Por Luis Fernando García Forero.-Fernando Carrillo vuelve a casa. El País, de España, en su edición del 3 de octubre del mes en curso publicó una interesante entrevista con nuestro Embajador saliente y próximo a regresar a Colombia. En forma amena y puntual, al responder las preguntas, repasa sus 2 años como diplomático y se refiere al histórico momento que vive nuestro país.
Carrillo estima que Colombia está en un buen momento. Alegra su optimismo, su análisis de los logros alcanzados desde 1991, cuando aún era estudiante, entre las dificultades y los ojos que escrutan sólo los defectos de salidas peligrosas. Las ganancias de estos años han sido superiores, según su concepto, que las pérdidas, porque Colombia remontó en estabilidad política, macroeconómica y con resultados en la esfera social. Aspectos en que coincido ampliamente porque han promovido el Proceso de Paz y dan al país un auspicioso futuro.
A la luz de la entrevista, se puede apreciar el valor de estos 2 años de trabajo diplomático para el país, al verse fortalecida la relación bilateral con España, en términos de la exoneración del visado para los colombianos. Como bien lo expresó “para los 600.000 colombianos que residen allá fue la mejor noticia” y la convalidación de títulos universitarios, sobre todo de médicos y arquitectos, hacen posible la integración de estos grupos profesionales y la mayor estabilización de sus familias.
Cavila uno al leer esta entrevista un aspecto que ha rondado mis reflexiones cotidianas: ¿Paz o Justicia? Carrillo no vacila en expresar que la Paz es lo primero, su valor supremo sobrepasa todo lo demás. Y recuerda al Gabo cuando mandaba notas a los constituyentes, que decían que la paz es una condición irrenunciable para el ejercicio de los derechos. La paz es una condición, indudablemente, una circunstancia indispensable para la existencia, para las garantías y los derechos.
Así rebate a la oposición que habla de impunidad y de entrega, al tratar de enfocar el otro lado, al actor más débil, vulnerable y controvertido, a todas luces, las víctimas, brindándole una justicia restaurativa y transicional. Porque someter a la justicia no es sólo poner preso a los responsables. Ese es un camino fácil, pero incompleto ante los ojos de un país que requiere soluciones palpables a las consecuencias de toda índole del conflicto.
Ciertamente, para que todos comprendamos como ciudadanos el alcance del Acuerdo para nuestras vidas y las de nuestros hijos, se exige un proceso pedagógico, como se señala en la entrevista. Esta es una realidad que como periodista observo cada día. Superar las visiones individualistas, sesgadas, inmediatistas y revanchistas es un proceso de información, entendimiento y definición del contexto del conflicto y del acuerdo como salida negociada al conflicto armado. Porque la refrendación no se puede hacer bajo las visiones señaladas. El pueblo de Colombia tendrá la palabra y va a decidir bien, porque la inmensa mayoría quiere acabar con más de cincuenta años de enfrentamiento. Estoy seguro, así va a ser.
La paz sí es, como lo expresa Fernando Carrillo, un acelerador para transitar los caminos de un futuro mejor, pero, para todos.