Jairo Gómez

Por Jairo Gómez*. - Es curioso el apellido con que bautizó el presidente Duque su Plan Nacional de Desarrollo (PND): “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”.

Aquí no hubo ni lo uno ni lo otro, es decir, no hubo pacto por Colombia ni hubo pacto por la equidad. La ley que aprobaron en la Cámara de Representantes, sin debate alguno, lejos de una discusión de fondo, fue un Plan nacional de negocios, así, literalmente. Más allá del contenido del PND que nadie conoce, salvo el ministro Carrasquilla, de Hacienda y algunos parlamentarios, esa Ley se delineó para favorecer netamente los privilegios de siempre: los terratenientes, a los fondos privados de pensiones, los banqueros y los poderosos grupos económicos que ejercen una influencia política directa sobre el presidente y sus ministros.

Salvo ellos, minhacienda e, insisto, algunos parlamentarios y los poderosos de siempre, los colombianos no conocimos las verdaderas intenciones de la propuesta de Duque. El trámite fue de una opacidad insultante. El gobierno convocó a partir del 5 de febrero pasado a sesiones extras a las comisiones terceras y cuartas de Cámara y Senado para darle dizque un debate amplio y de cara al país, pero, salvo el día de su instalación, los congresistas ponentes no sesionaron en las comisiones constitucionales y se trasladaron a los cómodos salones del Ministerio de Hacienda en donde “trabajaron” a puerta cerrada, sin que los demás grupos de interés, llámense sindicatos, organizaciones sociales, campesinos, etnias o demás estructuras regionales, tuvieran acceso a la discusión y al diseño de un Plan que regula la vida económica, política y social del país para los próximos cuatro años.

La propuesta original del Gobierno, radicada por el propio presidente Duque en la Cámara, llegó al Congreso con 183 artículos y el día que fue sometida a votación en comisiones, el Departamento Nacional de Planeación y el Ministerio de Hacienda incluyeron 128 artículos nuevos que, en palabras de varios congresistas, nadie supo de qué se trataban y sin mayor alteración fueron votados en las comisiones económicas.

Fue una feria de artículos nuevos; hubo de todo como en botica. La reforma pensional que metió el Gobierno por la puerta de atrás, la habían negado y al final la revivieron de las cenizas; nos pusieron a los colombianos a pagar de nuestros impuestos la quiebra de Electricaribe, producto del pillaje y el saqueo; se legalizó el despojo de tierras que deja sin piso la Ley de Restitución de tierras; se aseguró la práctica del fracking, al tiempo que las concesiones en la minería pasaron de 30 a 60 años, solo para mencionar algunas decisiones que ya hoy son ley de la república.

Si esto no es un plan de negocios, entonces ¿qué es? Los beneficiarios tienen nombre: el gran capital, las multinacionales, el empresariado colombiano y un exclusivo círculo que llevará a sus propios bolsillos el supuesto pacto por la equidad. Nuestros empresarios o fieles representantes corporativos son unos agnósticos en materia política, solo les interesa mantener bien informados (¿O engrasados?) a los políticos cuando tienen la responsabilidad de decidir sobre el desarrollo de un país.

Por ello es razonable pensar que la idea del Gobierno sobre el PND primero la conocieron en el corazón del poder económico. Lugar en el que se diseñan los modelos de leyes fiscales y planes de desarrollo para autoabastecerse legislativamente. Eso ocurrió con este supuesto “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”.

Y para lograrlo hubo un gran director de orquesta: estuvo en el poder y trazó esquemas novedosos en las políticas de financiación para las regiones como los llamados bonos de agua, se fue al sector privado y años después el ministro Carrasquilla regresó a implementar un nuevo Plan Nacional de Desarrollo conociendo de antemano cómo funciona el Gobierno central para favorecer, sin duda, a sus clientes del pasado y, seguramente, a sus clientes del futuro.

Bogotá, D. C, 7 de mayo de 2019

*Periodista y Analista Político.

@jairotevi

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