España celebró este domingo las duodécimas elecciones generales tras el fin de la Dictadura Franquista y el retorno de la Democracia, una cita en la que se rompió el bipartidismo hegemónico del  Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español.

Más de 36,5 millones de españoles fueron llamados a votar en estos comicios históricos

Desde esta perspectiva, España entra en una etapa política nueva. Nada será igual porque, habrá un Parlamento mucho más fragmentado, con irrupción de dos partidos nuevos, que requieren un espacio en la democracia constitucional.

De una legislatura que se inició con mayoría absoluta hegemónica del PP, en todas las instituciones, se llega hoy a las elecciones generales con presencia plural en ayuntamientos y comunidades autónomas y un gobierno que tendrá que ser consecuencia de acuerdos. El diálogo y el consenso se abren paso.

El gobernante PP (Centroderecha) ha ganado las elecciones generales en España, con el 28.71 % de los votos y 123 diputados, seguido del PSOE (Socialistas), con el 22,02 % y 90 diputados, según el escrutinio al 99.75 por ciento.

Estos primeros datos oficiales apuntan a un Parlamento plural, en el que Podemos (Izquierda) tendría 69 escaños, y Ciudadanos (Liberales de centro) 40 diputados, para un Congreso en el que la mayoría absoluta está fijada en 176 escaños. Por detrás quedarían dos partidos nacionalistas catalanes, ERC y DIL, cada uno con nueve escaños, y los nacionalistas vascos del PNV, con seis.

Con estos resultados habría dificultades para generar una mayoría con la que formar gobierno, porque serían necesarios más de dos partidos para alcanzar la mayoría absoluta. Esa hipótesis de mayoría sólo la lograrían los dos partidos tradicionales, PP y PSOE, pero ese tipo de coalición es poco previsible y nunca se ha dado en la política española.

Socialistas y populares se han alternado en el poder desde 1982 y ahora ven cuestionado ese modelo con la eclosión de dos partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos.

En este nuevo Parlamento, que debe constituirse el 14 de enero, les espera a los 350 diputados elegidos una agenda que contiene las propuestas de reforma de la Constitución, los cambios en la ley electoral y la renovación de instituciones democráticas que, 37 años después del inicio de la etapa constitucional, se han demostrado como apartadas de las nuevas generaciones de españoles y de los retos del milenio.

El nuevo Parlamento y el futuro Gobierno, tendrán la difícil tarea de abordar el encaje de Cataluña en el Estado español.

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