él. Nada le era indiferente. Ni la última novela. Ni la última discusión fiscal. Ni el problema energético. O el sindical. Y todo lo hacía con ecuanimidad. En convincente tono menor. Nunca le escuché alzar la voz.

Desde los primeros tiempos cuando comenzaba la administración López Michelsen, Rodrigo Botero creó un equipo de jóvenes tecnócratas que nos reuníamos todos los viernes en el despacho del Ministro de Hacienda. Era el kínder de López. Allí comenzó a brillar Guillermo Perry.

La administración López tuvo, si así puede decirse, la suerte de heredar el proyecto de reforma tributaria que había preparado la misión Musgrave durante los gobiernos Lleras Restrepo y Pastrana Borrero.

Recién iniciada su administración vinieron los derrumbes de quebrada blanca en la vía a llano. E invocando ese infortunio se decretó la emergencia económica, y a través de ella se expidió la reforma tributaria. Posteriormente la Corte Suprema le dijo a Belisario Betancur que al amparo de la emergencia económica no se podían dictar reformas tributarias.

Esta fue quizás la única reforma tributaria “integral” que se ha adoptado en Colombia en medio siglo. Guillermo Perry como jefe de la Dian de entonces brilló con luz propia explicando y reglamentando dicha reforma tributaria por todo el país .Su condición de gran experto en materias fiscales y de impuestos que siempre lo acompañó, arrancó de allí.

Virgilio Barco lo nombra Ministro de Minas y energía. No estaba muy lejos el espectro de la perdida de autosuficiencia energética que había sombreado en el país en los años setentas. Guillermo Perry lideró un macizo estudio que se denominó el “plan energético nacional” que, en cierta manera, fue uno de los pilares sobre los cuales se construyó la posterior política energética.

Ernesto Samper lo nombra, luego, su primer ministro de Hacienda. Había sido jefe programático de su campaña. Recuerdo haber trabajado intensamente con él, yo como senador con Juan Martin Caicedo y él como ministro, en el diseño de la ley que empezó a ponerle orden y sindéresis al endeudamiento de departamentos y municipios que se había desbocado con posterioridad a la reforma Constitucional del 91.

Sus desavenencias con Ernesto Samper, que determinaron su salida del Ministerio, nunca quedaron completamente esclarecidas. Lo cierto es que salió bien, a tiempo, y no hizo parte de quienes terminaron coadyuvando el proceso 8000 por acción u omisión.

Su papel como constituyente no fue menor. Deja un legado importante. Quien haga un estudio arqueológico de las normas de nuestra Carta Política de carácter económico encontrará, en no pocas de ellas, la huella de Guillermo Perry.

Su papel desde el Banco Mundial, en donde estuvo una larga temporada, queda consignado en infinidad de importantes documentos sobre equidad y la nueva visión del desarrollo que se ha venido plasmando en los planes económicos adoptados desde entonces.

Dos fueron sus especialidades, en las que descolló sobresalientemente: la política energética y la fiscal. Cuando en el futuro deba volverse sobre cualquiera de estos temas será obligada la referencia a los múltiples escritos y lecciones que deja la fértil vida de Guillermo Perry. Paz en su tumba.

Bogotá, D. C, 6 de octubre de 2019

*Abogado y Economista. Exministro de Estado.

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Mauricio Cabrera Galvis

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- Con el dólar llegando a $3.500 se multiplican las voces que piensan que está muy alto y que la devaluación es exagerada. Incluso algunos piden al Banco de la República que salga a vender dólares para controlar la devaluación arguyendo que esa subida de la tasa de cambio se va a reflejar en una mayor inflación.

Es lógico que con la subida del dólar se encareció todo lo comprado en el exterior y esto afecta el bolsillo de muchos colombianos. Ya vuelve a ser más caro ir a los parques de diversiones de Orlando que a los del Eje Cafetero y se ha hecho menos rentable el negocio de traer ropa de Miami para venderla acá (salvo que sea con lavado de dinero).

