Esta semana conocimos la información, según la cual, la Séptima División del Ejército Nacional había alertado al doctor Sergio Fajardo sobre un inminente atentado contra su vida, con serios informes y fundadas razones para creer en la seriedad del mismo.
Por lo demás, Fajardo ha sido persona seria y nada amiga de la notoriedad a partir de este tipo de acontecimientos y anuncios.
El Gobernador ha especulado, y alguna información debe tener, que contra su vida pueden atentar los integrantes de la mafia de la corrupción que con tanta decisión y empeño viene combatiendo desde el primer día de su mandato. Esto debe ser “…la empresa criminal de la corrupción, que es tanto o más difícil de combatir que las bandas delincuenciales o la guerrilla […] como estamos enfrentando estos temas en el terreno de lo público, de la política, toca unas fibras muy poderosas y oscuras que la sociedad no alcanza a ver ni a entender, pero que se manifiestan a través de expresiones de terror. Siempre han acudido a la criminalidad para que les salga el trabajo”, dijo el mandatario de los antioqueños.
Si las amenazas vienen de la mafia de la corrupción, cometen una gran torpeza y por eso me cuesta difícil creerlo. Ni social, ni fiscal, ni penal, ni disciplinariamente les ha pasado algo; los pocos organismos de control que los persiguen lo hacen tímidamente. La mayoría disfruta plácidamente de los dineros obtenidos ilícitamente, haciendo ostentación de su condición de nuevos ricos. Tienen buenos y calificados lobistas que les manejan posibles conatos de investigación. La sociedad permanece impasible y tolerante frente a gravísimas denuncias y los gremios, sobre el tema, hacen mutis por el foro. A Fajardo solamente lo acompañan unas pocas personas y algunos medios de comunicación a los que simplemente se les descalifica olímpicamente por su labor de denunciar, cuando no es que se les denuncia, temerariamente, por injuria y calumnia. La Fiscalía y la Procuraduría, como la canción, son ciegas, sordas y mudas. No existe razón para que los corruptos se hagan visibles, cuando están pasando de agache.
Este viernes comentaba una persona seria y generalmente bien informada, en una tertulia de periodistas y comentaristas del acontecer nacional y local, que en algunos organismos de seguridad se manejaba la hipótesis de que las amenazas y los preparativos de un atentado contra el gobernador Fajardo provenían de grupos que aún tenían vínculos con paramilitares extraditados, hipótesis bastante creíble, que bien puede fundirse con la tesis que maneja Sergio Fajardo, al fin y al cabo ya han demostrado que en algunas cosas actúan mancomunadamente.
Cualquiera sea el origen de estas amenazas, las autoridades tienen que ir hasta el fondo de las mismas y contarnos a los colombianos qué hay detrás de todo esto, pero también las autoridades judiciales y de control deben pellizcarse y asumir con seriedad la misión de averiguar la corrupción que tanto se ha venido denunciando en Antioquia en los últimos años. Solidaridad total con el gobernador Sergio Fajardo, en la seguridad de que los violentos no lo arredrarán.