Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Arne Halvorsen.- Ese paso trascendental que se dio en la historia de Colombia tuvo el concurso de diversos actores políticos y de varias naciones. Uno de ellos fue Noruega, la nación nórdica que posee gran prestigio en la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos y que se distingue porque dispone de un departamento específico para la paz y la reconciliación en su Ministerio de Exteriores.

En esa cartera ministerial trabajan, en total, 14 mediadores y Noruega ha destinado cada año un 1,98% de sus presupuestos anuales a esa labor (651 millones de coronas noruegas de un total de 33.015 millones, lo que equivale a 70,48 millones de euros de 3.574 millones) para el logro de la paz en varios países en conflicto.

Noruega ha participado en otros procesos de paz, como el de Israel- Palestina, Filipinas o Sri Lanka. Aunque hay otros de los que quizá nunca tengamos noticia, al menos no de manera oficial. Durante los últimos 10 años, Colombia ha recibido el apoyo de Noruega, en la búsqueda de su camino a la paz verdadera.

El trabajo noruego en Colombia viene de lejos, con su participación en los procesos de paz de Caguán y con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) durante los años 2005- 2007.

Uno de esos negociadores noruegos es Dag Nylander, un joven abogado, que fue la cabeza del equipo de seis facilitadores, garantes del proceso de paz entre el gobierno de Colombia y el FARC-EP, en su mesa de negociaciones en La Habana.

Nylander, Abogado de la Universidad de Aix-Marsella y la Universidad de Oslo, es un experto negociador. Fue enviado especial del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega y fue Jefe de Misión de la Embajada de Noruega en Bogotá en el período 2006- 2008. Se desempeñó, asimismo, como delegado de su país ante la ONU en Nueva York y en la Embajada de Buenos Aires de este país nórdico.

Fue una pieza clave en el proceso de paz de La Habana. Su perseverancia, discreción y disposición para involucrarse en un proyecto, a largo plazo, son elementos claves en asuntos tan delicados como la negociación de conflictos.

En cuanto al proceso colombiano, Nylander explica que “nuestro papel estuvo basado principalmente en la confianza que se ha podido establecer con las partes. El mandato es flexible, y estamos para hacer todo lo posible para poder ayudar la mesa de diálogos. Dentro de ese confianza que nos han depositado las partes y con la perspectiva de ayudar a poner fin al conflicto amado a través del dialogo, empleamos todos nuestros recursos, desde apoyo logístico para desplazamientos o temas jurídicos hasta ayuda puntual en temas conflictivos para cerrar brechas”, describe.

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