La otra cara de la moneda es que un dólar más alto beneficia a cafeteros y floricultores y, en general a todos los exportadores, así como a los que reciben remesas de sus familiares en el exterior, pero también a los productores nacionales que pueden competir mejor con los bienes importados. Desafortunadamente también hace mucho más rentable la exportación de cocaína, lo que estimula la siembra de coca.

Entre estos dos efectos, la pregunta clave es si $3.500 es un precio adecuado del dólar ¿Ha subido mucho y debería volver a bajar o, por el contrario, todavía debería subir más para disminuir el desequilibrio externo?

Sin tratar de predecir para dónde va el dólar, porque la volatilidad del mercado es enorme, si es posible poner la actual tasa de cambio en una perspectiva histórica.

El dólar empezó el siglo a $1.920 y la tasa promedio del mes pasado fue de $3.400, es decir que su precio subió 77%. Pero en el mismo período el conjunto de precios en Colombia, medidos por el IPC subieron 156%, es decir que el dólar se ha abaratado.

En efecto, en pesos de hoy, en el año 2000 un dólar hubiera costado alrededor de $5.000, y hubiera alcanzado un precio máximo de casi $6.000 en el 2003. En otras palabras un exportador puede comprar hoy menos pesos que hace 20 años; a la inversa, para un importador hoy le queda más barato comprar artículos en dólares que en el año 2000. Una revaluación real de 30%.

Por supuesto también hay que tener en cuenta la inflación del resto del mundo porque en todos los países han subido los precios y un dólar compra menos. Para incluir este efecto se utiliza el llamado Índice de la Tasa de Cambio Real (ITCR) que compara el precio real (descontando inflación) de una canasta de bienes en Colombia con esos precios en conjunto de países a los que compramos y vendemos bienes. Ese índice está hoy en niveles similares a los del año 2000, pero hay que recordar que entre 2003 y 2004 estuvo 25% más alto que hoy.

Si bien es cierto que en todo el mundo los precios subieron, no todos los productos lo hicieron. Es el caso del café que en al año 2000 se cotizaba a USD 1.30 la libra, y hoy ha bajado a 1 dólar. En consecuencia los cafeteros que en ese año recibían (en pesos de hoy) $6.400 por libra, hoy solo reciben $3.400.

Bogotá, D. C, 6 de octubre de 2019

*Filósofo y Economista. Consultor.

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Mons Luis Adriano Piedrahita Sandoval

Por Mons Luis Adriano Piedrahita Sandoval*.- El próximo 27 de octubre se celebrará una nueva jornada electoral en Colombia que, como todas las acciones de esta naturaleza, reviste una especial importancia. Al elegir a nuestros gobernantes en las alcaldías y gobernaciones, y a quienes nos representaran en las asambleas departamentales, concejos municipales y miembros de las juntas administradoras locales, los ciudadanos nos hacemos responsables y partícipes o no de la marcha que emprenda nuestra región  hacia el desarrollo y la reconciliación que se generan ante todo desde el territorio.

Siempre Colombia necesita del aporte de todos por medio del ejercicio democrático del sufragio, pues a pesar de las limitaciones que pueda tener el sistema, éste sigue siendo por ahora el modo legal para conocer el parecer de los ciudadanos. Por eso es un deber de gran importancia el acercarse a votar, pues, de lo contrario, no habría lugar a quejarse de gobernantes o servidores públicos que otros eligieron.

Es sano, pues, comprometernos todos a votar con la debida libertad y rectitud de conciencia, reflexionando lo que se hace, no presionados por otros ni por intereses egoístas que pueden ser dañosos a la sociedad, con conocimiento y discernimiento de los programas y de las personas de los candidatos, de tal manera que sean elegidos los más idóneos y capaces, personas que piensen en el bienestar de todos por encima de su interés particular, alejadas de toda clase de corrupción, y que brinden las necesarias garantías  de probidad moral, de honestidad y de transparencia en el ejercicio de sus funciones.

