Mauricio Cabrera Galvis.

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- Preocupan los hallazgos de la última encuesta de opinión de Invamer y Noticias Caracol. Dos de cada tres colombianos creen que las cosas en el país van por mal camino; la mayoría piensa que están empeorando todos los aspectos económicos y sociales, mayoría que llega hasta el 90% en temas como el desempleo, la inseguridad o la corrupción.

Si bien el manejo de la pandemia puede contribuir al pesimismo colectivo, otro preocupante hallazgo de la encuesta que no tiene relación con el Covid es la pérdida de confianza en todas las instituciones del país. Hasta la Iglesia y los medios de comunicación registran una caída de 10 puntos en su imagen positiva. Un caso que debe prender las alarmas es el de las Fuerzas Militares. Siguen teniendo una mayoría favorable (58%, frente a 35% desfavorable), pero el aumento de la opinión negativa es muy grande: era 16% al empezar este Gobierno, y ahora es 35%. El caso de la Policía es peor porque hoy es mayor la opinión desfavorable que subió de 29% a 50%, mientras que la favorable cayó de 64% a 44%. Esto es grave porque las Fuerzas Militares llegaron a ser la institución más respetada por los colombianos, y además desempeñan un papel fundamental en la paz y la seguridad del país. Pero la pérdida de imagen no es el resultado de una campaña de desprestigio de políticos y medios de comunicación, sino de hechos reales de abusos, uso excesivo de la fuerza, violaciones y hasta asesinatos extrajudiciales. La culpa no es del mensajero que divulga la noticia, sino de quien la produce. En unas fuerzas con más de 500.000 efectivos –que son seres humanos y no ángeles, y errar es humano- es imposible que no haya abusos y hasta delitos. Pero la confianza en la institución no se pierde porque se cometan excesos sino porque no se reconocen, no se sancionan y no se piden disculpas.

Un ejemplo de lo que se debe hacer frente a estos excesos lo dio el ejercito de Australia. Su unidad élite fue muy exitosa en 19 años de guerra contra los talibanes en Afganistán, pero había muchos rumores de ejecuciones de prisioneros fuera de combate y asesinatos de civiles para aumentar el conteo de bajas enemigas; además aquellos soldados que se atrevían a denunciar los atropellos eran amenazados y desacreditados. Hasta acá, hechos muy parecidos a lo que sucede en Colombia. La diferencia está en la respuesta del alto mando australiano. En lugar de dejar pasar los rumores y refugiarse en el “espíritu de cuerpo” ordenó una investigación exhaustiva que comprobó las atrocidades de la unidad élite; a los responsables directos les abrió juicio penal y a sus superiores les atribuyó la responsabilidad de lo sucedido. El NYT recoge las declaraciones del comandante del ejército australiano, general Angus Campbell: “La Fuerza de Defensa australiana ha sido correctamente juzgada por acusaciones de graves falta de conducta, que son ciertas y profundamente preocupantes”. Públicamente ofreció disculpas al pueblo de Afganistán y procedió a suprimir el segundo escuadrón del regimiento especial del ejército, que son como los lanceros colombianos. Esta posición fue criticada por algunos, pero el ejército australiano salió fortalecido y más respetado con esa respuesta a los hechos deshonrosos. Así se construye la confianza en las instituciones a pesar de los errores de algunos de sus miembros.

Cali, 29 de noviembre de 2020

*Filósofo y Economista. Consultor.

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