Por Jorge Gómez.- Tomado de El Espectador.-Aún permanecen claras en la retina las imágenes de la más multitudinaria marcha que ha habido en la historia de Colombia, el 4 de febrero de 2008, cuando ríos humanos colmaron las principales ciudades del país exigiendo a grito herido “No más FARC”, en apoyo al gobierno de Álvaro Uribe que con fiereza las combatía.

Fui uno de los que salió a marchar, indignado por la ‘forma de lucha’ que practicaban, la de secuestrar civiles para forzar a un Intercambio Humanitario consistente en trocar a su rehenes por guerrilleros presos. Ese fue el mayor error que las FARC cometieron en su accionar subversivo, pues con el trato inhumano que les dieron a sus cautivos mandaron a la bancarrota su proyecto político. Al final, fueron ellos los que se vieron forzados a sentarse con Juan Manuel Santos a hablar de paz.

Ocho años después de esa marcha la situación se invierte, y con el mismo cariz trágico-dramático. Si hemos de creerle al genial caricaturista Matador, “Álvaro Uribe y su pandilla secuestraron literalmente a la paloma de la paz. Teníamos un proceso y ya no está. Estamos en un limbo, en una incertidumbre, en una encrucijada, y veníamos de un sueño”. (Ver entrevista a Matador y ver paz secuestrada).

Si hace ocho años el sueño era liberar a Íngrid Betancourt, a los once diputados del Valle y a centenares más, ese sueño se transformó en la pesadilla que comenzó el domingo 2 de octubre, cuando el rencor del hombre urbano que ve la guerra por televisión le ganó la partida al perdón del campesino víctima del conflicto. Absurdo, a más no poder.

Pesadilla también para el incisivo columnista Adolfo Zableh, quien comenzó a ver la trama política como un filme de terror, coincidente con el Halloween: Uribe “parece uno de esos asesinos de películas que tiene amarrada a su víctima y la víctima somos nosotros. Podremos suplicar, llorar, tratar de hacerlo entrar en razón, que no va a servir”. (Ver columna).

 

Y para no permitir que se cerrara el telón de lo macabro, así se expresó Daniel Samper Ospina: “desde hace dos semanas en Colombia todo sucede al revés: el estamento pide guerra y la guerrilla pide paz; Pacho Santos ofrece declaraciones que brillan por su sensatez; el presidente no logra hacer la paz, pero obtiene el Nobel; los uribistas que antes pedían acelerar el proceso, ahora piden calma para renegociarlo; y el gobierno, que se tomó años en sacarlo adelante, ahora exige celeridad”. (Ver columna).

Es bien llamativo que Matador, Zableh y Samper Ospina, tres personas talentosas y divertidas que desde sus respectivas tribunas de opinión ponen a pensar al país, hayan coincidido en mostrar el mismo panorama terrorífico, espantoso, sobrecogedor. Si no fuera porque lo expresan desde las trincheras del humor, no daría espacio para la risa sino para la desazón y el crujir de dientes. Estamos ante una situación muy delicada, y parece que la única salida para impedir que nos roben la paz es la movilización popular. En tal dirección son reconfortantes las marchas que han comenzado a gestarse, sobre todo entre la juventud y el estamento universitario, pero no es suficiente.

Luego del vuelco de 180 grados que desde aquel domingo aciago tiene a Colombia en semejante atolladero, está haciendo falta la contramarcha que nos permita pasar del ‘No más FARC’ al ‘No más Uribe’. Qué bueno sería entonces para la salud democrática de nuestra nación si pudiéramos juntar en el sitio más concurrido de cada pueblo y ciudad de Colombia a los que quieren cantarle al senador Álvaro Uribe “toda la hartura, todo el fastidio, todo el horror que almacenan nuestras odres” cada vez que sabemos de la última triquiñuela que se inventó para seguir haciendo invivible la República. Si ayer la zozobra o el pánico colectivo lo causaban las FARC, hoy lo producen con la misma o mayor intensidad este exmandatario y su dañino combo.

En días pasados acogí entusiasta en mi página de Facebook la iniciativa que alguien, no sé quién, lanzó de organizar una marcha para decir No más Uribe. De puro desocupado se me ocurrió compartirla también en el grupo ‘Un millón de voces por la paz’, con casi 15.000 miembros, y fui el primer sorprendido al ver la acogida que tuvo y la posibilidad real de cuajar esta original protesta, no con el ánimo de fomentar el odio contra un individuo en particular, como dijo alguna voz respetable de la izquierda, sino con el loable y altruista propósito de contribuir a remover el más grande obstáculo que hoy presenta el camino de la paz.

Cuando estábamos a milímetros de darles cristiana sepultura a las FARC e incorporarlas sin armas a la vida política, se presenta este confuso avatar donde ni los promotores del NO sabían que iban a ganar. Ellos tampoco creían en los engaños que con confesa mendacidad y en estrecha complicidad con centenares de pastores evangélicos inventaron para confundir al electorado. Esto es tan cierto que varios miembros del Centro Democrático tienen demandado el plebiscito, y después de haberlo ganado quisieron echar las demandas atrás pero no pudieron, y la única luz al final del túnel estaría en que la Corte Constitucional o el Consejo de Estado desde el lado de la juridicidad les dieran la razón a los demandantes…

Pero vamos al grano, como dijo el dermatólogo: hay alguien dedicado a ensuciar el agua donde todos nos bañamos, para que no se note lo sucio que él está. en busca de alcanzar este objetivo necesita desmontar la Jurisdicción Especial de Paz (JEP) y su táctica consiste en dilatar, prolongar, estirar, armar el caos de aquí a 2018, para luego aparecer como el salvador con su candidato a la presidencia.

Ante tan alarmante, agobiante, deprimente y aberrante situación urge poner la escoba detrás de la puerta y exigir, o si fuera el caso implorar: Señor expresidente Uribe, permítanos por favor disfrutar de la paz con la que están de acuerdo la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Comunidad Europea, los gobiernos de EE UU, China y Rusia, el Comité Noruego del Nobel de Paz, el Dalai Lama y hasta el mismísimo Papa Francisco. No más, señor Uribe, ¡deje a Colombia en paz!

Si la memoria no me falla, la marcha está anunciada para el 2 de Diciembre.

 

DE REMATE: Al presidente Nicolás Maduro hoy le pasa lo mismo que al expresidente Uribe: está subido sobre un tigre del que si se baja, el tigre se lo come.

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