Por Juan Bazán Achury*.- El crecimiento poblacional, la falta de civismo y conciencia ciudadana, junto con la ausencia de administraciones visionarias, han hecho de Bucaramanga, una ciudad adornada y maquillada para mantener el nombre de la Ciudad Bonita: caos vehicular, trancones a toda hora, piratería, transporte informal, mototaxismo, todo ello, como consecuencia del mal funcionamiento del transporte público masivo Metrolínea y de los buses urbanos.

Los huecos en las vías, la suciedad, el aumento desmedido de los habitantes de calle que se tomaron la ciudad en todos los sectores, durmiendo en los andenes y haciendo sus necesidades fisiológicas en las esquinas y rincones de la ciudad; la desmedida ocupación del espacio público, en bocacalles y andenes hay ventas ambulantes, sin permiso, sin orden, sin ninguna responsabilidad con el ciudadano de a pie.

Sumado a ello, los sectores de entretenimiento, como la mal llamada Cuadra Play, son verdaderos sectores en los que pululan el desorden, la prostitución, el consumo y la comercialización de estupefacientes.

No se escapa la venta de comidas callejeras sin ninguna asepsia, alimentos que consumen los transeúntes sin ningún escrúpulo, poniendo en riesgo la salud pública.

Existen clandestinamente garitos o sitios de juego en residencias y apartamentos privados, y para completar ese cuadro tan desagradable, la inseguridad y el crimen que ya no permite que los bumangueses y turistas se sientan seguros en las calles, restaurantes o bares, prácticamente en ningún lugar.

Los atracos callejeros, el fleteo, el raponeo de celulares y bolsos se convirtió en una constante en las esquinas de los barrios, en el comercio y parques de la ciudad. En fin, echamos de menos lo que fue la Ciudad Bonita: ordenada, agradable, segura, buen vividero como se consideraba en el entorno Nacional.

Todo se ha incrementado por la ausencia absoluta de autoridad y la permisividad de la administración. Nuestro alcalde brilla por su ausencia, llamado por muchos bumangueses como el “alcalde fantasma”. ¡Quien lo creyera!, la Ciudad Bonita se convirtió en paraíso de mafiosos y maleantes.

Bucaramanga requiere que el próximo alcalde y los concejales, con el conjunto de la sociedad, hagamos un frente cívico ciudadano para poner en marcha las políticas públicas que permitan la recuperación de la ciudad, lo cual pasa necesariamente, por la participación ciudadana.

Se requiere la construcción de vías que permitan el desembotellamiento de la ciudad. No solo eso, es inminente e indispensable, una campaña muy agresiva de apoyo ciudadano para desestimular el uso del vehículo particular y estimular el uso de la bicicleta. Urge un transporte público ágil, eficiente y oportuno. De esta forma también se puede combatir la piratería.

En relación con los sectores de entretenimiento, se deben establecer en lugares seguros, equidistantes de las zonas residenciales, para garantizar la tranquilidad de quienes actualmente habitan en los alrededores.

En las grandes urbes, estos sitios ya están alejados de las zonas residenciales con el objeto de respetar lo que establecen los Planes de Ordenamiento Territorial (POT), que velan por la tranquilidad ciudadana.

Hay que llevar a Bucaramanga nuevamente por la senda del buen vivir, tener una ciudad segura, con buena movilidad, con ciudadanos comprometidos con el aseo, con una administración trabajando por la gente y comprometida por cambiarle la cara a la ciudad, hay que implementar programas agresivos con los habitantes de calle buscando la marera de resocializarlos.

En fin, hay mucho por hacer y esa tarea le corresponde a la nueva administración.

¡Es urgente y es ya, esto no da espera! Los males pueden tener remedio, ¡recuperemos la Ciudad Bonita que muchos añoramos!

Bogotá. C. C, 20 de enero de 2023

*Exrepresentante a la Cámara por Santander.

Tomado de https://corrillos.com.co

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