Por Mauricio Cabrera.-En lo corrido del año el precio del dólar ha caído de forma acelerada. La revaluación del peso llegó a ser del 10% a mediados del mes pasado y, aunque se ha recuperado un poco, Colombia ha vuelto a ser el campeón mundial en materia de revaluación. La explicación general que se ha dado es la subida del precio del petróleo.

La correlación entre petróleo y tasa de cambio es válida para explicar las tendencias de largo plazo, pues en la medida en que ingresan más dólares por las exportaciones de hidrocarburos cae el precio de la divisa. Sin embargo este año hay otros factores a tener en cuenta.

Desde principios del siglo los hidrocarburos han ganado protagonismo en el comercio exterior colombiano, llegando a representar hasta las dos terceras partes de nuestras exportaciones. Aún hoy, cuando quedó atrás el pico de la bonanza, representan un poco más de la mitad de las ventas al exterior.

No es de extrañar que en el período 2002-2018 el coeficiente de correlación entre el precio del petróleo y la tasa de cambio haya sido muy alto (84%), lo cual es la causa inmediata de la funesta enfermedad holandesa. Cuando la tasa de cambio sube por factores externos como el precio internacional de una exportación, los demás sectores productivos salen perjudicados porque se abaratan las importaciones y se reciben menos pesos por las demás exportaciones.

Sin embargo, aunque el precio del petróleo ha subido 11% en este año, hay hechos que indicarían que la revaluación del mismo período tiene otras causas. El primero es que, a pesar del aumento del valor de las exportaciones de hidrocarburos, el monto efectivo de dólares que han entrado por este concepto es muy bajo.

Según las cifras de la balanza cambiaria del Banrepública, hasta el 20 de Abril los ingresos de divisas por petróleo solo habían sido 51 millones de dólares, un monto demasiado bajo para generar una presión bajista en el precio del dólar.

Lo que ha aumentado significativamente son los ingresos de capitales golondrina, es decir los capitales extranjeros que vienen al país a hacer inversiones de corto plazo, en TES, bonos o acciones, y que en cualquier momento pueden decidir volver a salir creando una delicada situación de vulnerabilidad.

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