Juan Camilo Restrepo

Por Juan Camilo Restrepo*.- El espectáculo que ha brindado el presidente Trump en los últimos días sirve para desenmascarar con crudeza la cara más reprochable de su personalidad. Egoísta, imperioso, atorrante como se dice en Argentina. Dándole la espalda a las realidades pretendió -y aún pretende- que con acciones judiciales a diestra y siniestra va a desvirtuar lo que al fin y al cabo fue la opinión mayoritaria de los norteamericanos dijeron en las urnas.

Biden ganó en número de votos absolutos sobrepasando a Trump con una ventaja de más de cuatro millones de votos, y logrando así la votación más alta en favor de un candidato presidencial en la historia de los Estados Unidos. Superó, luego de agónicos conteos en los estados donde los resultados fueron más reñidos, el número mágico de 270. Asegurado así la mayoría de los delegados estaduales en el colegio electoral que debe protocolizar el próximo mes de diciembre la elección del presidente, dentro del anticuado proceso electoral que señala las reglas para designar al presidente en Estados Unidos.

Los Estados Unidos quedan divididos profundamente luego de estas elecciones. La labor preeminente del nuevo presidente será la de aglutinar a sus conciudadanos en busca de una “unión más perfecta”, como reza la declaración de independencia de Filadelfia redactada por Jefferson.

El torrente de acciones judiciales que Trump y su equipo de asesores, con desespero casi infantil, viene presentando ante las autoridades judiciales, incluida la Corte Suprema, muy probablemente terminarán decididas en favor del ahora presidente Biden y del partido demócrata. No existe, fuera de las pataletas irresponsables de Trump, una sola prueba sólida, indicios serios de que haya habido fraude. Hubo resultados cerrados que generan reconteos manuales según las normas electorales de algunos estados, como en Georgia, pero eso de ninguna manera parece revelar fraude.

Los cambios que se otean en el horizonte en cuanto a las políticas internas y externas de los Estados Unidos son de gran calibre.

Uno de los primeros anuncios que ha hecho el presidente electo es que reincorporará a los Estados Unidos al pacto de París sobre calentamiento global y la lucha por un mejor medio ambiente. Propósitos que habían sido desechados arrogante e irresponsablemente por Trump. El retiro de los Estados Unidos del acuerdo de París entraba en vigor el 4 de noviembre. El presidente Trump quería así que este fuera el primer acto de gobierno de su segundo mandato. Cosa que no sucederá por virtud de la voluntad mayoritaria de los electores norteamericanos. Los Estados Unidos deben retomar con su reincorporación a los acuerdos de París las responsabilidades que les corresponde como gran potencia mundial en relación con la lucha contra el calentamiento global a nivel planetario.

El mundo que será presidido a partir del año entrante por Joe Biden será más multilateral y menos unilateral. Más respetuoso de la colaboración internacional en propósitos que, siendo comunes, no pueden ser tratados a base de intemperancia. Con estridencia compulsiva el gobierno Trump había dispuesto el retiro americano de un gran número de organismos multilaterales que de manera coordinada buscaban el bienestar colectivo. El último, pero no el primero de estos retiros epilépticos, fue el de la organización mundial de la salud: en plena pandemia.

El comercio internacional será también manejado con más tacto y menos brusquedad que como lo hizo Trump. Que desconoce la organización mundial del comercio pues no habla otro lenguaje que amenazar o golpear con aranceles a los países con quienes no obtenía los resultados comerciales que sus caprichos exigían. Comenzando por China.

Las relaciones agresivas raciales, el lenguaje atorrante que utiliza Trump, el trato para con los inmigrantes, la tolerancia con los grupos supremacistas, el insultante muro con Méjico, son todas actitudes que deben cambiar con el nuevo gobierno.

El gobierno colombiano, con su desteñida política internacional, parece haber olvidado que una de las características históricas de nuestras relaciones con los Estados Unidos es mantener la bilateralidad, es decir, el trato con demócratas y republicanos por igual. Esa tradición debe aprovecharse y rescatar la regla de oro de nuestra política internacional.

En síntesis: más allá de las políticas concretas que en lo interno o en lo externo se modifiquen con la nueva administración, lo que es cierto es que habrán de superarse los tiempos de mentiras compulsivas y de agravios prepotentes que caracterizaron los cuatro años del presidente Trump. Una bocanada de aire fresco ha llegado. Los tiempos de la decencia parecen estar de vuelta.

Bogotá, D. C, 15 de noviembre de 2020

*Abogado y Economista. Exministro de Estado

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José Félix Lafaurie Rivera

Por José Félix Lafaurie Rivera*.- Hace tres años, en un debate sobre sobre la fiesta brava, la hoy concejal Padilla, defendiendo “la igualdad moral” en los intereses entre humanos y animales, se refirió al “¡interés de la cucaracha!”. “Ella no quiere votar…, no quiere seguridad social…, solo quiere vivir como cucaracha”, decía la concejal. Quedamos atónitos, como el país, cuando no respondió a la pregunta de si, en un incendio, salvaría a un niño o a la cucaracha.

