Amylkar Acosta

Por Amylkar Acosta.- “Conocí también las retroexcavadoras que cargaron de lodo y mercurio las aguas cristalinas y cargadas de peces hoy envenenados en los ríos Yanacué, el Bogue, el Támara y el Ité”: Padre Francisco de Roux.

A partir del día 16 de julio, queda terminantemente prohibido el uso del mercurio en a actividad minera en Colombia, en cumplimiento del artículo 4 de la Ley 1658 de 2013, conocida como la Ley del Mercurio y el Decreto 2133 de 2016, que así lo dispuso. Con base en esta normatividad  se estableció el Plan Único Nacional de Mercurio con el fin de articular el accionar de siete ministerios para su implementación, al tiempo que  se establecieron mecanismos de control así a la importación como a la comercialización del mercurio, a través de un Registro único, al igual que los productos que lo contengan. El propósito era uno sólo eliminar paulatinamente su utilización hasta erradicarlo. Lo propio deberá darse en la industria que lo utiliza en sus procesos productivos para fabricar baterías, bombillas eléctricas, equipos electrónicos, tales como monitores LCD, así como instrumental que se utiliza tanto para los procedimientos médicos como odontológicos, a partir del 2023.

El mercurio es una sustancia química tóxica, líquido como el agua y brillante como la plata, supremamente nociva para la salud y dañina para el medio ambiente, afecta los pulmones de quienes están expuestos a su inhalación al evaporarse mientras se manipula, liberándolo y causando estragos neurológicos a quienes consumen pescado contaminado con mercurio, el cual se transforma por bacterias en metil-mercurio en el lecho de los ríos y quebradas. De hecho, según cifras oficiales, entre los años 2007 y 2011 se registraron 666 casos graves de intoxicación a causa del mercurio, de los cuales 511 en Antioquia. Por ello el mercurio es catalogado por  la Organización Mundial de la Salud como uno de los diez productos químicos más críticos para la salud pública. Y no es para menos, dado que su afectación se extiende a toda la cadena trófica (peces, fauna, flora y seres humanos) y a toda la cadena alimentaria, de especie en especie, con un impacto devastador. La mayor afectación recae sobre las mujeres embarazadas, lactantes y la niñez, pues provoca malformación del feto, así como trastornos irreversibles a temprana edad.

En Colombia se utiliza el mercurio fundamentalmente en la extracción del oro, ya sea de veta o de aluvión y sirve para separar el Oro de la escoria. No deja de ser curioso el hecho de que el mercurio (Hg) es vecino del oro en la tabla periódica. En las principales regiones mineras (Antioquia, Nariño, y Chocó) se concentran las mayores emisiones de este letal mineral, con 318 puntos identificados. Esta es parte de las malas prácticas de la extracción ilícita de los minerales en Colombia, que no es menor si tenemos en cuenta que para el 2017 de una producción de 41.06 toneladas, equivalentes a 1’349.000 onzas de oro troy, solo el 19.93 % de ellas provino de explotaciones formales. De allí la preocupación en el sentido que con la entrada en vigor dispuesta por la norma legal, esta sólo se aplique únicamente a la minería formal, mientras la extracción ilícita de los minerales continúe fuera del radar de las autoridades y por ello mismo fuera de control. También se utiliza para la aleación del oro con otros metales y por muchos años se empleó en la odontología para las amalgamas, para las famosas calzas en la dentadura, práctica esta que se abandonó por razones de salud.

Colombia llegó a ocupar el primer lugar en Latinoamérica y el segundo en el mundo, después de China, en el uso del mercurio (180 toneladas/año). Con la fiebre del oro que despertó la escalada alcista de su cotización en los mercados internacionales, pasando de US $260 la onza en marzo de 2001 a US $1.739 en 2011, se acrecentó la actividad para extraerlo a como diera lugar. Según cifras del IDEAM, en el sólo año 2014 se arrojaron a las fuentes hídricas, ríos y sus afluentes, quebradas, contaminando el agua y el suelo, alrededor de 200 toneladas.

