Cuando en 2001 recibió el Nobel de la Paz junto con la ONU, la revista Time dijo de él que posiblemente era "el actor político más querido del mundo". Para el Comité Nobel también era el "líder diplomático de África".

Kofi Annan, fallecido a los 80 años, fue considerado la conciencia moral del mundo durante sus años como Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU). El íntegro diplomático ghanés aplicó su autoridad moral para abordar problemas globales como la epidemia de sida o el terrorismo.

Su carrera, llena de éxitos, también se vio empañada por tristes capítulos cómo Ruanda o Srebrenica. Llegó a lo más alto de la jerarquía de la ONU ascendiendo a fuerza de trabajo y fue el primer secretario general procedente de África Subsahariana. Annan imprimió primero su sello en las altas esferas de la ONU como Vicesecretario General y como Coordinador de las Fuerzas de Paz a nivel mundial.

En 1994, el genocidio de Ruanda supuso uno de los capítulos más oscuros de su carrera en la ONU. Las tensiones entre los hutus y los tutsis dejaron entre 800.000 y un millón de muertos. Annan tardó diez años en asumir parte de la responsabilidad en el fracaso de los intentos de paz.

Y es que hubo grandes llamadas de auxilio desde el pobre país del este de África: el general canadiense Romeo Dallaire, entonces general en jefe de los Cascos Azules en Ruanda, había alertado sobre el exterminio de la minoría tutsi. Pero Annan frenó el ataque preparado por Dallaire contra un arsenal de armas que iba a utilizarse en la masacre y tampoco remitió el caso al Consejo de Seguridad de la ONU.

Su posterior "pesar" y su declaración de que la "comunidad internacional" -y no él mismo- había fracasado sonaron demasiado débiles en comparación con el baño de sangre que ocurrió.

También la masacre de 8.000 musulmanes bosnios en Srebrenica en 1995, el mayor crimen de guerra en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, pesaba en parte sobre sus hombros.

La pasividad de los "cascos azules" holandeses, que podrían haber evitado el genocidio, sumió en una crisis a la organización internacional encargada de mantener la paz. Ambas tragedias le persiguieron también después de asumir en 1997 como Secretario General de la ONU.  Las investigaciones que puso en marcha arrojaron claras críticas a la actuación de la ONU en ambos casos.

Como sucesor del egipcio Butros Butros-Ghali, Annan dirigió durante diez años las Naciones Unidas con mano suave. A través de una gran campaña declaró la guerra al VIH y la epidemia de sida. Y para su Fondo Global para la lucha contra el sida, la malaria y la tuberculosis contó con la ayuda del fundador de Microsoft, Bill Gates, y después también de Bono, el cantante de U2, y de la entonces primera dama francesa, Carla Bruni-Sarkozy.

Annan aunaba el realismo y la autoridad moral y utilizó su habilidad negociadora para conseguir que los países de la ONU abrieran el bolsillo en cuestiones como el calentamiento global, la pobreza, las drogas o el terrorismo. Además, era considerado como un gran diplomático modesto.

Cuando en 2001 recibió el Nobel de la Paz junto con la ONU, la revista Time dijo de él que posiblemente era "el actor político más querido del mundo". Para el Comité Nobel también era el "líder diplomático de África".

Muy destacable fue su abierta crítica a la invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003. Pero también sus años como secretario general tienen algunas sombras. Una de ellas es la implementación del programa "Petróleo por alimentos", que permitió que Irak comerciase con petróleo a pesar de las sanciones para conseguir alimentos y otros productos para la poblacion.

Según un informe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el dictador iraquí Saddam Hussein abusó del programa y ganó 12.600 millones de dólares mediante sobornos, adjudicaciones y tráfico de crudo. El programa estuvo plagado de fallos por parte de los trabajadores de la ONU.

Kofi Atta Annan nació el 8 de abril de 1938 en Kumasi. Su país, Ghana, todavía era entonces una colonia británica de la denominada Costa de Oro.  Nació en una próspera familia: su abuelo y su tío fueron líderes de la etnia fante y su padre un exitoso mánager. Annan creció en los años del movimiento independentista ghanés, que lo marcó.

A partir de 1958 estudió en Ghana -un privilegio al alcance de muy pocos en el país-, antes de trasladarse a EE.UU. y Ginebra con ayuda de una beca. En 1962 comenzó su carrera en las Naciones Unidas en Ginebra. Le siguieron estancias en Etiopía, Egipto y Nueva York, antes de cursar un máster en Estudios Económicos en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

En 1974 abandonó temporalmente la ONU y regresó dos años a Ghana, pero no acaba de sentirse en casa. Se trasladó al Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en Ginebra y después siguieron otros cargos en Nueva York, donde se encuentra el cuartel general de la ONU.

A partir de 1986 formó parte de la cúpula dirigente del organismo internacional. Al concluir su segundo mandato al frente de la ONU en Ghana se especuló sobre su posible candidatura presidencial.

Aunque no contaba con una gran base electoral, los analistas le daban posibilidades, ya que los ghaneses estaban orgullosos de "su hijo", el líder mundial. Pero Annan no tomó en serio esa posibilidad y mantuvo su residencia entre Nueva York y Ginebra.

En Suiza creó en 2007 la Fundación Kofi Annan, que impulsa la democracia y la mediación en zonas de conflicto. También luchó por la modernización de la agricultura en África como llave para un futuro mejor. Aunque en su vida adulta nunca pasó mucho tiempo en Ghana, su corazón seguía latiendo por su hogar.

Después de su etapa en la ONU tuvo duras palabras con los líderes africanos: demasiados políticos se habían enriquecido personalmente y "mantenido en el cargo mucho después del final de su mandato", criticó.

Creía que si mejoraba la gobernanza, el crecimiento de África podría duplicarse y la pobreza disminuiría drásticamente. Una de sus últimas misiones de paz fue su intento de mediar en la guerra civil siria como enviado especial de la ONU y la Liga Árabe. Trató de hallar una solución al conflicto en 2012, el segundo año de la guerra, pero renunció al puesto tras seis meses de esfuerzos sin éxito.

Ginebra, 18 de agosto de 2018.-

Por Felicia Saturno Hartt.

Foto: ONU Press.

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