Por Juan Manuel Galán.-Los retos que asumirá el estado colombiano con un acuerdo de paz, demandan debates y cuestionamientos sobre una visión de país. Uno de los puntos más importantes, es el relativo a los nuevos roles y funciones que deberán asumir la fuerza pública de Colombia. Experiencias de procesos de paz en otros países, muestran que es un error disminuir el gasto militar, reducir el pie de fuerza, crear cuerpos de seguridad civiles inexpertos o desmejorar de cualquier forma la institución castrense como parte de los acuerdos firmados. Por eso, ahora que se está diseñando el país que tendremos en el 2018, es indispensable analizar el rol de la fuerza pública dentro de la sociedad del posconflicto y bajo tiempos de paz.

Dentro de este marco, el Ejército Nacional cuenta con un equipo altamente calificado para enfrentar los nuevos retos de la paz. Se trata de una Jefatura de Ingenieros, encargada del desarrollo y la ejecución de proyectos de infraestructura, trabajos de desminado humanitario, construcción de puentes y caminos y atención y prevención de desastres, en zonas afectadas directamente por el conflicto armado. El trabajo de este cuerpo, ha permitido conectar zonas aisladas del centro del país, generar infraestructura moderna y competitiva, llevar progreso a pueblos, veredas y corregimientos alejados de centros urbanos, y al mismo tiempo, ha logrado consolidar la autoridad del estado colombiano reduciendo la pobreza y abriendo espacio para la oferta institucional de servicios, que la población demanda. A pesar de estos logros, actualmente hay varios proyectos que antes de ser terminados, tuvieron que suspenderse por falta de recursos. Me refiero, entre otros, a casos como el de la Transversal de la Soberanía entre los Departamentos de Arauca y Norte de Santander, o la Transversal de la Macarena, que comprende 217 km, en los departamentos del Meta y Huila.

Es imperativo encontrar fórmulas adecuadas para equilibrar los objetivos de desarrollo social, económico y de seguridad, de manera que podamos aprovechar los medios, el entrenamiento y el capital humano de nuestra fuerza pública en tareas propias de los nuevos tiempos de paz. No se trata entonces de disminuir el gasto militar, sino de reasignar recursos para la construcción y mantenimiento de proyectos de Infraestructura, ubicados en zonas afectadas por el conflicto armado y para el fortalecimiento de las capacidades de nuestros Ingenieros Militares

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