Gabriel Ortiz

Por Gabriel Ortiz*.-Intereses insospechados han aplazado por años una solución definitiva al transporte colectivo de la capital de la República. Quienes planificaron el desarrollo de la ciudad que fundó Jiménez de Quesada, la dotaron desde principios del siglo pasado, de un transporte moderno para esa época, con los famosos taxis rojos, tranvías y buses en los que se cedía los asientos a damas y adultos mayores.

Después del ‘Bogotazo’ se organizó una empresa con modernos buses llamados municipales y un servicio de trolebuses eléctricos, en los cuales se movilizaba cómodamente la ciudadanía. Pero llegaron la politiquería y la corrupción, de las que se aprovecharon ciertos negociantes para diezmar la ejemplar organización municipal. Políticos, sindicatos y negociantes se valieron de las más funestas triquiñuelas para introducir el caos actual. Se ofrecían prebendas a choferes y directivos para que impidieran el correcto funcionamiento de los vehículos, mientras ciertas autoridades del Distrito y del gobierno central, inventaron las ‘licencias’ de funcionamiento para privatizar el transporte público. Desde entonces aparecieron el desorden, la anarquía la vorágine y el lucro de los corruptos.

Se pensó en remplazar el añorado tranvía con un metro, como esos que ya tenían Buenos Aires y otras ciudades de la talla de Bogotá. Pero tras cada proyecto aparecían el billete y la politiquería.

Esa la razón para que hoy, después de tanto tiempo, estemos pensando si es mejor construir grandes calzadas que entregamos gratuitamente a particulares para que las exploten con pesadas e ineficientes moles rodantes que, perezosamente ruedan, destruyendo pésimos pavimentos edificados sobre rellenos fluidos. A esta mala copia de transporte se le acomoda el eternamente diferido metro, que ni aterriza, ni toma altura, para saber si al fin será subterráneo o aéreo.

Inexplicablemente se alarga y se extiende el caótico Transmilenio, que ha costado muchas veces más que un metro. Se piensa siempre en la solución más lucrativa para quienes la adopten. Poco o nada importa la salud de millones de personas que cada vez respiran más veneno. Nadie sabe cuál será la nueva inyección de aire insano que le dispararán a los bogotanos, porque no se ha pensado en un transporte manejado con energía limpia. Se están licitando sistemas que destruyan pulmones. En Bogotá, como en Medellín hay barriadas y sectores en donde a diario mueren niños por enfermedades respiratorias.

Los bi o multi articulados en los que se está pensando envenenan el ambiente. Como las fábricas, no los han podido vender en Europa, por nocivos y asesinos ambientales, seguramente rodarán por nuestras calles.

Esa es la radiografía del sistema de transporte que quieren mantener en Bogotá, a pesar de que tanto Santos, presidente saliente, como Duque mandatario entrante, han ofrecido financiar el verdadero Metro de Bogotá.

Al parecer hay muchos intereses que dilatan y dilatarán soluciones, mientras los capitalinos se asfixian y sus pulmones estallan…

BLANCO: Barranquilla se lucirá con los juegos deportivos que hoy se inician.

NEGRO: Los niños y los rusos tienen a Trump en jaque.

Bogotá, D.C, 20 de julio de 2018.-

*Periodista. Exdirector del Noticiero Nacional. Colombia

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Comments powered by CComment