Martha Patricia Moreno Moreno

Por Martha Patricia Moreno Moreno*.- Todos los días son vísperas de milagros, lo dice el rostro y el alma del minero que haciendo honor a su apellido: “Montañez” salió ileso de la montaña, donde estuvo atrapado durante seis días, 6 horas y 30 minutos. Con una sonrisa de paréntesis dijo que la virgen de Morca lo sacó intacto, y que la inmaculada   también les emparejo el camino a los rescatistas de Seguridad y Salvamento Minero, de la Agencia Nacional de Minería (ANM).

El sábado 26 de junio, a las 6 de la mañana, cuando usted y yo abríamos los ojos, para contemplar el amanecer de un azul inverosímil, Montañez con el ánimo resuelto, descendía a la oscuridad del socavón, iba bien entrenado para coexistir con el olor azufre y el calor sofocante del subsuelo de Sativasur, un pueblo de la provincia norte de Boyacá.

Nunca se imaginó que quizá podría vivir sin preguntarse por ese extraño presentimiento, cuándo observó   el resplandor de la mina en la vereda la Caldera, entonces se le antojó que era parecida al abismo que pintan las estampas católicas; (El infierno dónde las almas se carbonizan), y a pesar de aquel frio miserable, frotó sus manos para espantarlo, y en segundos la montaña le respondió con un rugido de agonía.  El minero cayó de rodillas y su compañero muerto en el abismo.

Dueño de sus lágrimas, comenzó a llorar por dentro, no iba a deshidratarse, y pensó fundirse en un instante con sus propios fluidos y esperar el fin, pero como un suceso certero del azar, se tocó el corazón y encontró en su bolsillo una puntilla, y así tímidamente arañó la tierra, buscó el aire, y su ángel de la guarda   le dio la seña, y obediente lo espero, como se aguarda la pobreza perfectamente resignada.    

Para matar el tiempo, y antes que lo matara, echó a rodar su reloj por entre las piedras, decidió que el tiempo tampoco lo iba tener encarcelado dentro de las manecillas del suspenso; y que, para estar de día, o estar de noche, no necesitaba estar preso de aquella sombra pueril; con bastante oscuridad ya tenía de sobra, entonces resolvió que el tiempo se iría al despeñadero de las horas. _ El mundo tiene su tiempo y yo el mío… Entonces qué podemos hacer con el futuro más que esperarlo.

El silencio comenzó a tomar venganza de sus recuerdos, y era cuestión de abonar la paciencia, cómo cuando aprendió en su lejana niñez a emparejar el arreo, que las vacas van más despacio y los dueños van más ligero; su mamá siempre decía, que el pánico atraía las desgracias, y que fue su carácter aguerrido, la carta que le tiró Dios por existencia.

 Se aguantó el miedo, y de repente empezó a escuchar las voces que ya le resultaban conocidas, aunque no podía identificar si emanaban de su cabeza, o de una despedida imprecisa. Así ¡Llegaron los rescatistas repartiendo suerte a todos los mineros revividos en Colombia!

PUNTO Y APARTE: Están muy alborotados los alcaldes de: Pesca, Tópaga, Mongua, Firavitoba, Iza y Aquitania, por la explotación de recursos naturales, el verde de este pueblo está mudo, le va tocar cambiar de color. La miseria es vivir en un filo, porque cualquier caída es despeñarse.

Sogamoso, 12 de julio de 2021

*Magister en educación-  comunicadora social- periodista. Cronista, líder de opinión regional. Zona Boyacá.

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