Por Jairo Gómez.- Se elige al nuevo jefe del Ministerio Público. Tres connotados juristas aspiran a ocupar la jefatura que vela porque los funcionarios estatales cumplan con sus deberes so pena de ser sancionados.

De cada uno de los candidatos, sin embargo, se habla que estarían inhabilitados para ocupar dicha dignidad: Fernando Carrillo, por una vieja sanción de la que fue objeto por la entidad que aspira a regir; José Perdomo, por configurarse la puerta giratoria en el momento que lo ternó la Corte Suprema de Justicia; y María Mercedes López, por no haber cumplido un año desde que dejó su cargo en el Consejo Superior de la Judicatura. Dicen juristas que la aparente inhabilidad de López, es subsanable. Pero bien, esto es tema de abogados.

Vayamos a lo que nos atañe, a lo político. Cómo se mueven las fichas, desde el poder. Cómo el gobierno del presidente Santos, logra que la Unidad Nacional se mantenga lubricada para garantizar apoyos no sólo legislativos sino en favor de la paz. Deshojemos la margarita que desde la Casa de Nariño todos los días riegan con agua dulce.

En el palacio saben que la elección del procurador es mucho más que eso, es el futuro de la paz y el reacomodamiento del pugilato electoral para el 2018, y no puede darse el lujo que las huestes se le muevan del ring.

De lograr el partido Liberal la Procuraduría en favor de Carrillo, lo dejaría en inmejorables condiciones para enfrentar los comicios venideros: gobiernan la Registraduría, la Contraloría y ahora quieren el Ministerio Público, es decir, pan y pedazo debajo del brazo. La exquisita torta da para emplear a más de quince mil personas.

Ese regateo burocrático es el que da fortaleza electoral y en Cambio Radical no se cruzan de brazos; aunque controlan la Vicepresidencia, las cuatro ‘G‘ y en su haber cuentan con la Fiscalía General de la Nación y su poder burocrático, le quieren empantanar la aspiración al exministro. El Partido de la U tiene al presidente de la República y de sus filas salió el Defensor del Pueblo, pero eso no quiere decir que van a bajar la guardia y que al liberalismo le faciliten las cosas, elecciones son elecciones.

¿Y los Conservadores? No hay vuelta de hoja: es el comodín con que cuenta Santos para desempantanar sus propósitos legislativos y de paz.

La fama de puesteros es irremediable, por eso están en la Unidad Nacional. Más allá de los ministerios que regenta, una división interna los dejaría sin el control de la Procuraduría. Los divide la nostalgia ordoñista que, dicen, los trató muy bien burocráticamente, pero se les olvida que a ¡rey muerto rey puesto! ¿Le conviene esta división azul al presidente Santos? Uribe está al acecho y con sus pérfidos guiños podría catalizar ese descontento y eso, para el 2018 y el futuro acuerdo con las FARC, sería fatal.

¿Se respetarán los acuerdos? De ser así a los godos les correspondería el Ministerio Público, o noqueados los conservadores ¿para qué la Unidad Nacional?

Las paradojas de la política o politiquería nacional: son 17 los senadores de las minorías: Quince suman los verdes, el Polo y Opción Ciudadana más los dos indígenas, es decir, igual número de senadores liberales uno menos que los conservadores y no tienen posibilidad de acceder a uno de los órganos de control.

Así es la política en Colombia.

 

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