La política es una tarea honrosa que busca el bien común de la sociedad, y quien se dedica a ella ha de interesarse en verdad por ser un servidor público y no servirse de su cargo o de su rango. En el ejercicio de la política, y hoy particularmente, se necesitan ciudadanos que amen a su patria, que pongan medios concretos para dejarle a las siguientes generaciones un país mejor que el que encontraron, y que tengan la decisión de combatir las causas estructurales que dan origen a las múltiples  formas de inequidad, subdesarrollo, corrupción y violencia que, entre otros males, padece nuestra nación.

Conscientes de la existencia de una “anticultura política” caracterizada por arraigados y variados vicios electorales, hemos de reconocer el altísimo valor ético que posee la política en sí misma. Tales vicios desaparecerán en el momento en que los candidatos y quienes los respaldan asumen la grandeza de lo que implica el servicio al pueblo que les permite llegar a tener las aspiraciones que ahora tienen.

Al próximo gobernador de nuestro departamento del Magdalena, al alcalde de Santa Marta y a los alcaldes de los demás municipios, diputados, concejales y ediles, que serán elegidos, la comunidad entera les reclama no defraudar al pueblo que confía en ustedes.

+ Luis Adriano Piedrahita Sandoval

Obispo de Santa Marta

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Gabriel Ortiz

Por Gabriel Ortiz*.-  El presidente Duque nunca pensó que la semana del 22 fuera la más ardua y espinosa desde que asumió el poder y, mucho menos, que se convertiría en el “palo en la rueda”, para su anhelo guerrerista con los abominables y aviesos vecinos que tanto lo incomodan.

Consideró que su periplo iba a estar repleto de éxitos y conquistas. Se veía en medio de sobredosis de lisonjas de Trump y sus allegados. Llevaba nada más y nada menos  que la “prueba reina” para “demostrar” las atrocidades de Maduro y sus secuaces contra Colombia y este continente. Esas que mantienen viva la llama de un conflicto armado, ante el apoyo de esa dictadura a las Farc y el ELN.

Duque ordenó a las Fuerzas Armadas la preparación de un dosier con “pruebas” irrefutables que pusieran al descubierto las andanzas de Maduro en esa dirección. Los Boteros y Nicacios que estuvieron en la jugada, reclamaron su autoría, entregaron la “obra maestra” al Presidente.

Todo era alborozo y “júbilo inmortal”. Se les hicieron largas las horas para depositar el documento ante las 200 naciones reunidas en la ONU. La delegación de Colombia en el recinto aplaudió fogosa el discurso y la entrega del dosier. Esa noche los delegados durmieron como lirones, mientras su Jefe, de reunión en reunión, repartía declaraciones.  

En estos actos siempre hay un “aguafiestas”. Fue ese que espulgó el dosier y descubrió que varias fotos eran falsas, y aún no se sabe si algunos textos.

Los medios y quienes utilizan ilustraciones y escritos ajenos, se cuidan de dar el crédito correspondiente. Es usual superponer la palabra  ”archivo”, para señalar que no son de su propiedad. Tremendo olvido y tremenda vergüenza por la que tuvo que atravesar el Presidente.

Como en el partido de gobierno es usual actuar con jugaditas, ganar elecciones con engaños y emberracadas, la cosa hubiera podido pasar inadvertida, pero fue tal la magnitud de las Fake Photos, que todo se salió de control.

Como suele suceder se ordenó investigar hasta sus últimas consecuencias la embarrada y fue cuando la cuerda se rompió por lo más delgado: el general Oswaldo Peña. Otros culpables, civiles y uniformados, permanecen agazapados, ampliando un dosier, que perdió toda importancia y que debería incinerarse con vergüenza y todo, para escapar al Oso internacional. Entre tano Maduro con toda su desfachatez, exhibe semejante trofeo y lo cobra internacionalmente.