Comparto la concepción del animal como “ser sintiente”, de la que se deriva la de “bienestar animal” que defendemos en FEDEGÁN, pero de ahí a “humanizar” la cucaracha hay un abismo desde el cual se fragua la persecución contra la ganadería, a partir de unos derechos animales malentendidos, a la que se suman las acusaciones como emisora de gases de efecto invernadero, GEI; interpretaciones sesgadas que inspiran el acuerdo de la concejal de Colombia Humana, Susana Muhamad.

En el Mandato Tres, sobre ¡Soberanía y Seguridad alimentaria!, se ordena incluir en los menús de las instituciones educativas “opciones alimenticias alternativas a productos de origen animal” ¿Por qué?: porque la ganadería es responsable de la emisión de GEI, arguyen públicamente Muhamad y su colega Padilla, pero en el Mandato Cuatro, sobre la reducción de esos gases, ni siquiera se menciona a la ganadería.

En el Cinco, como acción de ¡salud pública!, aparece el mico del “Día distrital sin consumo de carne”, acogiendo presuntas recomendaciones del IPCC y de la FAO. Y en el Ocho se ordena un verdadero adoctrinamiento contra la ganadería en sus instituciones educativas, vinculando contenidos sobre presuntos efectos negativos del sector pecuario en “…violencia contra animales en la industria alimenticia, impactos negativos para la salud humana, inequidad en la distribución de recursos alimentarios y degradación ambiental”.

Respeto el derecho de cada quien a alimentarse como le venga en gana, pero rechazo la pretensión de imponer esas preferencias, porque vulnera la libertad individual y, en el caso del “día sin carne”, el derecho al trabajo y la subsistencia en toda la cadena cárnica. La concejal Padilla, quien ha hecho público su veganismo, debió declararse impedida en la votación.

Yo también puedo citar a la FAO, y sin amaños. Reconociendo la necesidad de disminuir su impacto ambiental, reto que FEDEGÁN asumió desde hace diez años con su programa de Ganadería Sostenible, su entonces director, José Graziano da Silva, reconocía en 2017 que “el sector ganadero es uno de los pilares de la seguridad alimentaria” y que “más de la mitad de los pobres rurales del mundo dependen de la ganadería” algo que deberían tener en cuenta las concejales cuando pretenden acabar con ella.

Los animales hacen parte de la naturaleza y sus gases eran absorbidos por ella misma, equilibrio que se rompió con la utilización intensiva de combustibles fósiles. Lo nuevo en la naturaleza no son los animales; por eso rechazo la falacia de su impacto ambiental, y la de que un día sin carne ayude a disminuir la emisión ¡en Bogotá!, si hablamos de animales que llegan a la capital solo para sacrificio. Sin irrespetos, pero es una tontería.

Esto no es gratis, hace parte de una “agenda global” desestabilizadora. A la estigmatización ganadera en Venezuela le siguió la expropiación de tierras. Se permite lo que les gusta y se prohíbe lo que no. Hoy se induce en las escuelas un tipo de alimentación, mañana una ideología, y de contera, la izquierda, los animalistas extremos y otros “centristas madreadores”, dueños de “la moral”, se abrogan el derecho a la intolerancia y el insulto procaz. ¡No hay derecho!

Bogotá, D. C, 15 de noviembre de 2020

*Presidente de FEDEGAN

@jflafaurie

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Robinson Castillo

Por Robinson Castillo*.- No se puede ser mediador con soberbia, sino con humildad. No es para oídos sordos, se requiere gran capacidad de escucha y a su vez de comprensión. La paciencia también es clave, casi definitiva.

El miedo frena y obstaculiza. La actitud valiente, pero sincera, es la guía recomendada. Eso genera gobernabilidad de intereses, acerca y no aleja. Fortalece y estimula el ánimo de entenderse y conciliar. No son palabras al viento, son hechos concretos que viabilizan la confianza. Eso hace un buen mediador.

La comprensión territorial es propiciar compatibilidad. Quedarse en la silla reclinable y ortopédica de una oficina, es la opción del confort incómodo. Se necesita presencia en las regiones en las cuales se fomentan y crecen las quejas, peticiones, protestas y hasta huelgas. Tender puentes mirando a los ojos y no desde un móvil, puede hacer la diferencia. Y la hace con creces.

La cultura de la mediación debe ser una constante. Sobre todo, en un país con desigualdades añejas, que parecen no encontrar un final felíz. Hasta la misma polarización reprende las voces que armonizan y dialogan. Por eso; es importante resaltar a un funcionario que a pesar del corto tiempo en su cargo, viene construyendo un perfil de mediador destacado: el Defensor del Pueblo.

La gente quiere acuerdos, que generen soluciones. En esa tarea se ha aplicado con determinación Carlos Camargo, entregando un valor tan perdido como cuestionado: La confianza. Si no confías, jamás se podrá alcanzar un acuerdo en el escenario que sea. Mediación y confianza van de la mano.

