Por Edward Rodríguez.- Los viejos tienen una frase que se podría aplicar a esta reforma y es que “lo que mal comienza, mal termina”, pues este proyecto de acto legislativo al que le falta un debate en la Cámara de Representantes,  ha mostrado durante su paso por el Congreso que se trata más de una revancha política para acabar con la relección presidencial, que de la búsqueda de un verdadero cambio en la justicia para para acercarla a los colombianos de a pie.

Cuando un Gobierno se lanza a cambiar las cosas y a realizar reformas, lo mínimo que debe esperarse es que presente propuestas sólidas que en el debate permita mejorarlas, más si se trata de, “la Reforma al  equilibrio de poderes”, una expresión que ha permitido a los medios lanzar titulares con fuerza.  Sin embargo, a la luz del debate se ha quedado en una iniciativa que no equilibra los poderes y solo le da una estocada a la Comisión de Acusaciones al adelgazar su trabajo como ente investigador de los aforados y le cambia el nombre al Consejo Superior de la Judicatura a la que apenas le maquilla el nombre y algunas modificaciones al manejo administrativo, que habrá que ver con el pasar de los días si verdaderamente, va a solucionar la corrupción, el despilfarro y el manejo paquidérmico de la administración de justicia.

Se engañan quienes consideran que la grave crisis que atraviesa hoy Colombia en materia de justicia y credibilidad institucional, se solucionará con este acto legislativo. 

La eliminación de la reelección  mostró los afilados dientes de una buena parte de los partidos que conforman la Unidad Nacional, aupados por el presidente Juan Manuel Santos, quien luego de ser reelegido, se obsesiono con eliminar  la figura que lo puso de nuevo en la silla de Bolívar. Tamaña ha sido la incoherencia que los representantes de la Unidad Nacional han quedado sin respuesta cuando se les han pedido explicaciones  de por qué instauraron la reelección, por qué hicieron campaña para reelegir a Santos hace un año y ahora, una vez ya reelegido, la satanizan y pretenden eliminarla como si el pueblo colombiano sufriera de alzhéimer colectivo.

Y es que como lo he venido diciendo.  La reelección no es mala, lo que es malo es no respetar las reglas para reelegirse como lo hizo el actual presidente al violar a través de subterfugios  la Ley de Garantías, respetada por el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe, quien durante su campaña a la reelección respetó la ley y en una sola vuelta logró su reelección con un 63.7 %  

Si de verdad se intentará atacar los males que aquejan la justicia, no se puede acudir al revanchismo que nos puede llevar hacia una desinstitucionalización basada en intrigas para elegir a sus amigos y sus cercanos en las altas dignidades. No es bueno hacer venganzas personales cabalgando sobre la constitución, para pasar a la historia.

Aquí hay que ser claros y este proyecto de reforma es un acto netamente revanchista y el problema es que la Corte Constitucional y las demás están Cooptadas por el Gobierno Nacional muestra un total desequilibrio en los poderes, porque la total injerencia que se vio en la elección de contralor y la que se quiere implementar para elegir el próximo año al nuevo fiscal comienza asomarse en medio de la proliferación de escándalos para que unos magistrados sean removidos y poder poner sus fichas, no le hace bien al país en la consolidación de sus instituciones democráticas, o sí por el contrario van a seguir prestándose para vendettas políticas.  Sería bueno ver a un Germán Vargas Lleras, un Oscar Iván Zuluaga o un candidato de la izquierda que haga un buen papel reelegido bajo las garantías electorales.

La gran mayoría, “se acobardó al no aprobar  las listas cerradas y seguir con la politiquería y las micro empresas electorales que hoy permiten que siga reinando la compra de votos, la incoherencia ideológica de los partidos y que las mafias sigan amedrantando el electorado y eligiendo personajes de dudosa reputación”.   

El Gobierno no fue claro si lo que buscaba era acabar con la reelección inmediata  como una revancha contra el Presidente Álvaro Uribe, o si en verdad estaba buscando una reforma para organizar la justicia y la política y sacarla de la crisis de credibilidad que hoy la tiene con los más bajos índices de credibilidad.

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