Lorena Rubiano Fajardo

Por Lorena Rubiano Fajardo.- Dar fe pública es el mejor negocio que crearon en nuestro país. El nombre de la industria de certificados “Notaría”, es responsable de hacer nuevos multimillonarios a costa de los colombianos que tienen que pagar exorbitantes sumas por cada trámite, que aumentan su costo cada año, para no menguar los ingresos de los señores notarios. Ellos no dan Fe, la cobran. Es un  trabajo  tenue y excesivamente costoso.

Estos señores, cerca de mil en el país, deberían ser vigilados por la Superintendencia de Industria y Comercio, y la actividad debería también ser nacionalizada para que el país se beneficie en algo de este servicio público, manejado como si fuera privado. Ponerles, si quieren, un sueldo superior al del Presidente o los ministros, pero con límite en gastos para que giren los excedentes al Estado.

Todos estos privilegios se vienen enquistando en nuestra sociedad y después no hay poder humano para restablecer los derechos de los ciudadanos. Así son Fedegan, Federación de Cafeteros, las Cámaras de Comercio,  Sayco- Acimpro y  Federación de Fútbol, entre otros, que son manejados como negocios privados.

En alguna ocasión el senador del partido de La U, Armando Benedetti, propuso un proyecto de ley que buscaba eliminar las notarías en el país y encargar personas que hagan las veces de notario. Según él ya no es necesario hacer tantos trámites en estas oficinas y ante las nuevas tecnologías estas entidades sobran. “La gente ya no va a las notarías, porque no las necesita”, aseguró en su momento el congresista. Pero hasta ahí llegó el ímpetu, la iniciativa murió en el intento.

Considero que no hay que eliminarlas sino volverlas un servicio público del Estado, con altos sueldos si quieren y excelentes calidades jurídicas y éticas, pero retribuyendo a los departamentos, para aplicar la descentralización.

Es tan bueno el negocio, que cada gobierno para pagar favores crea más y más notarías. En Bogotá ya son cerca de 80.

Registrar un matrimonio civil, autenticar una firma, registrar ventas, compras, etc… son algunos de los ítems que usufructúan a manos llenas los señores y señoras notarias.

De manera que sería importante y oportuno reestructurar este servicio público. Por ejemplo, en Colombia hay cerca de 140.000 personas privadas de la libertad que tienen derechos y las notarías no les prestan un servicio adecuado. Tienen que esperar unos turnos para unas notarias que no van a las cárceles y tienen que esperar hasta un mes para autenticar un documento. Causándoles perjuicios y una agravación de su situación. Inclusive para matrimonios y reconocimientos de hijos tienen que esperar semanas.

Señor superintendente, Rubén Silva Gómez, ayude a corregir esta falla de los servicios notariales en las cárceles.

Las notarías producen entre treinta  y cien millones de pesos diarios,  por dar fe, o sea que es un negocio pulpo y eso las convierte en el instrumento para transferir dineros que son del Estado a los particulares.

Bogotá, D. C, 30 de agosto de 2019

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