Frases de Santos en instalación del Congreso

Las siguientes son algunas de las frases destacadas en el discurso pronunciado por el Presidente Juan Manuel Santos durante la instalación del periodo de sesiones ordinarias del Congreso de la República.

• Hoy instalamos el Congreso de la República más diverso, más plural, más participativo y más incluyente en más de dos siglos de vida republicana.

• Señores congresistas del partido Farc: ahora que han dejado las armas, ahora que han aceptado aportar a la verdad y acogerse a la justicia transicional, ahora que han jurado respetar nuestra Constitución y las normas y principios de nuestra república, ¡bienvenidos a este templo de la democracia!

• La oposición gozará de muchas más garantías y muchos más espacios para defender sus posiciones y sus derechos.

• ¡Hoy el Congreso de Colombia entra, por fin, en el siglo XXI!

• Encuentra este Congreso, y encontrará el presidente Duque, una Colombia mejor, una Colombia distinta, más avanzada en muchos aspectos de nuestra realidad.

• La popularidad, esa caricia efímera para la vanidad, la sacrifiqué gustoso y la volvería a sacrificar a cambio de una sola de esas vidas salvadas.

• Señoras y señores: esta es la paz que dejamos en plena construcción, que no es mía ni de mi gobierno, sino de todos los colombianos. No es la paz de Santos: es la paz del pueblo.

• Estos son algunos de sus resultados más visibles: miles de vidas salvadas, miles de víctimas y heridos que ya no se producen, más inversión, más turismo, más trabajo, más recursos naturales protegidos, más progreso en el campo…

• Por eso hoy les digo –no como presidente saliente, sino como un colombiano más que quiere a su país– a ustedes, congresistas, y al próximo presidente Duque: ¡Cuiden la paz que está naciendo! ¡Cuídenla! ¡Defiéndanla! ¡Luchen por ella! Porque es el bien más preciado que puede tener cualquier nación. Cuiden la paz para que crezca fuerte, para que dé sus frutos… ¡Porque Colombia merece vivir en paz!

• Dejamos avanzada de manera importante la implementación del acuerdo con las Farc. La mejor prueba ha sido ver a sus excomandantes votando por primera vez en su vida y verlos aquí sentados, defendiendo sus ideas con la palabra y no con las balas.

• Hoy exhorto al Congreso y al nuevo gobierno a que continúen con la debida implementación de lo pactado.

• La palabra empeñada no es la de Juan Manuel Santos, ustedes lo saben bien: la palabra empeñada es la del Estado colombiano.

• Si se persiste en la pretensión de cambiar puntos sustanciales del Acuerdo, se corre el riesgo de, ahí sí, hacer trizas la gobernabilidad y malgastar el tiempo de este Congreso en el empeño inútil de cambiar el pasado, en lugar de dedicarse a la tarea positiva de construir un mejor futuro sobre las bases de reconciliación que dejamos sentadas.

• ¡No podemos fallarle a la paz! ¡No podemos fallarle al mundo! ¡No podemos fallarles a las víctimas! ¡No podemos fallarle al futuro de Colombia, y al derecho de nuestros hijos y nietos de vivir en un país sin conflicto, en un país normal!

• Esperamos –Dios quiera– que la buena voluntad prime, en el gobierno y en los miembros de este último reducto guerrillero, para que se erradique totalmente esta larga, larguísima etapa de la violencia con raíces políticas en nuestro país.

• Subsisten otros retos que hay que afrontar con decisión, como los asesinatos de líderes sociales, que nos duelen y le duelen a todo el país.

• Dejamos unas Fuerzas Armadas –tanto militares como de policía– modernas, fortalecidas y motivadas para enfrentar esos nuevos desafíos de seguridad, en particular la seguridad ciudadana. Son las mejores fuerzas de nuestra historia, y me da gusto poderlo decir.

• Hoy, en esta última intervención ante el Congreso, quiero hacer nuevamente un homenaje sentido a los cientos de miles de hombres y mujeres del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea, de la Policía, que lo arriesgaron y lo arriesgan todo por proteger nuestra tranquilidad y nuestras vidas. ¡Colombia los saluda con honor y gratitud!

• Volver al pasado, a la fumigación, y meter a la cárcel a los campesinos y a los consumidores –que son más bien víctimas y enfermos–, sería volver al fracaso. Hay que arreciar, eso sí, la mano dura contra los traficantes y las mafias.

• Tenemos que seguir combatiendo la cadena del narcotráfico en todos sus eslabones, como se ha venido haciendo. El aumento de los cultivos en los últimos años –que nos preocupa y nos frustra– se ha contrarrestado en parte con un aumento en las incautaciones y en la destrucción de laboratorios. Pero no ha sido suficiente.

• Ahora, gracias a la paz, podemos llegar –con el Estado y con el mercado– a esas zonas tan alejadas, y tenemos por primera vez la oportunidad de lograr una reducción permanente de los cultivos, si hacemos funcionar la política dual de erradicación forzosa y sustitución voluntaria.

• Hay todavía mucha pobreza y mucha desigualdad, pero nadie puede negar lo que significa que más de la décima parte de la población del país haya salido de la pobreza, y que tengamos –por primera vez– una nación mayoritariamente de clase media.

• ¡Colombia está pagando una deuda histórica, una deuda moral, con quienes más sufrieron los efectos de la guerra que –en buena hora– estamos dejando atrás!

• En materia económica, logramos mantener el curso de la nave a pesar de las recias tormentas que nos afectaron.

• Hoy nadie duda de que la economía, que se había desacelerado en los dos últimos años, se encuentra en plena reactivación.

• ¡Y qué decir de la infraestructura! Aquí avanzamos como nunca antes, y dejamos andando proyectos que cambiarán para siempre la faz de Colombia y la movilidad entre nuestras regiones.

• Colombia está en obra y seguirá en obra, generando progreso y empleo.

• Colombia es hoy también un actor relevante y reconocido en el panorama internacional.

• Nos duele –nos sigue doliendo– Venezuela. Condenamos una vez más ese régimen oprobioso que ha producido tanta miseria, y somos solidarios con el pueblo venezolano que tanto está sufriendo.

• A nuestros hermanos venezolanos que han buscado refugio en nuestro suelo los hemos recibido con generosidad, pero de forma ordenada y controlada.

• Colombia debe seguir a la vanguardia regional e internacional para lograr el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Y con la misma vehemencia debemos rechazar lo que sucede en Nicaragua.

• Hay una lucha que hemos librado, y que debemos seguir dando en las esferas públicas y privadas: la lucha contra la corrupción.

• Los corruptos siguen haciendo de las suyas, siguen siendo el cáncer de la sociedad, y debemos mantener y redoblar esta cruzada por la integridad.

• Mi recomendación a ustedes, señores congresistas –y a los colombianos–, es que construyan los comunes denominadores, los acuerdos mínimos que necesita toda democracia para ser gobernable.

• Que impere la moderación sobre la polarización: esa moderación que Sócrates definía como la antítesis de los extremos; esa moderación que Platón consideraba como virtud cardinal de la república; esa moderación que el padre de la democracia americana, George Washington, calificó como indispensable para evitar los extremos autoritarios y el populismo.

• Regreso con alegría a mi condición de simple ciudadano, retirado de la política pero siempre dispuesto a acompañar todo lo que favorezca a nuestra nación y a la paz del mundo.

Bogotá, D. C, 20 de julio de 2018.

Redacción SIG

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