"Se requiere la inmediata y verdadera recomposición del campo con políticas para que los campesinos tengan acceso y herramientas que permitan la producción agraria". 

Tuve la oportunidad de participar en el Primer Foro Nacional Sobre Pos conflicto que se realizó hace unos días en Ibagué y donde participaron importantes personalidades del país. Allí expresé que lo único y verdadero existente en Colombia es el cambio. Y en ese norte coincidimos los colombianos en torno a la reconciliación nacional. Pienso que no hay críticos de la paz, sino del procedimiento para alcanzarla y que en el logro de la misma quede una impunidad campante. Esas voces críticas están en todo su derecho, es un acto respetable y democrático.

Desde mi posición como Vicepresidenta de la Representación Colombiana del Parlamento Andino, considero de suma importancia para el país la consolidación de un proceso de paz que le ponga fin al conflicto armado y nos conduzca por el sendero del crecimiento económico y el desarrollo. Pero ello no se refleja si no se consolida una mejor redistribución de la riqueza que logre una mejor calidad de vida de nuestros compatriotas.

También se requiere la inmediata y verdadera recomposición del campo con políticas para que los campesinos tengan acceso y herramientas que permitan la producción agraria, así se garantiza la autosuficiencia del país en materia de seguridad alimentaria. Los recientes paros del sector fueron un campanazo para que el gobierno no sólo mirara al sector, sino que asuma directamente soluciones a los trabajadores y pequeños empresarios del agro.

Pero además, para lograr verdaderamente una reconciliación, debemos tener en cuenta otros elementos. Se debe garantizar el derecho de las víctimas a la verdad y donde la guerrilla en ese aspecto reconozca sus errores y pidan perdón. Eso abrirá las puertas a una efectiva y real pacificación.

No debe aceptarse de ninguna manera la impunidad a delitos cometidos sistemáticamente como la tortura, el secuestro, la desaparición forzada, violencia sexual, desplazamiento forzado, despojo de tierras, toma de rehenes y reclutamiento de niños, entre otros.

La dejación de las armas por parte de la insurgencia, una vez se firme la terminación del conflicto, es una garantía no sólo para terminar los enfrentamientos, sino para iniciar de lleno y con esperanza el desarrollo del posconflicto.

Apunto a algo más: la guerrilla podría convertirse en un eventual aliado para combatir el flagelo del narcotráfico, en la medida que podrían contribuir con la erradicación de cultivos y eventualmente la eliminación de laboratorios y cocinas. Es un tema complejo en el camino de la paz.

Lo cierto es que los colombianos no podemos seguir esperanzados en que a través de una firma lleguemos a la consecución de la paz. El camino por recorrer para alcanzarla es largo y espinoso. En el desarrollo del pos conflicto va a jugar un papel fundamental, además de la comunidad internacional, los tribunales de justicia internacional, que estarán atentos a que no cunda la impunidad. Que quienes hayan cometido delitos de lesa humanidad, además de pedir perdón, paguen un castigo para resarcir el daño que hicieron a las víctimas del conflicto. Sin ello, es difícil alcanzar una verdadera y perdurable reconciliación nacional.

 

* Vicepresidenta por Colombia del Parlamento Andino

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