Desde que se creó el día nacional del campesino colombiano, hace 54 años, en el gobierno del expresidente conservador Guillermo León Valencia, en el Frente Nacional, los trabajadores del campo aún esperan que el mejor reconocimiento en la celebración del primer domingo de junio de cada año, es el de recibir por parte del estado, las mejores condiciones que mejoren la calidad de vida del trabajador del campo y sus familias.

Por Luis Fernando García Forero.- Desde que se creó el día nacional del campesino colombiano, hace 54 años, en el gobierno del expresidente conservador Guillermo León Valencia, en el Frente Nacional, los trabajadores del campo aún esperan que el mejor reconocimiento en la celebración del primer domingo de junio de cada año, es el de recibir por parte del estado, las mejores condiciones que mejoren la calidad de vida del trabajador rural y sus familias.

La falta y adecuación de vías rurales, la ausencia del estado en soluciones para una mejor salud y educación a las familias del sector rural,  aumento de créditos, tecnología, capacitación para preservar el ambiente, así como asesoría y cooperación que logre mejores condiciones productivas y un mejor pago de sus productos, merecen, de una vez por todas, mejor atención por parte de los gobiernos de turno, no solo nacional, sino departamental y local.

He ahí el gran problema que tiene arrinconado al campesino. Nuestros compatriotas del campo han sido los que en la historia de Colombia han sufrido en carne propia el fenómeno de la violencia, que se superó luego de la firma del fin del conflicto, pero que ese fantasma de la guerra aún lo quieren revivir quienes persisten que el mejor negocio para sus intereses personales es que cunda el ruido de las balas.

En esta fecha especial, donde más de 40 millones de colombianos de alguna manera surgimos de nuestros ancestros que poblaron las entrañas de las zonas rurales del país, es importante destacar que si no se mira y preserva el campo, aún más con soluciones a los cerca de 12 millones de campesinos, es decir el 26 % de la población, de nada sirve el camino del posconflicto. No hay duda que la paz comienza en las regiones y localidades más apartadas de Colombia.

Según el Ministerio de la Cultura, “Los campesinos y campesinas de nuestro país son depositarios de unas tradiciones que hablan de todos nosotros y de nuestra memoria histórica. En estas tradiciones podemos reconocer la diversidad cultural de nuestro país, puesto que en las áreas rurales también convergen la población indígena, los y las afrodescendientes, y todas las otras poblaciones que conforman nuestro país, en términos generales. En este sentido, esta celebración es también una conmemoración de nuestra diversidad y nuestra multiculturalidad”.

Un importante reconocimiento y de interés que se le hace a la cultura rural por las tradiciones y lo que ha significado el campesino para Colombia, pero ahí no nos podemos quedar.

Si el Gobierno sigue pensando en hacer cambios en una de las decisiones más importantes que el estado colombiano selló para que más de 10 mil hombres dejaran sus armas y hacerle una mejor apuesta al futuro de Colombia, más bien debe apostarle con soluciones legislativas a estimular al campesino con proyectos de infraestructura rural, medicina preventiva, educación con tecnología para el agro, entre otros, para que nos convirtamos verdaderamente en el primer país del mundo en producir alimentos.

No hay duda que el campesino es y será el primer protagonista para el mejor futuro de Colombia: el campo.

Bogotá, D. C, 2 de junio de 2019

 

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