Y no son fáciles los procesos en los que ha intervenido. En la minga indígena fue actor decisivo, se leyeron titulares como estos: “ Minga acepta al Defensor del Pueblo como mediador”. Y también, pudo conjurar una manifestación del pueblo Misak en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. ¡Hizo bien la tarea!

Intermedió también, frente a las inquietudes de los desmovilizados de las Farc, en Mesetas. En el departamento de Sucre también hizo presencia para abordar problemática de los moradores en esta región Caribe. En Caldas, Montería y La Guajira, hizo énfasis en peticiones de las negritudes e indígenas. El sensible asunto de los líderes sociales, es prioritario en su agenda.  En síntesis, respeta todos los puntos de vista y genera consensos.

Pero cada día aparece un desafío nuevo. Ahora el Defensor del Pueblo, Carlos Camargo, le apunta al paro de la mina del Cerrejón que ya superó los dos meses, con más de 5.000 trabajadores en cese de actividades y con pérdidas diarias que superan los 7.000 millones de pesos. Paro y pandemia es una combinación cruel.

Para mediar también hay que ser honesto. En caso contrario; se pulveriza y evapora cualquier acuerdo. Es asunto de sumar voluntades, que construyan bases sólidas que permita edificar la tan esquiva confianza. Así es mejor afrontar los conflictos.

Con menos de 90 días en el cargo, el método está nítido: Es un mediador nato, con un tono tranquilo, que ayudará a resolver problemas de fondo. La mediación transforma los conflictos en soluciones.

Un mediador frentero y con amplia sensibilidad, cuenta con las llaves para destrabar cualquier proceso complejo. Manejar las contradicciones, propiciar conversaciones francas, que establezcan certezas para el bien común, son lecciones que ya comienza a darnos desde temprano el Defensor del Pueblo.

La pregunta incómoda

¿En que cambiarán las relaciones Colombia- EE.UU con el triunfo de Biden?

Bogotá, D. C, 134 de noviembre de 2020

*Comunicador Social. Periodista.

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Jairo Gómez

…lo que no se perdonan los poderes tradicionales, y les carcome su impotencia, es el haber perdido la tutela sobre la JEP.

Por: Jairo Gómez*.- Insisten los francotiradores en desprestigiar la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP-; ya no son solo los misiles que a diario le lanzan el presidente Duque y su jefe Uribe Vélez, sino columnistas dogmáticos anclados en el pasado, en esa vieja justicia carente de credibilidad y eficacia controlada por el clientelismo y la politiquería.

Claro, es la justicia sastre que se ajusta a sus perversos intereses la que les permite direccionar sus fallos que regularmente son infames con el ciudadano de a pie y benévolos con los delincuentes de cuello blanco, su propia casta.

Esa es la justicia que ellos – el omnímodo y omnisciente poder- controla: la fiscalía y las cortes, no en su totalidad hay que reconocerlo. Pero lo que no se perdonan así mismos, y les carcome su impotencia, es el haber perdido la tutela sobre la JEP; pérdida que les estimula rencor, rabia, resquemor, desazón y, por supuesto, disgusto contra una institución independiente.

Entonces, Como no hay argumentos para desaparecerla, ahora la emprenden contra la impecable labor de la presidenta Patricia Linares, quien con su tesón y sabiduría le dio vida a una institución que recibió en el papel y hoy es una realidad institucional vigorosa, independiente y valorada, no solo en el contexto nacional sino por las Naciones Unidas, la comunidad europea y una de las instituciones de mayor prestigio mundial como la Corte Penal Internacional -CPI-.

Sin duda hay una molestia inmensa en ese círculo del omnímodo y omnisciente poder y es que las FARC les desmontó su trama en el magnicidio de Álvaro Gómez, los desenmascaró y desarmó. Ya tenían diseñado un montaje para llevarse de calle otros dirigentes políticos a costa de sus manipuladas investigaciones. Tan descolocados quedaron que montaron en el nuevo oráculo del derecho colombiano, la Universidad Sergio Arboleda, bastión ideológico de la derecha extrema colombiana, un foro para desprestigiar la JEP, a sus magistrados, a la Comisión de la Verdad y a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos. Gómez Hurtado debe estar revolcándose en la tumba a juzgar por sus posturas de última generación.

Contrasta con esa infame propaganda la gallardía del exministro y excandidato presidencial Germán Vargas Lleras, tras la revelación de las FARC de reconocer que quiso asesinar al líder político en los dos atentados que perpetró contra su vida: “a diferencia de los que sí murieron y hoy no pueden contestar, en mi caso personal acepto el perdón que se me ofrece. Me basta con conocer toda la verdad”, escribió en su columna dominical.

De las FARC el país comenzó a conocer su responsabilidad y lo tendrán que probar; ahora se nos vienen los testimonios, entre otros, de los Generales Rito Alejo del Río, el llamado pacificador de Urabá; Mario Montoya, el célebre comandante de la Operación Orión y estratega de las ejecuciones extrajudiciales o llamados “Falsos Positivos”; y los testimonios de uniformados de alto y bajo rango que se acogieron a los beneficios de la JEP a cambió de contar toda la verdad. Eso, a los  que sabemos, los tiene intranquilos, acongojados y hasta neuróticos.  

