Antimilitarista, defensora de la Democracia en el seno de la Revolución Socialista, precursora de los DDHH de las Mujeres y antidogmática, Rosa de Luxemburgo está considerada como la dirigente marxista más importante de la historia. Se cumple un siglo de su homicidio, pero su vasta producción teórica sigue viva y es aún importante de ser leída y discutida.

Antimilitarista, defensora de la Democracia en el seno de la Revolución Socialista, precursora de los DDHH de las Mujeres y antidogmática, Rosa de Luxemburgo está considerada como la dirigente marxista más importante de la historia. Se cumple un siglo de su homicidio, pero su vasta producción teórica sigue viva y es aún importante de ser leída y discutida.

La noche del 15 de enero de 1919, en el hotel Eden de Berlín, un soldado de apellido Runge destroza el cráneo y la cara a culatazos de Rosa de Luxemburgo y otro militar, también al servicio del nefasto Capitán Pabst, la remata de un tiro en la nuca.

Por si este atentado a su persona fuese poco, luego, atan su cadáver a unos sacos con piedras para que pese y no flote y es arrojado al canal Landwehr del río Spree, cerca del puente Cornelio de la capital alemana.

Semanas más tarde, mientras investigaba la muerte de Rosa Luxemburgo, la mujer a la que había amado, su compañero de vida Leo Jogiches también fue asesinado en Berlín.

Cuatro meses y medio después, su cuerpo fue encontrado y reconocido gracias a sus guantes y lo que quedaba de su vestido, aunque desde entonces y todavía no es seguro que fueran sus restos.

El Gobierno del socialdemócrata Friedrich Ebert acababa así con la vida de Rosa Luxemburgo, la más importante dirigente marxista de la historia, antigua militante del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la líder más significativa de la Liga Espartaquista y fundadora del Partido Comunista de Alemania.

Previo a este cruel asesinato, habían liquidado a Karl Liebknecht, el único parlamentario que en primera instancia (año 1914) votó en el Reichstag (Parlamento Alemán) en contra de los créditos de guerra para financiar la presencia de Alemania en la Primera Guerra Mundial, quien iba a ser trasladado a la cárcel desde el mismo hotel, pero antes de abandonar el local donde había sido interrogado.

A Liebknecht le dan dos culatazos que lo dejan aturdido y se desmaya; luego fue arrastrado hasta un automóvil, es trasladado al Tiergarten, el gran parque berlinés, donde es rematado a sangre fría con disparos de pistola y abandonado en el suelo hasta que alguien lo encuentró.

“Intento de fuga”, dirá la nota oficial de la muerte de Karl Liebknecht; la de Luxemburgo rezará: “Linchada por las masas”.

Indudablemente eran peligrosos por ser, entre otras cosas, antibelicistas, una industria que no cree en la paz y lucra muy bien si se logran concretar conflictos armados.

100 años después de su cruel asesinato, su legado es aún muy importante para conocer su tiempo y el contexto de sus argumentos teóricos, pues como bien lo señala Joaquín Stefanía, Rosa de Luxemburgo hizo escuela de pensamiento sociopolítico y se puede afirmar que existe el Luxemburguismo, “una escuela marxista de características propias: su pacifismo, su lucha contra el revisionismo y la defensa de la Democracia en el seno de la Revolución.

Sus posiciones, a veces intransigentes, le hicieron polemizar con las figuras más relevantes y famosas del socialismo marxista, como Lenin, Trotski, Bernstein, Kautsk, entre muchos otros.

Estos 100 años merecen recordar la observación que hizo Isaac Deutscher, famoso biógrafo de León Trotsky, cuando asesinaron a Rosa de Luxemburgo: “"Con su asesinato la Alemania de (la casa dinástica de los) Hohenzollern celebró su último triunfo y la Alemania nazi, el primero".

Valdría la pena revisar la obra de Luxemburgo y ver cuánto de ella nutrieron a los posteriores pensadores, cuánto de ella falto en las luchas laboristas y de cuánto de ella pudo contribuir a la Cultura por los DDHH de las Mujeres y el Antibelicismo.

Maracay, 15 de enero de 2019.-

Por Felicia Saturno Hartt.

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