Por Mauricio Cabrera Galvis*.-La economía colombiana puede llegar a una recesión el año entrante, de acuerdo con el reciente anuncio del Banco de la República, que pronostica un crecimiento del PIB para 2023 de solo 0.7, lo cual puede parecer una sorpresa después de alcanzar una tasa de crecimiento del 10% en el primer semestre de este año, pero no lo es si se considera que según el DANE en el mes de julio ya se registró una contracción del PIB de 0.3%.

El Banco sabe por qué lo dice, puesto que su equipo técnico debe haber analizado con detalle el impacto sobre la economía de las decisiones de su Junta Directiva de subir la tasa de interés que ha llegado a 10%, mientras que un año atrás era de solo 1.75%.

Son conocidas las razones del Banco para elevar sus tasas a una velocidad sin precedentes: se trata de cumplir su mandato constitucional de controlar la inflación que ha llegado a niveles del 10%, muy por encima de su meta de 4%. Su preocupación es que si no la frenan ahora y bajan las expectativas, seguirá subiendo. Por eso el gerente del Banco ha dicho que “lo que no hagamos hoy, lo pagaremos caro mañana”.

También es sabido que en esta ocasión la subida de precios es un fenómeno mundial, no solo colombiano, y que se debe principalmente a factores de oferta, como la reducción de las cosechas de alimentos, y el incremento de costos como los de la energía, de las materias primas o del transporte por los coletazos de la pandemia.

Ante esta situación se escucha a veces la crítica simplista de que la subida de los intereses no sirve para controlar este tipo de inflación puesto que no va aumentar la cosecha de papa ni a bajar el costo del petróleo o del trigo importado. Más aún, al elevar el costo del servicio de la deuda de las empresas productoras, puede inducir una mayor inflación si las empresas trasladan esos costos a los precios de sus consumidores.

La verdad es que la subida de tasas sí sirve, aún ante una inflación de oferta, pero a través de un mecanismo que tiene grandes costos en materia de crecimiento y empleo: al subir los intereses se hace más costoso el crédito y se desestimula tanto la inversión como el consumo. La gente deja de hacer compras con tarjeta de crédito financiada al módico 36%. Así se disminuye la demanda y bajan los precios pero también el crecimiento económico, con un rezago que se estima puede ser de 9 a 12 meses.

Por eso decir que el crecimiento del año entrante será solo 0.7%, más que un pronóstico es una profecía autocumplida; es el anuncio de lo que va a pasar como consecuencia de las decisiones de política monetaria. Entonces al gerente del Banco hay que recordarle que lo que están haciendo hoy lo pagaremos más caro todos mañana.

Bogotá, D. C. 2 de octubre de 2022

*Filósofo y Economista. Consultor.

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