Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez:

Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez*.- Cuando el Papa Francisco se dirigió por primera vez a los jóvenes en Panamá, recordó sus palabras en la última Jornada Mundial de la Juventud de Polonia, en la que dijo que no sabía si podría venir a Panamá, pero que de todos modos aseguraba, que Pedro iría. Así entonces, de forma tajante, como efectivamente pudo venir personalmente, les dijo: “ahora les habla Pedro”. De igual manera, cuando terminó, en el estadio Olímpico de Ciudad de Panamá, a los más de 23.000 voluntarios, les repitió las mismas palabras, asegurándoles que no sabía si iría a Lisboa en el 2022, pero que de todos modos iría Pedro.

La Jornada mundial de la Juventud, como todos y cada uno de los encuentros con el Papa, sea en Roma, como en cada una de sus peregrinaciones a lo largo y ancho del mundo, son un verdadero encuentro con Pedro, que tiene, entre otras cosas, la misión de confirmarnos en la fe.

A eso viene Papa a cada país que visita, esa es su tarea en cada discurso u homilía pronunciada.

Ahora en Panamá, de nuevo nos habló Pedro. Y lo hizo de manera genérica, en nombre de Jesús, para que cada uno logre descubrir lo que el Señor le está diciendo de acuerdo a su situación puntual, pero también habló directamente a personas, a grupos a instituciones. Cómo no destacar su directo y apremiante mensaje al pueblo colombiano y su sentida oración en sufragio por las almas de los cadetes asesinados en Bogotá. Todo indica que esto es un hecho inédito en el protocolo Vaticano, el que un Papa ore públicamente, con nombre y apellidos, por unos jóvenes asesinados en un país. Se destacan varias cosas. El afecto que tiene por nuestro país, que visitó recientemente y al que invitó a apaciguar los corazones y a ser artesanos de la paz, pero también, su sensibilidad ante las víctimas inocentes y sus familias.

Un nuevo llamado a la paz nos hizo, que recuerdo: “jóvenes alumnos de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander” en Colombia, asesinados por el odio terrorista. Estos jóvenes fueron ofrenda en la Misa, y como recuerdo de ellos, me permito en este Ángelus nombrarlos, y cada uno en el corazón, en voz alta en el corazón, diga esa palabra que se suele decir en estos institutos cuando se nombra a un muerto: “presente”. Que estén presentes delante de Dios… Te pedimos Señor que les des su paz y al pueblo colombiano que también le des su paz. Amén”. Aquí hubo un renovado llamado para que cese el odio terrorista, y para que juntos podamos lograr la meta de una sociedad que viva en paz, sin odios, sin rencores, si muertes fratricidas.

Nos habló Pedro, como en Colombia, cuando en Villavicencio, ante el Cristo de Bojayá nos dijo. “Colombia, abre tu corazón de Pueblo de Dios, déjate reconciliar… No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios y renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”. Qué bueno fuera que lo escucháramos todos y pusiéramos en práctica su llamado a la paz.

Finalmente, un dato que pocos medios destacaron. El Papa Francisco, nuevamente estuvo en Colombia. En efecto, puesto que según las normas internacionales y los artículos 17 y 21 de la Convención Internacional sobre Aviación Civil de 1944, los aviones tienen la nacionalidad del país en el que fueron registrados, es decir, hacen parte del territorio del país que representan con su bandera, al viajar el Papa Francisco en una aerolínea que tenía la bandera colombiana, durante su trayecto, y hasta que no descienda de él, estuvo en territorio colombiano. Qué alegría y que honor.

Cali, 3 de febrero de 2019

*Obispo Auxiliar de Cali

Fuente Conferencia Episcopal de Colombia

 

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