Victor G Ricardo
Por: Víctor G Ricardo*.- No alcanzan los calificativos para rechazar y repudiar el espantoso atentado perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) contra la escuela de cadetes General Santander de la Policia Nacional en Bogotá. Es allí donde se forman y preparan los hombres y mujeres que honrable y valientemente decidieron dedicar sus vidas al servicio de la seguridad de los colombianos. En otras palabras, es el centro de educación o universidad de la institución policial.
 
Ese atentado, en el que resultaron muertos 21 ciudadanos y cerca de 70 heridos, arrugó el corazón de los colombianos y limitó las posibilidades de una salida política al conflicto armado con ese movimiento alzado en armas. Quienes realizan actos terroristas, son como los define esta palabra “terroristas” y es así, sino peor, como deben ser llamados. Sus dirigentes no entendieron que si no acababan sus acciones armadas y cesaban de ir contra las normas del Estado de Derecho, mediante el secuestro, el boleteo, los asaltos armados y los atentados, las puertas al diálogo se cerrarían. El peor atentado fue contra la paz de los colombianos y los avances que se hubieran podido dar.
 
Un atentado que además va contra Colombia, un país que se vendió al mundo como uno interesante para la inversión y el turismo. Esto fue un atentado contra la posibilidad de construir una paz de todos los colombianos en medio de la solución del conflicto armado de manera que el desarrollo vaya llegando a todas las regiones del país y así construir equidad y acercar las posibilidades de unas mejores condiciones de vida a los lugares más apartados del territorio nacional.
Ahora, todos debemos respaldar a nuestras instituciones para que los alzados en armas sean capturados y castigados tal como lo ordena nuestra estructura jurídica y velar porque haya pronta y adecuada justicia. Claro está, no debemos olvidar que la accion contra los corruptos debe continuar y mostrar con prontitud resultados y hechos como el sucedido y que tiene entristecido a todo un país.
 
Esperemos que no nos quedemos esperando y que con estas tragedias queden de lado también la sanción que debe darse a los innumerables hechos de corrupción que se han presentado en Colombia, empezando con casos como el de Odebrech, Reficar o el de miembros de la justicia y denominado el cartel de la Toga, para no referirme a tantas otras. 
 
Ojalá que muy pronto los grupos alzados en armas tomen conciencia y declaren su decisión de terminar con el secuestro, liberen los secuestrados, declaren un cese al fuego y podamos todos sentir que están dadas las condiciones para que, dentro de una política de Estado, logremos la terminación real del conflicto armado y podamos construir la paz que debe ser para todos los colombianos. Y hablando de Cuba, quien actuaba de país anfitrión de los diálogos de paz que el gobierno pasado había abierto con los señores del ELN debe cuidarse el cumplimiento de la palabra y solicitar la expulsión de los guerrilleros allá presentes.
 
Bogotá, D. C, 212 de enero de 2019
*Excomisionado de Paz

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