Mauricio Cabrera Galvis

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- Mientras estábamos preocupados porque la crisis económica generada por la pandemia nos iba a hacer retroceder y perder los avances de varios años en la lucha contra la pobreza, nos cayó como una baldado de agua fría la noticia del DANE de que antes del COVID-19 en Colombia ya estaba aumentando la pobreza y la indigencia, a pesar del crecimiento económico.

En efecto, según el DANE el porcentaje de colombianos que viven en situación de pobreza subió de 46% a 47.5%; parece poco, solo 1.5%, pero en la vida real es una tragedia pues son 661.899 personas que pasaron a ser pobres. También aumentó en 728.955 el número de personas viviendo en pobreza extrema, con lo cual este índice pasó de 8.2% a 9.6%.

Una nota técnica para entender estos índices. Una persona está en situación de pobreza cuando su ingreso mensual es menor a $327.674, o sea que un hogar de 4 personas es pobre si su ingreso mensual es menor de $1.3 millones, es decir 1.5 salarios mínimos. Para la pobreza extrema el ingreso per cápita debe ser menor a $137.350, y el de una familia de cuatro personas menor a $549.400. Eso es sobrevivir en la miseria.

La explicación aritmética del aumento de los pobres e indigentes es simple: esos miles de hogares sufrieron una disminución de sus ingresos que ahora no les alcanzan siquiera para cubrir sus necesidades básicas. La explicación económica y política es más compleja: ¿Por qué disminuyen los ingresos de tantas familias en un año en que la economía creció 3.4%, el PIB per cápita 1%, y nos enorgullecíamos de ser el país latinoamericano con mejor desempeño?

La respuesta a este interrogante es bien conocida y la comprueban las mismas cifras del DANE: No basta el crecimiento total sino que es necesario ver como se distribuye. El año pasado solo el 20% más rico de la población tuvo un aumento en sus ingresos, mientras que para el resto de los hogares disminuyeron. Dramático el caso del 20% más pobre que sufrió una pérdida del 6.2%, mientras que en los dos siguientes quintiles la disminución fue de 2.3% y 1.3% respectivamente.

Preocupa sobremanera la situación del campo colombiano, donde los más pobres perdieron el 8.7% de sus ingresos, y los siguientes quintiles el 6.7% y el 3.0%

Cuando los frutos del crecimiento no se reparten entre todos los ciudadanos, la consecuencia inmediata es que aumenta la desigualdad. En el reporte del DANE se muestra que índice Gini pasó de 0.508 en 2017 a 0.526 el año pasado, con lo cual Colombia volverá al podio de los países más desiguales del mundo.

Estos resultados, anteriores a la pandemia, muestran que algo no está funcionando bien en el Pacto por la Equidad planteado por el gobierno como su plan de desarrollo, y que no se va a lograr el objetivo de la igualdad de oportunidades para todos los colombianos. El futuro no será de todos si el presente es de unos pocos.* * *

ADENDA. Nos siguen matando. 231 líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados en lo que va de este aciago 2020; también 51 excombatientes que le apostaron a la Paz y entregaron sus armas; 63 masacres indiscriminadas con 268 víctimas inocentes. Se anuncian investigaciones exhaustivas, se identifican unos cuantos autores materiales, pero sigue corriendo la sangre. ¿Hasta cuándo?

Bogotá, D. C, 18 de octubre de 2020

*Filósofo y Economista. Consultor

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