Entre tanto, el Presidente Duque, antes y después del fiasco, tuvo oportunidad de hablar de la paz, pero para quitarle importancia. La paz es la paz. Cuando se le agrega algo, queda herida de muerte y Duque ahora la llama “Paz con Legalidad”, para restarle importancia a un proceso que nos dio un Nobel y que empezamos a disfrutar.

BLANCO: La verdad y la ética del periodismo que le merecieron el Premio Gabo a Jesús Abad.

NEGRO: Los colombianos empezamos a pagar el robo que los políticos costeños hicieron a la energía.

Bogotá, D. C, 4 de octubre de 2019

*Exdirector del Noticiero Nacional y de Notisuper 

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José G Hernández

Por José G. Hernández*.- A propósito de marchas y reuniones públicas organizadas por distintos sectores para expresar disensos, reclamar derechos o criticar decisiones o políticas gubernamentales, reiteramos que el derecho a la protesta social es fundamental en una genuina democracia y está garantizado en las constituciones políticas y en los Tratados Internacionales. El principio democrático no se cumple si los gobernantes se empeñan en impedir, dificultar o sancionar a los ciudadanos por causa de su legítimo ejercicio.

Pero no se debe confundir el uso de ese derecho -derivado de la libertades de expresión individual y colectiva, de reunión y de oposición política, entre otras- con los desafueros propios de la violencia, el delito, la perturbación de la tranquilidad pública, el daño a personas, el ataque a bienes públicos o privados, la interrupción de servicios públicos, el sabotaje al transporte o el indebido bloqueo a la libre locomoción de la ciudadanía.

Según nuestra Constitución, el Estado debe brindar plena garantía a las diversas modalidades de protesta, mientras sean ejercidas de manera pacífica y respetuosa de los derechos individuales y colectivos, de la legalidad y del orden público. Por ello dice el artículo 37 de la Carta que “toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente” y que “sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”. Al paso que el 95 señala que el ejercicio de las libertades y derechos reconocidos implica responsabilidades; que toda persona está obligada a cumplir la Constitución y las leyes y que el primero de los deberes de la persona y del ciudadano consiste en respetar los derechos ajenos y en no abusar de los propios.

Así que el derecho a la protesta no se confunde con su abuso, ni puede ser tomado como pretexto para cometer delitos, ni para afectar a la comunidad, ni para generar el caos.

Las autoridades -particularmente las policiales- tienen a su vez una función constitucional cuyo fin primordial es, en términos del artículo 218 constitucional, “el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”. Luego deben velar por el mantenimiento del orden público y también por la garantía del mismo derecho a la protesta pacífica. Esa función la deben cumplir de manera razonable y proporcionada a su finalidad, sin uso excesivo o abusivo de la fuerza.

Bajo esa perspectiva constitucional debemos lamentar lo ocurrido en Bogotá el viernes último, cuando una protesta de estudiantes de universidades públicas y privadas, que se llevó durante varias horas de manera pacífica y respetuosa, culminó sin embargo con la actividad delictiva de grupos de infiltrados encapuchados que atacaron el edificio del Icetex, destrozaron bienes públicos y amenazaron a personas que se encontraban en su interior.

Sería injusto achacar la responsabilidad al conjunto de los estudiantes; impedir o prohibir futuras manifestaciones; dar pasó a que el Esmad ingrese violentamente en el territorio autónomo de las universidades, o pretender -como algunos quieren- que sean los estudiantes quienes cumplan la función propia de las autoridades y capturen a los infiltrados. Se requiere que unos y otros respeten el Derecho y la razón.

Bogotá, D. C, 3 de octubre de 2019

*Expresidente de la Corte Constitucional

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Víctor G Ricardo

Por Víctor G. Ricardo*.- Lo sucedido con el documento que entregó el presidente Iván Duque Márquez en la ciudad de Nueva York, ante la audiencia de Ministros de Relaciones Exteriores, embajadores y representantes del mundo en Naciones Unidas es imperdonable de quienes hicieron el informe y debieron revisarlo.