Es ese temor a la verdad lo que une a Duque, Uribe Vélez, que propone eliminar la JEP, las organizaciones de militares en retiro, poderosos terratenientes y ganaderos (Fedegan) y los dogmáticos columnistas que hacen el papel de francotiradores contra la JEP.

Duque sabe que la llegada de Biden a la presidencia de Estados Unidos lo obliga a modificar su decisión de hacer trizas el Acuerdo de Paz del cual fue protagonista el nuevo inquilino de la Casa Blanca y de qué manera: su jefe, el presidente Obama, tuvo un delegado en la mesa de negociaciones en La Habana.

Quien lo iba a creer: perdió Trump y Duque se debilita; el Acuerdo de Paz y la JEP, se fortalecen.  

Bogotá, D. C, 13 de noviembre de 2020

*Periodista. Analista Político.

@jairotevi

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Gabriel Ortiz

Por Gabriel Ortiz*.- “Gané esta elección y por mucho”, fue la última mentira; el iluso remate de Trump. El engaño ha sido su escudo. Sus trinos, declaraciones, alocuciones y apariciones llevan inmersa la patraña. Sus engaños son moneda corriente. Muchos colombianos, funcionarios del gobierno Duque y representantes del Centro Democrático, creyeron estar en la tierra de Cayita y se la metieron toda para elegir al republicano. Ganaron La Florida, pero malograron las buenas relaciones USA-Colombia.

Por fortuna, llega un Presidente ecuánime, recto y honrado que, seguramente no le cobrará semejante atrocidad al uribismo. Es un hombre que no sataniza, amante de la unidad, del futuro libre y justo, de la restauración del alma de los Estados Unidos, que trabajará hasta por aquellos que no lo acompañaron con su voto.

La experiencia y la sabiduría que los años han depositado en el Presidente Biden abren las puertas a un mundo con buenos gobiernos, visionarios dirigentes y emprendedores empresarios que construirán el camino para derrotar la pandemia, mitigar la pobreza con certera equidad, alcanzar y fortalecer la paz mundial, institucionalizar el control climático, desnarcotizar las relaciones entre las naciones y fortalecer a los líderes para que actúen con convicción.

Biden no es un revanchista, con el que podemos nivelar las cargas que quisieron desestabilizar ciertos anfibios, dada su amistad con Colombia y con nuestro Premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos.

Necesitamos fortalecer el proceso de paz, sin el apellido que le aplicó Duque, eliminar el torpe propósito de las fumigaciones con glifosato, considerado funesto por el excanciller Julio Londoño, quien logró superar con éxito el conflicto y la demanda de Ecuador por la utilización de ese deforestador elemento en la frontera.

Biden y Kamala, nos ayudarán a sostener una política para defender los Derechos Humanos, la vida de los líderes sociales, afros y defensores ambientales, la desnarcotización de nuestras relaciones, los derechos de laborales, la reafirmación de la JEP y demás organismos de nuestra justicia, y tantas cosas más que, trabajadas en común, nos pueden llevar a un final feliz.

Hay barreras que debemos superar, como el irracional disparate de intervenir en las elecciones gringas, a través del embajador Pacho Santos y empleados consulares de Miami, la errónea cancillería y las fatales actuaciones de Cabal y el representante elegido por los residentes en el exterior.

Ese gastado “castrochavismo”, socialismo e izquierdismo, con los que descalifican a los no uribistas, puede costarles mucho durante el “ojo con el 22” de Uribe.

Los modernos discursos de Biden y Kamala deberían entronizarlos a los precarios pareceres del Centro Democrático y a las mentalidades “ubérrimas”, “palomas”, bachilleres y demás delirantes. Solo así podríamos llevar a Colombia por los verdaderos caminos de la paz, el progreso, la riqueza, la recuperación y la felicidad.

BLANCO: La aparición de la vacuna de Pfizer, pondrá fin a la pandemia. Triunfa la ciencia.

NEGRO: La crisis en la revista Semana, es un rudo golpe a la independencia periodística en Colombia.

Bogotá, D. C, 13 de noviembre de 2020

*Periodista. Exdirector del Noticiero Nacional, Telematinal y Notisuper.

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José G Hernández

Por José G. Hernández*.- Aunque todavía falta la votación de los representantes estatales en el Consejo Electoral -lo que tendrá lugar el 14 de diciembre-, así como la certificación del nuevo Congreso y las decisiones judiciales sobre procesos que instaura Donald Trump, todo indica que Joe Biden ha sido elegido presidente de Estados Unidos. Su vicepresidenta será Kamala Harris, una carismática abogada afroamericana, hija de inmigrantes. Dos líderes que han demostrado, además de sus convicciones democráticas, el propósito de afrontar cuanto antes la grave situación generada por la pandemia de Covid-19 y la voluntad de corregir muchos errores de la actual administración en el campo internacional, en materia económica y ante el recalentamiento global.

