Jairo Gómez

Por Jairo Gómez*.- Las medidas de excepción son para solucionar en el inmediato plazo problemas extraordinarios que provoca un hecho inusual e inesperado; pues bien, esto fue lo que ocurrió con la sorpresiva llegada del coronavirus que, dado su virulento contagio, confinó a la sociedad, paralizó todas las actividades cotidianas y puso al mundo entero patas arriba.

Por supuesto Colombia no fue la excepción y el gobierno de Duque, para sacarnos de la crítica e insospechada situación, decretó “…un Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica en todo el territorio nacional». Eso se traduce en las facultades extraordinarias que la Constitución Política le da al jefe de Estado para gobernar en un estado de anormalidad. Hasta ahí todo bien.

Pero, siempre hay un pero, y es el calvario que comienzan a padecer los ciudadanos del común, es decir, los directos beneficiarios de las medidas, cuando quieren acceder a las supuestas ayudas o soluciones que en razón de la pandemia decretó el gobierno; calvario que significa hacer los  trámites que son engorrosos y confusos y que además dependen de unas instancia que casi siempre lo complican todo. Esto, por ejemplo, viene ocurriendo con los bancos hoy en el foco de las críticas por su ineficiente (¿deliberada?) irrigación de los recursos que, depositados en sus cuentas, automáticamente generan millonarias ganancias como el Encaje Bancario de marras (500.000 millones de pesos). Y qué decir de los funcionarios de las entidades estatales que interpretan a su antojo los decretos del Gobierno poniendo toda clase de trabas y requisitos que en muchos casos no contemplan los decretos presidenciales.

Veamos el siguiente caso: la educación y los llamados créditos educativos decretados  para solventar la crisis de muchas familias agobiadas económicamente, ya sea porque los padres se quedaron sin empleo, los ingresos disminuyeron o porque sus negocios entraron en quiebra. Pues bien, estas familias esperanzadas en las supuestas soluciones tienen el derecho de acceder a un crédito a través del Icetex, de acuerdo con el decreto 467 que busca solventar el pago de las matrículas de sus hijos tras una admisión expedita y simple, dada la situación de emergencia económica y la crisis provocada por el virus.

Se cree y así lo dice el sentido común, que las normas dictadas bajo el amparo de la emergencia económica son para incluir y no para excluir; sin embargo, la entidad crediticia que conocemos como el Icetex se inventó un requisito que no contempla el Decreto 467 y asegura que para poder aplicar a los créditos los estudiantes deben estar categorizados en los estratos 1,2 y 3, categorías que el decreto no estipula; pero para los insolidarios funcionarios de esa entidad crediticia, sí. Es decir, el presidente Duque es un vacuo mandatario.

Es tan patética la soberbia de esos funcionarios del Icetex que mientras el Decreto presidencial 467 en su artículo primero inciso 4 dice, en término generales, que para acceder a créditos nuevos no se necesitan codeudores, en esa entidad estos funcionarios aseguran, de nuevo, que sólo aplica para los estratos 1,2 y 3 y excluye a los estudiantes de los estratos 4, 5 y 6, cosa que tampoco estipula la norma.

Pero es tal la arrogancia de esa entidad que conozco de casos en los que varios estudiantes decidieron, repito, sin que el decreto lo exija, conseguir un codeudor y en tiempo récord y sin realizar un estudio concienzudo y serio de la petición, su solicitud fue rechazada sin tener en cuenta la pandemia y la crisis de bulto que hoy padecen las familias colombianas. ¿Estará el Icetex favoreciendo privilegios partidistas o políticos? La Procuraduría debería investigarlo.

Vale la pena aclararles a los pedantes funcionarios del Icetex que no se trata de familias “atenidas”, como diría la vicepresidenta Ramírez; ni tampoco de familias “aperezadas que buscan vivir de los subsidios”, como también lo diría un parlamentario del partido de gobierno Centro Democrático; son familias que reclaman un derecho, no un favor, pues son las que verdaderamente se metan la mano al bolsillo para pagar los impuestos; impuestos de los que ustedes derivan su sustento. Insolidarios y descarados.

Bogotá, D, C, 20 de mayo de 2020

*Periodista y analista político.

@jairotevi

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