Tomado de El Colombiano, escrito por Juan Carlos Monroy. Foto Manuel Saldarriaga.- El proyecto reconocerá los grupos sociales afectados por las violencias.

Tres décadas azotada por el narcotráfico, fenómenos del conflicto como las milicias y la violencia de distintos grupos armados ilegales marcan la historia de Medellín con superávit de homicidios, desapariciones forzadas y cientos de miles de víctimas.

Dar respuesta a cómo la capital antioqueña vio truncado su proyecto de convivencia para ser un referente de violencia en Colombia y el mundo, pero al mismo tiempo cómo su gente se resistió, es el objetivo de una investigación sin precedentes para una urbe.

La ciudad, que tiene registradas 375 mil víctimas, es la primera en Colombia que, como una medida de reparación colectiva, construirá un informe de memoria histórica, su particular “Medellín, Basta Ya”, para el periodo comprendido entre los años 1980 - 2013.

Según la coordinadora del proyecto, Ana María Jaramillo, aunque ya existen estudios de la violencia, “lo valioso de este proyecto es un reconocimiento construido con miradas diversas de las universidades, las organizaciones sociales y expertos con participación de las comunidades, las víctimas y con perspectiva de memoria histórica”.

La investigadora analiza que más allá de las cifras de conflicto, criminalidad y víctimas, “Medellín Basta Ya” debe explicar “cómo surgieron fenómenos híbridos entre el narcotráfico, la subversión, paramilitarismo y crimen organizado que persisten hasta hoy y modalidades de víctimización: el homicidio, la desaparición forzada, el secuestro, el desplazamiento interno”.

El proyecto, que debe terminar con un informe a finales de 2016, fue presentado ayer en un acto oficial en el Museo Casa de la Memoria con presencia de autoridades locales y altos funcionarios del Gobierno Nacional.

Jorge Mejía Martínez, consejero para la Convivencia y la Reconciliación de la Alcaldía de Medellín, plantea que Basta Ya sirve como “experiencia de reparación a las comunidades víctimas de una época tan violenta como dolorosa, que generó múltiples victimizaciones y el rompimiento del tejido social en los barrios, afectó el desarrollo social y económico y sembró una cultura de la violencia que debemos cambiar”.

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