Por Iván Diaz Mateus.-En el diario intercambio de ideas, opiniones e inquietudes sobre los acontecimientos nacionales con líderes y simpatizantes de nuestro Partido, hemos escuchado de manera reiterada esta pregunta: ¿Frente a la convocatoria del plebiscito sobre los acuerdos con las Farc, que debemos hacer los Conservadores?

Lo primero que tendríamos que decir es que los Conservadores somos amigos de la paz, no en vano nuestros máximos exponentes en los últimos tiempos los presidentes Belisario Betancourt y Andrés Pastrana arriesgaron todo su capital político buscando una solución negociada. Belisario logró una tregua y a través de la Comisión de Paz adelantó esfuerzos que no resultaron en nada, y Pastrana se la jugó con el despeje de cinco Municipios solicitados por las FARC, tuvo que soportar el desplante de Marulanda que dejó la silla vacía en el Caguán, y no consiguió un final afortunado. Los dos sufrieron despiadadas críticas y pagaron un alto costo por sus intentos a pesar de su buena fe.

Indudablemente los Conservadores nos inclinamos por el orden y nos llama la atención un estado fuerte, que ejerza la autoridad con legitimidad y coherencia. La aplicación de la Ley para defender el derecho propio y los ajenos nos identifica de manera fiel, a veces nos cuesta trabajo ver que se conceden beneficios o ventajas a quienes la han infringido, por el motivo que sea, y somos proclives a considerar una claudicación en cualquier acuerdo que ceda en justicia, propiedad, derechos políticos, etc. Más nuestra formación católica no nos aleja del perdón y la tolerancia, y nuestro sentido humanista nos hace creer en la posibilidad de una nación libre y democrática regida sólo por la libertad y el respeto a los demás, un país sin violencia como medio de imponer nuestras convicciones.

Contrario a los que muchos piensan la defensa a ultranza de la familia como núcleo esencial de la sociedad no es un capricho anticuado ni una actitud homofóbica, sino una forma de acentuar en la necesidad de que esa familia sea el pilar de la educación, el progreso y la formación de hombres de bien. Solo nos oponemos a toda conducta o circunstancia que atente contra esos postulados. La misma convicción nos hace pensar en los niños y jóvenes en la guerra, las viudas y huérfanos que esta causa, y el desmembramiento que el secuestro, el asesinato, el desplazamiento, acarrean sobre el núcleo familiar. Todo ello, desde el punto de vista conservador, no es algo conveniente ni mucho menos propio del mundo civilizado.

El respeto a la propiedad ha sido uno de los bastiones ideológicos del conservatismo, más no vemos con buenos ojos la acumulación ilimitada de bienes en cabeza de una sola persona o un grupo determinado de personas. La hemos defendido basados en la certeza de que el hombre y la mujer derivan de ella, sea pequeña o grande, la tranquilidad de proveerse lo que dignamente es necesario para llevar una vida decorosa sin que la necesidad les imponga humillaciones. Así, nos agrada la función social de la riqueza y que a través de la intervención del estado se distribuyan sus beneficios. Reivindicar la importancia de una oportunidad económica para todos no es un asunto esencialmente comunista o socialista, es también conservador, solo que preferimos que se lleve a cabo en paz y sin que “el fin justifique los medios”.

En próxima oportunidad queremos referirnos a otros aspectos de nuestra ideología, los interrogantes del proceso de paz, la sustancia de los acuerdos, y el pronunciamiento de la Corte Constitucional. Gracias a la generosidad de nuestro director, desde este espacio esperamos contribuir al debate sobre lo que debemos hacer los Conservadores.

Twitter: @idiazmateus

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