Mauricio Macri en sus discursos en el Congreso y en la Casa Rosada invocó a la "unidad de los argentinos" y prometió ser "implacable" con la corrupción. La jornada estuvo marcada por la prudencia y los contrastes con el kirchnerismo, que se ausentó de la Asamblea.

"Hoy estamos acá gracias a ustedes. Ojalá podamos siempre pensar distinto pero trabajar juntos. Esto lo hacemos todos juntos", dijo el ya presidente Mauricio Macri, emocionado y minutos después de recibir, de manos del titular provisional del Senado, Federico Pinedo, la banda y el bastón, atributos que la presidenta saliente Cristina Kirchner se negó a entregarle el mismo día en que culminó su segundo mandato constitucional y selló el punto final a 12 años del kirchnerismo en el poder.

Diálogo, unidad, trabajo en equipo. Éstos fueron los conceptos que Macri repitió en la Casa Rosada, y también en el Congreso, donde pasadas las 11.45 juró como presidente constitucional de los argentinos. La intención de marcar una diferencia con su antecesora en el cargo fue evidente, tanto en las formas como en los contenidos. Elegido con el 51,4% de los votos en el ballottage del 22 de noviembre pasado, con menos de tres puntos porcentuales de diferencia por sobre el kirchnerista Daniel Scioli, Macri apeló a un discurso de consenso y mano tendida hacia el resto del arco político.

En el Congreso, y por orden de la ex presidenta, la mayoría de los diputados y senadores del Frente para la Victoria le contestaron dejando sus sillas vacías mientras el flamante presidente le hablaba a la multitud. De todos modos, algunos representantes de provincias como Salta, Tucumán y Santiago del Estero desoyeron la orden y estuvieron en la juramento.

"Puede sonar increíble después de tantos años de enfrentamientos inútiles, pero es un desafío. Es lo que pidieron millones de argentinos cansados de la prepotencia y el enfrentamiento inútil. Hay que superar el tiempo de la confrontación", dijo el Presidente. Pareció un mensaje directo a Cristina Kirchner, que anteayer había encabezado un multitudinario acto en la Plaza de Mayo, donde se colocó como líder de la oposición a su gobierno.

En el recinto de Diputados, Macri fue enfático al reiterar que los tres objetivos planteados durante la campaña (lucha contra el narcotráfico "como ningún otro gobierno", pobreza cero y la unidad del país) serán sus objetivos de gestión. También enfatizó en que será "implacable" en la penalización de eventuales hechos de corrupción durante su período de gobierno.

No hubo anuncios rimbombantes ni promesas concretas de gestión, algo que había sido consensuado con el equipo de seis personas liderado por Daniela Brocco y Federico Suárez que se encargó del diseño de su discurso. "Era un mensaje al país, los anuncios se harán con el correr de la gestión", explicaron sus asesores políticos.

De la Casa Rosada, Macri se fue a la Cancillería, dónde transcurrió el capítulo internacional de su primer día de gobierno. El saludo protocolar a los enviados especiales de todo el mundo tuvo algunos capítulos destacados, como sus efusivos abrazos con el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; su par de Perú, Ollanta Humala, y el de Paraguay, Horacio Cartes. Con los tres se reuniría más tarde en forma privada, mientras los enviados norteamericanos eran recibidos por Marcos Peña.

Pasadas las 19, Macri tomó juramento a los ministros que ya componen su gabinete.  Cuando terminó el juramento, repitió su apelación a la unidad. "Sigamos todos juntos construyendo la Argentina que soñamos", dijo antes de partir para el Teatro Colón, donde participó de la función de honor hasta la medianoche.

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