Antes de ser conocidos los resultados finales del proceso en Pensilvania, con los cuales Biden sobrepasó el mínimo de 270 votos electorales para darse por elegido, al candidato demócrata no se adelantó a reclamar el triunfo, aunque confió en que lo lograría, pero pidió calma y la contabilización de todos los sufragios, mientras el presidente Trump afirmaba públicamente un fraude sin prueba alguna, hasta el punto de provocar que -todos a una- los principales canales de televisión norteamericanos lo sacaran del aire y lo corrigieran.

La actitud asumida por el actual mandatario ante el hecho incontrovertible de la derrota confirma, además de su carácter autoritario, los enormes daños que causan a la democracia gobernantes fanáticos que se apegan al poder.

Al mismo tiempo, en Bolivia tomó posesión este domingo el nuevo presidente Luis Arce, economista elegido por voto popular, perteneciente al partido MAS, quien recupera el rumbo democrático de ese país tras un año del gobierno de facto instalado en desarrollo del golpe de Estado contra Evo Morales.

Esos dos acontecimientos dejan algunas enseñanzas a Colombia. Nuestros gobernantes y funcionarios no deben precipitarse en el futuro a tomar decisiones de apoyo o rechazo a ninguna de las partes en confrontaciones políticas o en procesos puramente internos que se deben desenvolver dentro del concepto de autodeterminación de los pueblos.

Es mejor la prudencia, propia de la diplomacia. Así como no hemos debido adoptar posición respecto al abrupto cambio de gobierno en Bolivia, respaldando a la señora Jeanine Áñez como presidenta interina, lo que implicaba desconocer -sin que nos correspondiera- la reelección de Evo Morales, tampoco hemos debido asumir partido en relación con el proceso electoral estadounidense, apoyando a Donald Trump, para después -ante los hechos- tener que reconocer el triunfo de Biden y la elección de Arce. Ni alinearnos con Guaidó y con la oposición venezolana como si Colombia fuera uno más de los partidos que la integran.

No decimos que las posiciones hayan debido ser las contrarias -a favor de Morales, Biden o Maduro-, porque ello sería igualmente erróneo e indebido. Pero sí pensamos que nuestros gobernantes deben ser prudentes y tienen que ocuparse en asuntos que de verdad nos conciernen, como la pandemia y sus efectos en la vida y la salud de los colombianos, los crímenes contra líderes sociales, las masacres, la desigualdad y el abandono existente en varias de nuestras comunidades.

Bogotá, D. C. 12 de noviembre de 2020  

*Expresidente de la Corte Constitucional

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Guillermo García Realpe

Por Guillermo García Realpe* .- El pasado 31 de octubre, el país se estremeció al conocer la triste noticia del fallecimiento de uno de los más grandes líderes que tuvo Colombia en los días recientes, un liberal de excelsas calidades, social democrata, un brillante dirigente, pero sobre todo un ejemplar ser humano. 

Fuimos compañeros de trabajo, por supuesto subalternos de Horacio Serpa Uribe cuando fue Ministro del Interior en el gobierno del entonces presidente Ernesto Samper. Esto para manifestar que durante muchos años, antes que militantes de causas progresistas, siempre reconocimos a Horacio Serpa Uribe como un liberal de avanzada, un liberal que promovía una política sensible con los menos favorecidos en Colombia, siempre a favor de ellos. 

Fue en la época de los años 77 cuando fue Representante a la Cámara por Barrancabermeja, por el Magdalena Medio, en contra de los cacicazgos regionales que empezó a hablar abiertamente un partido como el Liberal, de los Derechos Humanos, de las garantías ciudadanas que luego plasmó con su firma como uno de los tres presidentes de la Asamblea Nacional Constituyente, junto a Álvaro Gómez y Antonio Navarro.  Proclamando una de las mejores constituciones de latinoamérica y del mundo que tenemos que seguir defendiendo los democratas y los que respetamos el Estado Social de Derecho en Colombia. 

Siempre lo tacharon, por ser un hombre de avanzada, como ahora se tacha a la gente que habla de democracia, de medio ambiente. Lo trataron de guerrillero, de izquierdista o de comunista, pero confrontó esas nacientes expresiones de la ilegalidad armada de todas las tendencias en el Magdalena Medio. 

A Horacio Serpa Uribe lo conocí hace 30 años en diferentes circunstancias, como su militante lo empezamos a respaldar como aspirante a la Asamblea Nacional Constituyente y después en los procesos como candidato presidencial en las tres ocasiones porque siempre fuimos convencidos que era el hombre que Colombia, -la que hoy se sigue desangrando-, necesitaba el país, como en su momento a Luis Carlos Galán Sarmiento. 

