Por Mauricio Cabrera Galvis.- La declaración del Fiscal de que “habrían” entrado dineros de Odebrecht a la gerencia de la campaña de Santos en el 2014 generó uno de esos fenómenos mediáticos típicos de la era de la posverdad: la opinión pública convirtió en un hecho real e indiscutible que esos dineros sí entraron, y por anticipado condenaron a los implicados, sin siquiera esperar a los resultados de las investigaciones de la justicia.

La pregunta relevante es por la veracidad de las declaraciones del excongresista Otto Bula, según las cuales él entrego a Andrés Giraldo, amigo de Roberto Prieto, gerente de la campaña de Santos, un millón de dólares en efectivo y en dos entregas de 500.000 dólares, ambas en un restaurante de un hotel en la calle 85 en el norte de Bogotá.

Sin pretender sustituir a la Fiscalía, existe una prueba elemental para determinar la veracidad de esas acusaciones: se trata de comprobar las condiciones de modo necesarias para entregar tales cantidades de dinero en efectivo.

Está demostrado que la entrega se hizo en pesos colombianos. Según la Fiscalía, “el señor Otto Bula tramitó durante el año 2014 dos giros hacia Colombia, que fueron monetizados en su momento, por la suma total de 1 millón de dólares…”. Ese año, esta suma equivalía a $2.000 millones, y cada una de las supuestas entregas fue por $1.000 millones.

Entonces, cabe preguntarse, ¿cuánto espacio ocupan $1.000 millones en billetes? ¿Cuánto pesan? ¿Qué tipo de maletas se necesita para transportarlos?

En las bolsas en que los bancos transportan el efectivo caben unos 8.000 billetes. Si son de $50.000 serían unos $400 millones por bolsa, y si son de $20.000 serían $160 millones. Como estas bolsas son unos 12 cm más grandes que un maletín de los que permiten llevar en la cabina de un avión, se puede estimar que en uno de esos maletines cabrían, en el mejor de los casos, unos $350 millones.

Si fuera cierta la entrega del dinero, el señor Bula ha debido entrar al restaurante por lo menos con tres maletines, y no hubiera pasado desapercibido.

Antes de dar por ciertas acusaciones temerarias y divulgarlas al mundo entero, la justicia debería por lo menos verificar hechos simples como el mencionado. Además, los bancos tienen la obligación de reportar las operaciones en efectivo superiores a $10 millones, de manera que resulta fácil identificar si alguien retiró esa cantidad de dinero. Pero en la era de la posverdad, parece que los hechos no importan.

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