En el fulgor de una investigación que ha sacudido los cimientos del mundo empresarial y político, un testigo clave emerge de las sombras para arrojar luz sobre un oscuro capítulo de corrupción y lavado de dinero. Salomón Bendayán, ciudadano de origen marroquí, ha destapado un entramado criminal que implica a destacadas figuras del empresariado y la política, en un juego siniestro de influencias y enriquecimiento ilícito.

En el fulgor de una investigación que ha sacudido los cimientos del mundo empresarial y político, un testigo clave emerge de las sombras para arrojar luz sobre un oscuro capítulo de corrupción y lavado de dinero. Salomón Bendayán, ciudadano de origen marroquí, ha destapado un entramado criminal que implica a destacadas figuras del empresariado y la política, en un juego siniestro de influencias y enriquecimiento ilícito.

Las revelaciones de Bendayán se suman a un caso de proporciones monumentales, en el cual el otrora magnate textil Alberto Aroch Mugrabi, una figura titánica en el mundo empresarial, ha sido condenado por delitos que van desde lavado de activos hasta evasión de impuestos. Sin embargo, lo que hace que este testimonio sea aún más sobrecogedor es la implicación directa de figuras políticas de alto calibre, incluyendo a un exfiscal general y prominentes líderes colombianos.

El modus operandi era tan ingenioso como cínico: bajo el manto de una red de exportaciones ficticias, Aroch Mugrabi y Bendayán tejieron una maraña de engaños para disfrazar el flujo de miles de millones de dólares, utilizando el mercado de divisas venezolano conocido como “Cadivi”. Con la complicidad del régimen chavista, y facilitado por figuras políticas como la fallecida senadora Piedad Córdoba, se movieron sumas colosales de dinero, alimentando así un sistema de corrupción que llegaba hasta las altas esferas del poder.

Pero el alcance de esta trama va mucho más allá. Bendayán detalla cómo Aroch Mugrabi canalizaba los fondos a cuentas en Panamá, evadiendo así los controles fiscales tanto en Colombia como en el extranjero. Y no se detiene ahí: el testimonio revela cómo se pagaban comisiones a intermediarios políticos, entre ellos Andrés Vásquez, asesor de Piedad Córdoba, para asegurar la continuidad de las operaciones ilícitas.

Lo que resulta aún más sorprendente es el encubrimiento que ha rodeado este caso. A pesar de la contundencia del testimonio de Bendayán, la fiscalía ha mostrado una extraña reticencia a investigar a fondo las conexiones políticas implicadas. La omisión de compulsar copias para investigaciones adicionales deja entrever un manto de impunidad que parece extenderse hasta las más altas esferas del poder judicial.

El texto íntegro de la declaración de Bendayán, que ha permanecido oculta durante más de nueve años en algún despacho judicial, plantea interrogantes inquietantes sobre el sistema de justicia y su capacidad para enfrentar la corrupción en todas sus manifestaciones. Aún queda por ver si las autoridades tendrán la voluntad política de llevar este caso hasta sus últimas consecuencias, interrogando no solo a los responsables empresariales, sino también a aquellos que se han beneficiado de su complicidad.

En un país donde la corrupción parece tejerse en los rincones más oscuros del poder, estas revelaciones podrían ser el catalizador de un despertar nacional contra la impunidad y la connivencia política. La pregunta que queda flotando en el aire es si habrá alguien dispuesto a levantar el velo de la corrupción y enfrentar las consecuencias, sin importar cuán altas sean las cabezas que puedan rodar.

Bogotá, D. C, 20 de abril de 2024

Por Carlos Castañeda. Impresa Mercosul

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