Pekín reducirá el exceso de capacidad y varios millones de trabajadores podrían perder el trabajo. Estos son tiempos difíciles, incluso para hacer reformas, explica Jost Wübbeke, del Instituto Merics de Investigación de China.

 

China solo va a reducir el exceso de capacidad, en la medida en que sea compatible con el mercado laboral. Sería suicida si los recortes se hacen sin medidas de amortiguamiento social. Lo mismo vale para las llamadas “empresas zombi” (empresas que, a pesar de arrojar pérdidas, son mantenidas con vida), expone Wübbeke.

 

Un fondo de 100 mil millones de yuanes estaría destinado a la reubicación de los empleados despedidos en regiones afectadas. Pero aunque la suma parezca alta, va a ser muy difícil respaldar financieramente a todos los afectados.

 

Si, además, 6 millones de empleados de las industrias carbonífera y metalúrgica pierden su trabajo, es difícil proporcionar ayuda a un número tan grande de damnificados. Pero la afectada no es solo la industria pesada, varias fábricas de celulares han cerrado ya sus puertas.

 

En 2015 se generaron en China 13 millones de nuevos puestos de trabajo, pero no en las regiones de la industria pesada, como en Liaoning, Heilongjiang, Hebei y Shanxi. A esos trabajadores no les sirve mucho que se cree empleo en el comercio electrónico en Beijing o Shanghai. Las regiones que ahora perderán empleos deben aprovechar oportunidades en el turismo y las telecomunicaciones, por ejemplo, señala el investigador alemán.

 

La legitimidad del Partido Comunista (PC) depende del crecimiento económico. Esto significa que tiene que garantizar empleo y salarios adecuados. Si no lo hace, va a tener un gran problema. Por lo tanto, no va a correr el riesgo de reducir empleo con tanta prisa.

 

Para el gobierno chino no se trata de privatizar las empresas; se trata más bien de fusionar empresas estatales para crear grandes "campeones nacionales", como ocurrió recientemente en los ferrocarriles y el transporte marítimo.

 

La intención es hacer que estas empresas sean competitivas a nivel mundial. “Pero, afirma Wübbeke, esta fórmula exacerba aún más los problemas”. La razón: la innovación empresarial no se fomenta cuando las empresas estatales son las predominantes. A esas empresas les seguirán faltando incentivos para invertir en investigación y desarrollo.

 

Con esta noticia, pueden fortalecerse iniciativas industriales en otras regiones, si se toma en consideración que China competía por el bajo costo de su mano de obra.

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