Por Jairo Gómez*.- Para que el país aterrice y salga del engaño propiciado por este régimen que interpreta la historia y administra justicia a su antojo, es necesaria la JEP, la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.

Cuando Álvaro Gómez Hurtado comenzó a cuestionar severamente el régimen colombiano, propuso un acuerdo sobre lo fundamental para cambiarlo en su estructura perversa y maloliente; construyó un discurso que comenzó a tocar la fibra nacional enfocado en la necesidad de extirpar ese sistema corrupto y dañino para la democracia; pasaron los días y tras su desafiante y provocadora propuesta, ese mismo régimen lo mató, dicen sus seguidores.

Claro, el líder político conservador insistía en desnudar toda esa clase dirigente putrefacta que por décadas y décadas venía usurpando el sistema democrático colombiano para privilegio de unos pocos y, para hacerlo, implicaba auscultar la verdad entre otros objetivos. Pues bien, ese régimen que se estremeció con la propuesta de un hombre que venía de sus entrañas, hoy, horrorizado, quiere eliminar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y evitar que se sepa todo lo que pasó en el conflicto armado colombiano.

Más allá de los cuestionamientos que se le puedan hacer a una joven y novedosa institución, todavía en proceso de formación, el temor que embarga a estas élites corruptas que tienen secuestrada y capturada las instituciones del país hace 200 años, es que por fin los colombianos conozcamos los verdaderos responsables de esta guerra que nos instalaron por más de 50 años para adueñarse de las tierras, despojar a los campesinos y propiciar cerca de 8 millones de víctimas; víctimas que hoy son el centro del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición.

Ese es el quid del asunto. Y para que el país aterrice y salga del engaño propiciado por este régimen que interpreta la historia y administra justicia a su antojo, es necesaria la JEP, la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.

Buscan, el presidente Duque, el Fiscal Martínez y los parlamentarios del Centro Democrático, acabar o eliminar la JEP; no nos llamemos a engaños, ese es el propósito: las reformas constitucionales sabemos cómo empiezan, pero no como terminan y las propuestas por el Gobierno tienen ese objetivo, si se examina la perpleja decisión de la Casa de Nariño de ignorar el principio democrático del equilibrio de poderes pasándose por la faja la Corte Constitucional que obliga a los próximos tres gobiernos a respetar el Acuerdo de Paz suscrito entre el Estado y las FARC.

Esta reacción del régimen no es solitaria y la explica, por ejemplo, el hecho de que la JEP haya vinculado formalmente a los generales Rito Alejo del Río, Jaime Humberto Uscátegui y 16 miembros de la Fuerza Pública con el asesinato de cientos de militantes de la Unión Patriótica (UP). Esa etapa oscura de nuestra historia reciente, para nadie es un secreto, obedeció a un plan premeditadamente diseñado para exterminar la UP. Ese establecimiento dio las órdenes y los militares las cumplieron a cabalidad. Saben los militares en retiro que la salida es la JEP y por ello están ahí; más de dos mil se acogieron voluntariamente y gozan de sus beneficios.

Decisiones como estas y las que están por venir explican la arremetida del Centro Democrático, partido que no disimula su estrategia de desprestigiar a la JEP, también como estrategia política y electoral ahora que se aproximan las elecciones regionales para tratar de galvanizar un electorado que hoy se les esfuma.

Bogotá, D.C, 12 de marzo de 2019

*Periodista y Analista Político.

@jairotevi

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