Se han demorado en el Gobierno en identificar a todo los responsables para imponer las consecuencias que merece tal situación, que no puede ser otra que la declaratoria de insubsistencia o la baja de quienes tenían la responsabilidad de preparar y revisar dicho documento.

¡Qué vergüenza para el Presidente de la República, su Canciller, el Embajador de Colombia ante las Naciones Unidas y para todos los colombianos!

No puede ser que el libro que contenía las pruebas de las acciones de la guerrilla y grupos al margen de la ley desde territorio venezolano haya contenido algunas fotografías que supuestamente habían sido tomadas en el país hermano y limítrofe, cuando la realidad indica que no era así y que por el contrario habían sido tomadas en territorio colombiano por fotógrafos de distintos medios de comunicación, agencias internacionales de prensa e incluso ONGs.

La visita del Presidente Duque terminó deslucida, lo pusieron a dar toda clase de explicaciones que conllevaron a que perdiera el efecto, su significado, su importancia y el protagonismo se lo llevara la necesidad de dar explicaciones para defender su credibilidad, la credibilidad que se esperaba de la visita e intentar prevenir que se pusiera en tela de juicio todo el contenido del documento presentado por él ante el foro más importante del mundo.

Es una especie de nuevo falso positivo, implica una gravedad infinita para la reputación del Presidente de Colombia y de su gobierno. Es muy grave que haya sucedido algo así y pone a nuestro mandatario en difícil situación para su credibilidad y respeto.

Esto no puede quedar así, es ‘urgente’ que se establezca la verdad de lo sucedido. No hay excusa válida para que esto hubiera ocurrido.

Si no hay responsables con la celeridad requerida, la credibilidad, confianza, respetabilidad de Colombia y su Presidente estarán gravemente heridas en la comunidad internacional. De cualquier forma, gran daño se ha hecho ya.

Mayor ridículo serie bastante difícil que hubiera podido vivir el señor Presidente de la República y todos los colombianos.

La experiencia vivida con este imperdonable e irresponsable error será difícil de superar.

El Gobierno, además de tomar las debidas correcciones, tiene que establecer un mecanismo que garantice que estos hechos no puedan volver a suceder.

Nota: Ya terminado y enviado este artículo da ha conocido la noticia que el Gobierno determinó darle de baja al General comandante de Inteligencia militar. La reflexión que uno se hace es si es el único responsable.

Bogotá, D. C, 3 de octubre de 2019

*Excomisionado de Paz 

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Guillermo García Realpe

Por Guillermo García Realpe*.- A menos de un mes de las elecciones regionales en la que millones de colombianos elegirán a sus próximos gobernadores (as), alcaldes (as), diputados (as), concejales, el clima de violencia electoral no cesa. Cada vez más, escuchamos de candidatos asesinados, amenazados, desplazados, y muchos otros componentes como ataque a sedes políticas, daño a la publicidad de los candidatos, falsas noticias en redes sociales, en fin, un panorama muy desolador que empaña la fiesta democrática que se avecina. 

Sobre este particular hay cifras muy serias de la Misión de observación Electoral –MOE-, la Fundación PARES y el mismo Ministerio de Defensa, todos coinciden en general. En el último año por ejemplo, entre líderes sociales, políticos, defensores de los derechos humanos, ha habido 364 casos victimizantes, como asesinatos, secuestros, amenazas, en fin  y de estos, 180 casos  están asociados al momento político, a la temporada electoral y de esos 364, ha habido 91 asesinatos de líderes en general, pero veinte asociados a la violencia electoral. Algo realmente impactante en un país que busca el camino a la reconciliación nacional. 