Otra hubiese sido la historia de nuestro país en estas circunstancias, pero tengo que decir que Horacio Serpa, hizo la carrera desde la base, su primer cargo en la magistratura como juez municipal en Tona, Santander, y luego llegó en una carrera brillante por sus conocimientos profundos a ser Procurador General de la Nación. 

En lo público arrancó de concejal de Barrancabermeja hasta llegar en dos ocasiones al Ministerio de Gobierno con Virgilio Barco y luego como Ministro del Interior en el gobierno de Samper. También fue senador de la República y presidente de la corporación. 

También debo decir que Horacio Serpa Uribe, era de un temperamento valiente, aguerrido, pero supremamente sencillo, modesto, como pocos y tengo que decir humilde y sobre todo transparente. 

En los cargos que ejerció con mucha valentía cuando fue Procurador General de la Nación empezó a denunciar esos sectores armados ilegales en el Magdalena Medio, fue el primero que empezó a hablar en Colombia de los Tisnados, de los Macetos, que luego se convirtieron en los grupos de autodefensas y luego en paramilitares. Pero por supuesto, había blasfemado con ciertos sectores poderosos en Colombia. Por eso, hoy debemos extrañar esos desempeños públicos con dignidad y con valor. Va un sentimiento enorme a su memoria, tenemos que abrazar con cariño a Rosita Moncada de Serpa, a nuestro compañero y colega Horacio José, a Rosita y Sandra, sus hijas, también a sus nietos y demás familiares. 

Serpa, también nos dio muestras de adorar a su familia a pesar de las dificultades del desempeño público que sufrió, siempre su familia estuvo adelante y siempre lo acompaño con nosotros con quien lo admiramos tanto en nuestro país. Tenia devoción por su familia, como devoción por la Paz. 

Horacio Serpa, también trabajo mucho por la paz de manera real y comprometida, testimonios hay sobre los dialogos en Tlaxcala, México, en Caracas, con las FARC en ese entonces y también con el Ejército de Liberación Nacional nunca ha habido un avance tan importante que él promovió cuando estuvo sentado en la mesa de negociación en Maguncia, Alemania. Lastimosamente a nuestros gobiernos no les gusta construir sobre lo contruido, sobre todo en materia de paz. Llegó el nuevo gobierno y destruyó esa mesa y hoy estamos sufriendo porque no se ha cerrado el dialogo para terminar el círculo de violencia en Colombia con el ELN, ojalá que esa memoria de Horacio Serpa Uribe y todo lo que trabajo por la defensa de los Derechos Humanos, por la transparencia en la política, por la construcción de una sociedd más equitativa y justa, por su compromiso social y progresista sirvan  para volver a pensar en una Colombia en paz, esa Colombia en paz que siempre soñó Horacio Serpa dandonos ejemplo a todos los colombianos. 

Nuestra voz de duelo a toda su familia. ¡Hasta siempre jefe querido!

Bogotá, D. C, 10 de noviembre de 2020

Senador Liberal

@GGarciaRealpe

 

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Mauricio Cabrera Galvis

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- PROEMIO: La partida de Horacio Serpa deja un enorme vacío. Mucha falta nos hará el incansable luchador por la paz, el demócrata convencido, el político leal e íntegro, el líder progresista que siempre trabajó por la igualdad y la justicia, pero sobre todo el compañero y amigo. Tendrá paz en su tumba si honramos su memoria continuando su lucha por una Colombia justa y en Paz.

¿Por qué un partido conservador como el Republicano (PR) acaba apoyando a un personaje como Trump que es la antítesis de todos los valores y principios que siempre había defendido?

La semana pasada señalé como la base de votantes del PR se había fortalecido entre los grupos sociales de menor nivel educativo, más propensos a creer en mentiras y teorías conspirativas sobre todo si son difundidas por las redes sociales o Fox News que son su única fuente de información. El 71% de los votantes republicanos solo tienen grado de bachiller, según el Pew research center.

Pero queda un grupo del 29%, incluyendo los dirigentes del partido, con grados universitarios que votan por el PR. Otra cifra importante es que 4 de cada 5 de los votantes republicanos son cristianos, evangélicos, protestantes o católicos, cuyos valores esenciales incluyen la honestidad, la verdad, o el respeto a los demás. Entonces parece más contradictorio que un partido con esta composición apoye a Trump.

Porque hoy es más que evidente que las características personales de Trump son lo opuesto a estos valores. Para solo citar un dato comprobado, Trump es un mentiroso consumado; el Washington Post, registró que hasta agosto Trump había hecho 22.417 afirmaciones falsas, esto es un increíble promedio de 17 mentiras diarias. Ni para que hablar de su desprecio por la mujer, sus relaciones con prostitutas, sus estafas como empresario, su evasión de impuestos o la utilización de la presidencia para sus negocios familiares.

Los líderes del PR sabían cómo era Trump. Basta recordar que en la campaña electoral de 2016 los otros precandidatos republicanos como Ted Cruz, Marco Rubio o Mitt Romney, hicieron toda clase de críticas y denuncias sobre los antecedentes de Trump. Sin embargo, cuando fue elegido presidente, el PR se olvidó de todas esas verdades y se volcó a apoyarlo en todo, e inclusive a defenderlo en el juicio para destituirlo por el apoyo que negoció con los rusos para su elección.

