Por José Gregorio Hernández.- Lo que han divulgado los medios de comunicación acerca de cuanto ocurría en el interior del Bronx, en pleno centro de la capital de la República, a pocas cuadras de la sede del Gobierno y de las más altas corporaciones, es sencillamente aterrador: guaridas de delincuentes, lugares espantosos en que se practicaba la tortura, casas dedicadas al secuestro, a homicidios, al desmembramiento y a la desaparición de personas; utilización de perros bravos para tan criminales fines; por supuesto, verdaderas cuevas propicias para el tráfico y el consumo de alucinógenos, y hasta un túnel para la actividad delictiva,  el almacenamiento de droga y armas, y el desplazamiento y ocultamiento de los delincuentes. Una zona de prostitución, violencia sexual, impunidad, vicio y corrupción, que el Secretario de Seguridad de Bogotá ha calificado como “un infierno”.

 Los tardíos operativos llevados a cabo por parte de las autoridades han dado lugar a la reacción de miles de habitantes de la calle que vivían en el horrendo sector, quienes protestan por el desalojo y han generado problemas de orden público; ataques al comercio formal y a los residentes en sectores cercanos, así como a graves enfrentamientos con la fuerza pública.

 Lo que hemos visto es increíble. Representa un problema social y humanitario de características alarmantes, cuya solución no se ve nada fácil y que corresponde a los gobiernos nacional y distrital, en lo que respecta a la reubicación de las personas desalojadas y en lo relativo al tratamiento médico de los miles de adictos; a la Fiscalía General y a los jueces en cuanto a los múltiples delitos cometidos; al Bienestar Familiar en lo que se refiere a los menores; a la Defensoría del Pueblo en lo atinente a la adecuada y permanente protección de los derechos humanos; y, claro está, directamente al Presidente de la República le corresponde adoptar las medidas necesarias para el restablecimiento del orden público, que se ha visto gravemente quebrantado.

 ¿Por qué se permitió? ¿Qué hicieron antes las autoridades? ¿Por qué se dejó crecer? ¿Hubo confabulación de autoridades con la delincuencia?

Todo esto que ocurre nos lleva a pensar en las causas. Entre ellas, la que aparece de bulto es el auge del narcotráfico y el micro tráfico. El consumo, gracias a la permisividad y la tolerancia con el crimen se ha incrementado hasta niveles inconcebibles. Todo por una errónea concepción judicial sobre  el derecho al libre desarrollo de la personalidad, de la que siempre discrepamos.

Comments powered by CComment