Por Iván Duque Márquez.- A lo largo de los años la expresión “cantos de sirena” ha servido para describir aquellos discursos bellamente elaborados que ocultan una realidad y, en muchos casos, pueden conducir a una traumática desilusión. Por eso, al analizar el Plan de Desarrollo que en la actualidad se discute en el Congreso, encontramos que en medio del fino lenguaje técnico del documento de Bases se encuentran ocultas asignaciones presupuestales poco consistentes con el discurso.

En medio de los bombos y los platillos referentes a un monto total de 703 billones de pesos, que sirve para el estribillo de “histórico” comúnmente utilizado por el Gobierno, en cualquiera de sus acciones, nos encontramos que se espera ver al Sector Privado contribuyendo con el 35 por ciento, los Entes Territoriales, descentralizados y SGR con el 10 por ciento y el Sistema General de Participaciones con el 17 por ciento, mientras el Gobierno Central aporta el 35 por ciento.

Por supuesto, depender tanto del sector privado en momentos de incertidumbre puede ser un excesivo aire de optimismo, pero la cosa no termina ahí. El componente relacionado con Desarrollo Productivo, fundamental en nuestra agenda de competitividad apenas representa el 1,2 por ciento del presupuesto del Plan de Desarrollo y, como lo diría el Consejo Privado de Competitividad, se encuentra desarticulado de otros ejes de política pública determinantes de su éxito. Esto lo confirma el componente de Ciencia y Tecnología, donde se espera que el Sector Privado aporte diez veces más recursos que la nación.

Otro bello canto de Sirenas está en el campo. En todo tipo de conferencias y ruedas de prensa se le ha denominado la autopista de la paz. Pues bien, aunque en el presupuesto del Plan de Desarrollo se le asigna el 7 por ciento del total del presupuesto, se espera que el 72 por ciento de este eje salga de los privados, algo poco realista considerando las aulagas que golpean a tantos sectores importadores de insumos con peso devaluado y disminución del comercio. A este panorama es preciso agregarle que el rubro de reducción de pobreza rural tan solo cuenta con el 0,7 por ciento de los recursos y el componente de fortalecimiento institucional agrario apenas cuenta con una migaja en medio de facultades extraordinarias para transformar administrativamente el sector al querer del Gobierno.

Los cantos son de todo tipo. Los componentes de empleo de calidad y aseguramiento están en el 0,03 por ciento de los recursos, el tan analizado y promovido crecimiento verde escasamente llega al 1,5 por ciento y los rubros de paz como derechos de víctimas ligeramente superan el 1 por ciento de todo el presupuesto.

Es cierto que las circunstancias fiscales no dan para satisfacer todos los anhelos y que se deben hacer recortes y focalizaciones estratégicas, pero en una gran cantidad de componentes la agenda gubernamental tiene un divorcio entre el discurso y el recurso, validando el concepto del escritor Español Juan Eusebio Nieremberg, quizás inspirado en las sirenas, cuando señaló que las grandes promesas son siempre muy sospechosas.

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