El PR le vendió el alma al diablo, como lo hizo el joven Fausto para lograr riqueza, fama y placeres. Apoyó a Trump porque le servía para sus intereses económicos y políticos: porque bajó los impuestos a los ricos, porque está eliminando las regulaciones que exigen a las grandes empresas compensar los daños al medio ambiente, porque se comprometió a hacer trizas la reforma al sistema de salud, porque impuso una mayoría de jueces conservadores en la Corte Suprema.

Todo esto demuestra que para el PR han sido más importantes los intereses económicos que los valores, más necesario aferrarse al poder que defender los principios, lo cual se entiende, aunque no se justifica, porque hasta ahora han logrado su objetivo. Lo que no se entiende es que políticos colombianos apoyen y hayan hecho campaña por Trump: comparten su mismo talante mentiroso y carente de principios, pero como a Fausto les llegó el día en que tendrán que pagar el precio.

Cali noviembre 8 de 2020

*Filósofo y Economista. Consultor

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José Félix Lafaurie Rivera

El asesinato de Álvaro Gómez Hurtado, el 2 de noviembre de 1995, doloroso para el país y dolorosísimo para quienes tuvimos la oportunidad de estar cerca de él, personal, política y periodísticamente, se me ha convertido en una obligada cita anual con su memoria.

En esta ocasión, sin embargo, cuando se cumplieron 25 años de infamia y de impunidad, me ocuparé de mi personal interpretación de la sorprendente autoinculpación de las Farc”, a costa de la remembranza de la personalidad de Álvaro y de su contribución al pensamiento político colombiano, algo con lo que la historia tiene una deuda enorme, reivindicada por Juan Esteban Constaín en su libro “Álvaro: Su vida y su siglo”, en el que no duda en afirmar que “fue el estadista más grande de Colombia en el siglo XX”, apreciación significativa en este país de tantos políticos y tan pocos “estadistas”.

Empiezo por anotar que me causó escalofrío oír a un ¡senador de la República!, no solo confesando que dio la orden directa de ¡asesinar a Álvaro Gómez!, sino afirmando, como si nada, que los organismos de seguridad conocían la responsabilidad de las Farc; que la Policía asesinó a los cuatro autores materiales y que, por eso, “al Estado le tocó callarse”.

Me causa repudio el acostumbrado cinismo de las Farc en su comunicado. Resulta que ahora les parece el asesinato “…una de las más desgarradoras noticias” de la historia política del país, y hasta ahora les dio por leer sus biografías para darse cuenta de que “…su contribución a la paz del país habría sido fundamental”.

Me causa extrañeza que semejante reconocimiento se produzca cuando, precisamente, la Fiscalía reimpulsa la investigación y llama a declarar, entre otros, a los capos del cartel del norte del Valle, a Piedad Córdoba, a los excabecillas de las Farc y hasta a Lucho Garzón.

Me causa profundo rechazo la mezquindad de Ernesto Samper cuando afirma que “los Gómez están buscando plata”. El amigo de Piedad y figura de la fracasada organización multilateral del chavismo, no tiene idea de lo que Álvaro llamaba el “talante moral”.

No sé qué me causa la declaración de la JEP sobre este “temprano reconocimiento”. ¿Temprano 25 años después? ¿Temprano  después de tres años de funciones de la JEP? Por la misma “ingenuidad” se les voló Santrich.

Me causan inmensa solidaridad las declaraciones de Mauricio Gómez sobre el asesinato de su padre, respetuosas con la justicia mientras no se conozcan las pruebas, pero desconfiadas de lo que pasará con los procesos en la JEP y la Comisión de la Verdad. “No va a pasar nada”.

Me causaron desconcierto las declaraciones del presidente de la Comisión, no tanto por la exaltación del “acto libre” de las Farc y su “aporte en justicia y verdad”, que era de esperarse, sino por la insinuación de que “Al hacerlo corren riesgos inmensos: saben que los pueden matar (…) los que los odian y no creen en la justicia de la JEP y quieren hacer ‘plena justicia’”. No, padre De Roux, la mitad del país odia el historial narcoterrorista de las Farc; la mitad del país no cree en la JEP y rechaza su impunidad, pero esa mitad del país no busca venganza sino verdadera justicia; esa mitad del país, incluidos Mauricio Gómez y yo mismo, no somos asesinos.

Finalmente, me causa curiosidad que, apenas un mes antes, el 30 de septiembre de 1995, las Farc asesinaron a José Raimundo Sojo Zambrano, senador,  ministro y presidente de Fedegán. ¿Por qué no lo incluyeron en su “temprano reconocimiento”?, ¿acaso se les olvidó?