De por sí Colombia es un país que tristemente ha transitado por la violencia desde hace décadas, los ríos de sangre no son nuevos, y parece que se resisten a desaparecer, somos un país acostumbrado a esos dolorosos episodios, parecemos adormecidos ante la muerte, la violencia y el sufrimiento de los demás, ya es momento de que despertemos de una buena vez y le ganemos la batalla a la violencia. Tenemos todos los potenciales para hacer de Colombia un gran país, tenemos dos océanos, tres cordilleras, infinidad de ríos, de especies, de biodiversidad, tenemos todos los pisos térmicos, todas las despensas agrícolas, tenemos talento humano, gente que brilla y triunfa en el exterior en nombre de nuestra patria tricolor, pero nos hace falta ser más humanos, más tolerantes, y sin eso, nunca podremos ser ese país que anhelamos. 

Todos los odios entre unos y otros tienen que desaparecer, tenemos que abrazarnos todos como colombianos y empujar al país hacia adelante, sin rencores, sin violencia, sin egoísmos, pero cada uno de nosotros tiene que hacer ese propósito sea en el espacio que sea. 

La verdad, es muy triste ver  todos estos hechos de muerte sucedidos en las regiones, en la Colombia profunda, en la Colombia lejana, en el territorio y eso es lo que tenemos que procurar frenar entre todos nosotros, con la responsabilidad sobre todo en los pronunciamientos que hacemos, tan es así que, el Ministerio de Defensa, además de las estrategias con las respectivas entidades como, la Fuerza Pública, la UNP, además de los esquemas de protección, nos recomienda a la dirigencia nacional, acciones contra la estigmatización. 

La estigmatización, la descalificación política y social, es uno de los elementos que inducen a la violencia política y electoral, y así lo manifiesta el propio gobierno y yo sí creó, y lo hemos dicho, un discurso en el Congreso descalificando, estigmatizando, unas palabras con ofensa en los debates políticos corresponden a disparos en la provincia, en las regiones, en la Colombia apartada, allá no se echan discursos, allá cuando a un determinado ciudadano que defiende unas ideas en una circunstancia de desmovilizado, de militante de un grupo político o defensor de los derechos humanos  o del medio ambiente o de gente que lucha contra la minería ilegal, allá no le echan discursos, allá le echan bala. 

Hay quienes construyen la política a partir del odio y del miedo, y el miedo se convierte en un factor de triunfo electoral, entonces por qué no dejar a un lado el lenguaje de odio, de  violencia, de estigmatización. Debemos sobreponernos a todas estas amenazas que aún siguen latentes, especialmente en las regiones colombianas, y rodear a los candidatos y candidatas que le apuestan a una verdadera reconciliación y a trabajar por un país en paz. 

La decisión de elegir bien a nuestros dirigentes está en nosotros, atrevámonos a cambiar esos estereotipos que sólo buscan el bien individual sobre el particular, la política es el arte de servir, no el arte de servirse de ella, ¡despertemos colombianos! 

Bogotá, D. C. 1 de octubre de 2019

*Senador de la República

@GGarciaRealpe

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Yazmer Ramos García

Por Yazmer Ramos García*.- Afirma Maslow sobre la migración que el ser humano está objetivamente orientado hacia la búsqueda de metas y objetivos para la satisfacción de sus necesidades, tanto biológicas como cognitivas, y en los países expulsores, las condiciones para lograr esos objetivos están cortadas por la situación de crisis permanente y violencia perpetua. Además, atendiendo también a las argumentaciones de McClelland, estaremos nuevamente ante una situación en donde la emigración puede aparecer como una alternativa posible, dado que, según dicho autor, todas las necesidades son aprehendidas, hasta el punto de crear un ambiente propicio para modificar cualitativa y cuantitativamente la necesidad de logro y el nivel de aspiraciones.

No obstante, actualmente la migración tiene muchos espacios de partida, ya no solo se refiere a las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados a parte de las motivaciones económicas surgen otras, la realización de proyectos, el querer acceder a las situaciones que plantean los medios de comunicación sobre los países centrales, sistemas políticos no garantistas de los derechos humanos, violencia etcétera. Pero en la visión de la inmigración no suele existir el migrante fracasado. La implicación del proceso puede ser grupal o comunitaria pero también individualizada y familiar. Las dimensiones se han agrandado como una onda expansiva, ya no se busca solo la supervivencia sino la estabilidad.

