Gabriel Ortíz

Por Gabriel Ortíz*.-“Me siento moralmente impedido para ser senador”, sentenció con mucha fuerza e hidalguía el expresidente Uribe, cuando la Corte Suprema de Justicia lo citó a indagatoria por soborno y fraude procesal. Tras seis eternos días dio marcha atrás y ordenó al presidente del Senado retener “sin considerar mi carta de renuncia. Por razones de honor nunca ha estado en mi mente que la CSJ deje de conocer el caso para el cual me citan a indagatoria”.

Previa a esta determinación, había convocado la “corte de rionegro”, en su flamante finca privada para analizar lo que la Corte Suprema de Justicia había ordenado: ¡indagatoria!

Lo más granado y “Granados” de la defensa penal en Colombia se reunió en tan airoso concierto, durante el cual se debía calificar, clasificar y pontificar sobre la decisión de la CSJ. Salieron a relucir muchos alias: tusos, manoleches, caliches, Hamilton, el viejo, chaparrudo y tantos representantes del bajo mundo, el paramilitarismo y el hampa, que se encuentran referidos en el proceso.

Al final de la reunión de la “corte de rionegro”, se conocieron los epítetos, adjetivos, descalificaciones y agravios contra la justicia colombiana. Según ellos, todas las actuaciones de la justicia obedecen a persecuciones políticas.

El “injuriado” expresidente descalificó a tal punto a la Corte Suprema, que recusó a los tres Magistrados encargados de su negocio. No se escapó ninguno. Inclusive consideró que uno de ellos, es indigno para juzgarlo, porque cuando estudiaban, era amigo de un contrincante de Uribe.

Los abogados hicieron coro a las acusaciones del expresidente, para descalificar una vez más a la justicia colombiana. “Muchos miembros de la rama son corruptos, venales, indeseables para la sociedad”.

El hasta ese momento renunciado Senador, actuó como lo ha hecho a lo largo de los ocho años del mandato de quien dicen sus áulicos, fue un traidor. Durante los cuales torpedeó, saboteó, descreditó y calumnió aquí y allá cuanto se hacía en Colombia, sin importarle las consecuencias. Hipnotizó malignamente a los compatriotas de aquí y del exterior a través de falsas noticias, mensajes maléficos en las redes, foros y conferencias.

Esto puede sucederle a Duque, joven figura que puede constituirse en el respiro que esta patria espera, necesita y reclama para salir de la polarización y de la dependencia de quien consideran, algunos, “el político más importante del siglo XXI”.

Afortunadamente no hay mal que dure cien años. Hay una Corte Suprema de Justicia que sin lugar a dudas actuará con la ecuanimidad y absolverá o condenará al doctor Uribe, actuando con toda rectitud.

En buena hora el expresidente, como persona de bien, resolvió retirar su renuncia, someterse al veredicto que como lo advierte, “por razones de honor, nunca ha estado en mi mente que la Corte Suprema deje de conocer el caso para el cual me citan a indagatoria”. Excelente decisión.

BLANCO: La legalidad de los títulos académicos del alcalde Peñalosa.

NEGRO: El torpedo que algunos uribistas aplicaron al nombramiento de embajador a Rodrigo Rivera. ¿Empezó el revanchismo?

Bogotá, D.C, 3 de agosto de 2018.

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*Periodista y exdirector del Noticiero Nacional y Radio Super.

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