El efecto inmediato de esta medida será el cierre a la importación legal de 95 toneladas/año, aproximadamente, que ya se había reducido a sólo 5 toneladas/año, según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS), pero se teme que la entrada de contrabando a través de la frontera del mercurio al país siga desenfrenada. Según el experto en el sector minero Mauricio Cabrera “lo que ha sucedido es que el mercurio proveniente del mercado negro se ha encarecido. Antes un kilo costaba $150 mil y este momento está bordeando los $800 mil”. Como corolario, la contundencia de la Ley en la proscripción del empleo del mercurio en Colombia dependerá de la eficacia con que se combata a las estructuras criminales ligadas a la actividad extractiva depredadora y del éxito de los programas de formalización y reconversión de la pequeña minería, tradicional y ancestral, que pulula en el país, las cuales se procuran el letal elemento con el remoquete de “azogue”, para utilizarlo en sus rudimentarios procesos.

La mayor reticencia para el cumplimiento de la Ley ha sido que la prohibición de la importación y uso del mercurio puede significar la parálisis de la actividad minera, así como la pérdida de empleos e ingresos. Pero, está demostrado que sin mercurio también hay paraíso. Hace rato, desde la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, se han venido planteando métodos alternativos de separación y atrapamiento del oro, amigables con el medio ambiente, mediante técnicas gravitacionales, las cuales incluso permiten mejorar la eficiencia de la extracción, pasando de un 45 por ciento de recuperación del precioso metal (con mercurio) a un mínimo de 95 por ciento. Según Óscar Jaime Restrepo, docente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, “esa técnica limpia, basada en la utilización de la densidad del oro como propiedad, se basa en la separación usando la gravedad. Procesos gravitacionales. También hay flotación”. Restrepo aseguró, además, que “mediante estas técnicas los mineros van a conseguir más oro y no van a contaminar el ambiente. Asimismo, indicó que con la socialización de ese tipo de técnicas gravitacionales se ha logrado reducir el uso del mercurio”.

Además del imperativo de la Ley, Colombia es signataria del Convenio de Minamata, cobijado por Naciones Unidas, suscrito en octubre de 2013 en Japón y ratificado por el Congreso de la República, mediante 1892 del 11 de mayo de 2018, la cual sigue pendiente del pronunciamiento de la Corte Constitucional, por tratarse de la ratificación de un Convenio internacional. Se espera que para el 19 de noviembre, cuando tendrá lugar la segunda Conferencia de las Partes se haya surtido dicho trámite con el fin de que Colombia pueda participar en la misma con voz y voto tanto en las negociaciones como en las determinaciones que se habrán de tomar tendientes a su reglamentación e implementación. Al suscribirlo el país adquirió el compromiso con la comunidad internacional de “proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones antropógenas de mercurio y sus compuestos”. Como lo manifestó el titular del MADS Luis Gilberto Murillo, “el país supera las exigencias internacionales del Convenio de Minamata sobre Mercurio, que no estableció una fecha de erradicación del uso de este elemento en la minería a nivel mundial”. Esta, por lo demás, es una muestra palmaria del compromiso y adhesión de Colombia con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).

Sólo con la aplicación de medidas tan drásticas como las que ha tomado Colombia, de prohibir su uso en la minería y el tráfico ilegal del mercurio,  se podrán evitar mayores estragos de los que ya ha causado el uso y el abuso del mercurio y sus secuelas. Ahora lo que sigue es que el Gobierno se proponga y lo logre erradicar la extracción ilícita de minerales, a las que están vinculados grupos armados al margen de la ley, que tienen en esta actividad una de sus principales fuentes de financiamiento.

Concomitantemente se debe proseguir con los programas que buscan su erradicación voluntaria, de la mano de los pequeños mineros, sus cooperativas y de los consejos comunitarios, tal como se va venido avanzando en Antioquia. En agosto de 2017 fue expedida la Ordenanza número 24 que propende por las buenas prácticas en la actividad aurífera mediante el fortalecimiento institucional, gestión del conocimiento e investigación aplicada, gestión para el cambio y, lo que es más importante, la educación y sensibilización de las comunidades. El Plan Andes Cero Mercurio, aupado por el Municipio de Andes y la Universidad de Antioquia a través de un Convenio para erradicar el uso del mercurio en la minería ha servido de piloto. Participan de él 110 mineros, todos ellos reciben además de la capacitación el financiamiento para que accedan a usar tecnologías para una minería amigable con el medio ambiente. Ha sido tan exitoso que ninguna de las 12 plantas artesanales que operan en el municipio de Andes se usa mercurio en este momento. Este es un ejemplo digno de imitar.

Bogotá, D. C, 31 de julio de 2018

*Exministro de Minas y Energía de Colombia

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