Las dicotomías políticas están más que muertas. No hay derecha ni izquierda. Prueba de ello es el fracaso de los conservadores en varios países.

Las dicotomías políticas están más que muertas. No hay derecha ni izquierda. Prueba de ello es el fracaso de los conservadores en varios países. 

El voto popular por el menos malo, el más mediático o padre generoso de su prole, cayó al vacío por la globalización. 

Son populistas tanto los conservadores como los socialistas y aún más lo del centro. Su pragmatismo los hizo sobrevivir, pero los graves problemas sociales no atendidos por ser corruptos de la forma más antiética y voraz, los está borrando del mapa político. 

Tanto la corrupción en los programas asistencialistas que cuidan al "Pueblo" (bolsas de mercado, becas, subsidios, ayudas, mejoras, etc) como el reparto de coimas y comisiones, ha provocado a los electores a mirar a otros. 

Una de las vergüenzas más grande de la historia de la humanidad ha sido la penetración de los partidos en los entes públicos, siendo la administración de justicia uno de los shows más sonados. 

Si robas y te meten a la cárcel, porque eres torpe, no repartiste suficiente o te traicionaron los que te acompañan, sólo tienes que tener una dirección para que te pongan tu mansión como casa por cárcel. Mientras los jubilados, pensionados, el transporte público, los hospitales, etc son una suerte de carambola. Si sirven es un milagro. 

Ciertamente, ese giro a otros liderazgos o dirigencia exige otro ciudadano. Como dicen los creyentes, dolientes de la acción e inversión gubernamental en cada comunidad, alcaldía, departamento, país. 

Veedores para que sea vea futuro. 

Bogotá, D. C, 10 de noviembre de 2019.

Redacción Editorial

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