Presidente de FEDEGAN

@jflafaurie

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Amylkar D Acosta M

Por Amylkar D. Acosta M*.- Según Fedesarrollo, a consecuencia de la pandemia del COVID – 19 y de las medidas restrictivas que ha dispuesto el Gobierno para contrarrestarla las preexistencias de la economía y de los indicadores sociales se han visto exacerbado hasta alcanzar niveles históricos. De acuerdo con el DANE la tasa de desempleo en el mes de abril, en momentos en los que la contracción de la economía tocó fondo, se situó en el 19.8% y en agosto, después de tres meses de iniciada la reapertura de las actividades económicas, registró el 16.8%, 6 puntos porcentuales por encima del mismo mes del año anterior, que registró el 10.8%. El Banco de la República prevé que la tasa de desempleo en Colombia se mantendrá por encima del 14% tanto para este año como para el entrante. 

Ello, obviamente, se ha traducido en una pérdida de ingresos de los hogares que se calcula en $24 billones, lo cual está incidiendo el agravamiento de la lacra de la pobreza en el país. Jairo Nuñez, investigador de Fedesarrollo calcula que la pobreza subirá del 37.5% en 2019 al 49%, es decir casi la mitad de la población, retornando a los niveles de 2002; entre tanto la pobreza extrema (léase la indigencia) pasaría del 9.6% en 2019 al 14%.

Como lo previó un estudio de la Facultad de economía de la Universidad de los Andes, “la actual parálisis de actividades y la posible destrucción futura de empleos y de actividades productivas de cuentapropistas no sólo retrasarán el mejoramiento de los indicadores, sino que, además, devolverán al país el menos una década atrás”. Y ello es lo que se ha venido dando, pese a la reactivación de muchas de las actividades económicas. Ello explica, según el BID, que la clase media consolidada haya pasado del 30% al 12.7% y la clase media vulnerable del 37.7% a 28.6%.

La situación de los ninis, según el DANE, ha empeorado a consecuencia de la actual crisis pandémica, la tasa de desempleo de este grupo poblacional se elevó hasta el 33.3%, 15 puntos porcentuales por encima del nivel ya preocupante de 2019. Ello es terrible, es el colmo. Y, lo más preocupante es que, como lo sostiene la Secretaria ejecutiva de la CEPAL Alicia Bárcena “esta crisis no va a durar poco, por lo que muchas medidas que se piensan como coyunturales deben verse como estructurales”. Es el caso de programas como Ingreso solidario, que llegó para quedarse, el cual junto con otros que conllevan transferencia monetaria, condicionada y no condicionada, como jóvenes en acción, deberían conducirnos al establecimiento de una Renta básica focalizada en los vulnerables.

De allí que, como lo plantea la Gerente del FMI Kristalina Georgieva, “el apoyo fiscal debe mantenerse, al menos en 2021, con la salud y la educación como prioridad”. Y enfatiza que lo que más le preocupa  "es que se retiren los apoyos de manera prematura: podría provocar una ola de quiebras y un gran aumento del desempleo. Volvemos a decirles a los Gobiernos que no deben recortar esos salvavidas prematuramente”, antes de tiempo.

Consciente de los estragos sociales que está trayendo consigo la actual crisis y la prolongación de esta por tiempo indefinido, el Director de Finanzas Públicas del FMI Victor Gaspar está invitando a los estados a multiplicar la inversión social y para la financiación de esta plantea la necesidad de que los gobiernos tomen “medidas para mejorar el cumplimiento tributario y evaluar la aplicación de impuestos más altos para los grupos más acaudalados y las empresas más rentables”. Por su parte la economista Jefa del FMI Gita Gopinath advierte que “los impuestos tienen que ser más progresivos, las grandes empresas tienen que pagar lo ´justo´ en un contexto de merma generalizada de los ingresos públicos”. Y este es el caso de Colombia, en donde, desafortunadamente, el Gobierno no da muestras de tener la voluntad y la decisión política de tocar los privilegios de unos cuantos para salvar a los más.

Entre tanto, como lo aconseja, con mucha sindéresis, el Papa Francisco, la capacidad empresarial del país se debe orientar a conjurar la pobreza y a crear empleo, que en últimas es la única vía para reducir la pobreza y la exclusión social. En ello deben converger los esfuerzos de los sectores público y privado, los cuales deben comprometerse seriamente con el cumplimiento de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), a los cuales hay que sumar uno más, cuya imperiosa necesidad se puso de manifiesto en esta crisis, que es el cierre de la brecha digital. Desde luego, el énfasis debe ponerse en los primeros cuatro objetivos, el fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar y por último, pero no menos importante, la educación de calidad.  

No se puede perder de vista, a la hora de definir las estrategias y el plan de acción para salvar vidas, generar empleo e ingresos, reducir la pobreza y la desigualdad de ingresos y de oportunidades que, como lo afirma el Profesor Peter Drucker, “el mayor riesgo en las épocas de turbulencia es actuar con la lógica de ayer”. Sigamos su consejo!

Barranquilla, noviembre 7 de 2020

Expresidente del Congreso y Exministro de Minas y Energía.

www.amylkaracosta.net

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