José Félix Lafaurie Rivera.

Por José Félix Lafaurie Rivera.-  El editorial de El Tiempo sobre el crecimiento económico en 2018, calificado como “aceptable”, señalaba, sin embargo, que “la agricultura se desaceleró” –como si no existiera el sector pecuario– y que “las cosas para el campo habrían salido peor”, de no ser, paradójicamente, por la ganadería y la pesca de cultivo.

Sí. La ganadería; la actividad con mayor presencia rural y sustento de millones de campesinos; la que aporta el 22% del PIB agropecuario y el 1,4% del PIB nacional; la principal en cuanto al valor de su producción anual de carne y leche, que duplica al sector avícola, triplica al caficultor y al floricultor, cuadriplica al porcicultor y quintuplica al bananero.

La producción ganadera es definitiva para la seguridad alimentaria del país, y en cuanto al potencial exportador, mientras la leche se abre campo con los derivados, la carne –no dudo en afirmarlo– es una oportunidad desperdiciada, cuando se impone la sustitución gradual de la dependencia minero-energética y crece el déficit de la balanza comercial, que superó la barrera de los 7.000 millones de dólares en 2018.

No pienso con el deseo. En 2009, gracias al liderazgo de Fedegán, la carne fue incluida en los Programas de Transformación Productiva para renglones exportadores y la política pública se alineó con ese horizonte. Ese año obtuvimos la certificación de país libre de aftosa y avanzaban programas de trazabilidad y control de movilización de animales, en exitosas alianzas con Fedegán directamente y como administrador de la parafiscalidad. En 2013, el gobierno Santos ratificó el alto potencial exportador de la carne, pero, lejos de obrar en consecuencia, desalineó la política, fracturó la parafiscalidad y desandó lo avanzado. El daño fue inmenso, con la pérdida del estatus sanitario en primer lugar, pero sobre todo en “costo de oportunidad” frente al potencial exportador.

Literalmente, volvimos a 2011, pero conservamos la convicción y el empeño de avanzar en las metas que le hemos propuesto al Gobierno para 2022, en una nueva etapa de colaboración hacia objetivos comunes: 1) 500 millones de dólares en exportaciones, que ya logró la ganadería en el pasado y lo puede volver a hacer. 2) Recuperar el consumo interno hasta, por lo menos, 20 kg/persona/año. 3) Incrementar productividad con sistemas silvopastoriles amigables con la naturaleza.

El camino está abierto. A pesar de la aftosa, en 2018 las exportaciones superaron los 71 millones de dólares, y la reapertura del mercado ruso, principal destino de nuestra carne (63%) es una excelente noticia. Líbano (10%), Jordania (9%) y Emiratos Árabes (2%) son mercados con amplio potencial; de ahí la importancia de llegar con fuerza al Medio Oriente y Norte de África. En la reciente feria “Gulfood 2019” en Dubai, la más importante en alimentos, volví a sentir el orgullo de ver la presencia de la carne colombiana y percibir el interés por nuestro producto.

China es una meta por sus volúmenes, pero la prioridad son los mercados de alto precio (USA y la UE) y mayores exigencias de admisibilidad, para lo cual la ruta está señalada: 1) Recuperar el estatus sanitario; 2) Consolidar la trazabilidad 3) Implementar, por fin, un Sistema de Inspección que garantice la inocuidad, 4) Avanzar en la propuesta de Fedegán de una “Plataforma Exportadora”, a partir de organizar la producción –clusters– para garantizar calidad, precio y oferta sostenible.

Los países con TLC firmados importan anualmente más de 3 millones de toneladas. Ahí están las oportunidades servidas para tomar una tajada de esa torta. Fedegán, de la mano con el Gobierno, persistirá en el propósito de llevarle al mundo carne colombiana.

Bogotá, D. C, 3 de merzo de 2019

*Presidente de Fedegan 

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