 En la sociedad occidental la Migración no ha evolucionado en muchos niveles con corresponsabilidad masculina en las tareas de género y parentesco hacia relaciones de igualdad, de forma casi mayoritaria son las mujeres las que establecen las relaciones con las instituciones educativas, de salud sociales y de bienestar. Las que enlazan las familias a los servicios e instituciones. Estas mujeres inmigrantes consiguen estar presentes en las relaciones institucionales, como una forma de presencia que se relacionaría con la ciudadanía de facto a través de su reconocimiento y legitimidad en el ámbito público.

Son las mujeres quienes gestionan su proyecto migratorio, pudiendo ser el motor económico, social y emocional de las familias, sobre ellas recae el proceso de socialización de los hijos y de la familia.  Su papel central en la construcción y el mantenimiento de los valores, lazos afectivos, ideaciones y discursos de las nuevas y las viejas relaciones. Es crucial el papel que tienen las mujeres en cuanto al mantenimiento de la relación con su familia y la sociedad de origen. Formulan su necesidad de relacionarse y que sus hijos estén al tanto de su representación y cercana de sus principios y raíces. A la vez, son capaces de identificar los valores de procedencia y los de la sociedad de establecimiento, así como los efectos en ellas, sus parejas y sus hijos. El aquí y allá es un constante en su verbalización.

Son las mujeres, quienes observan cómo cambian los valores de origen en las segundas generaciones, los menores ya no quieren ir a la sociedad de partida de los padres y no manifiestan un interés muy acusado por las tradiciones del país de origen de los padres, pero es finalmente, sobre ellas que recae el proceso de socialización de los hijos y de la familia. al igual que para el resto de mujeres, el asunto de autonomía es difuso y está remoto. Se ha de atribuir a las mujeres inmigrantes el reconocimiento de ocupar los espacios públicos, a su propia autonomía y gestión de su vida y no de otra manera.

Siendo por ello, la perspectiva de género en la teoría de las migraciones vivida por los ciudadanos de las sociedades de recepción, en ocasiones, como amenaza. Es responsabilidad de los gobernantes y de sus instituciones responder a este reto, minimizar las amenazas y potenciar la gestión de políticas públicas que reconozcan la gran incidencia socioeconómica, cultural, y humana del fenómeno. Acabando con los obstáculos y las limitaciones ante este hecho emprendedor y de grandes extensiones, beneficiando la cohesión social, cultura y convivencia democrática. La integración es, entonces, un proceso continuo y dinámico que se produce de manera gradual. La ciudadanía ha de reconocer al máximo los deberes y derecho en todas las facetas de la vida de las personas: sociales, económicos, culturales, políticos, civiles.

Por tanto, las políticas públicas tendrían que participar de una necesaria transversalidad que consideren al hecho migratorio como parte de sus objetivos. La transversalidad está considerada como una prioridad de los Principios Básicos Comunes para la Política de Integración de los Inmigrantes.

Finalmente, la integración implica una responsabilidad compartida y de consenso, hombres y mujeres y en la que necesariamente han de participar todos los niveles de la administración, las agentes sociales y la ciudadanía; requieren pues de la participación activa de las personas inmigradas y autóctonos. La convivencia se fundamenta en el entendimiento, más allá de la coexistencia, a través de un proceso bidireccional, de diálogo, tolerancia; sabiendo que el conflicto es inevitable, el concepto de convivencia obliga a las personas, grupos y sociedad a buscar la función del bien común, siendo las instituciones y administración los que han de buscar formas de animar la responsabilidad cívica de todos y la escucha de todos, hombres y mujeres.

Barranquilla, 30 de septiembre de 2019

*Abogada y Magister en Ciencias Políticas.

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