Por José Felix Lafaurie.-Cuando la ley no protege a quienes expresan desacuerdos con el poder, sino que se manipula según las necesidades de retaliación del Gobierno, como le sucedió a Fedegán con el Decreto 2537 de 2015, se configura una afrenta grave contra el Estado de Derecho.

Cuando la sociedad civil no tiene garantías a su derecho de expresar con respeto posiciones divergentes frente al poder, sino que recibe por ello un trato retaliatorio, como también le sucedió a Fedegán, hay una grave afrenta al Derecho a la libre expresión.

Cuando una organización gremial debe callar sus diferencias, so pena de recibir el castigo acomodaticio de la Ley, estamos frente a una situación literalmente extorsiva, que vulnera el derecho a la libre asociación.

Los gremios son expresión viva de la sociedad civil. Por ello, la decisión del Gobierno en contra de Fedegán es un lunar en la historia institucional del país, pues nunca un gremio había sido perseguido por expresar sus desacuerdos frente a la política pública y los grandes temas que lo afectan, como los acuerdos de La Habana. El Decreto 2537, aunque disfrazado de norma general, está hecho a la medida para atacar a Fedegán; una instancia de despojo automático, sumario, sin cláusulas transitorias ni plazos para subsanar las causales incorporadas, como debe tener toda norma para garantizar los derechos de los eventuales afectados.

La satanización de la Ley 1116 de 2006, una política pública diseñada para preservar los recursos y facilitar la recuperación de empresas calificadas como viables, debe ser demandada por la Superintendencia de Sociedades, porque ser admitido en dicho régimen no puede convertirse en causal de castigo.

La Contraloría misma y también la Fiscalía, archivaron los hallazgos fiscales y penales de la auditoría de mil millones de pesos, contratada contra Fedegán con la empresa de un personaje oscuro, hoy privado de la libertad por maltrato familiar agravado, mientras su empresa es investigada por la Junta Central de Contadores por las irregularidades del contrato con el Ministerio. Aun así, el exministro Restrepo, prevalido de su prestigio y con su cofradía de enemigos gratuitos de Fedegán, insiste en ensuciarnos ante los medios. Fedegán confía en el Estado de Derecho, que sobrevivirá a las mezquindades pasajeras del poder. “No bajamos nuestros brazos ni nos damos por vencidos”, canta nuestro himno.

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