Por Giovanni Décola"La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad, que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la república". Simón Bolívar.

Me resisto a creer  ese adagio popular  que en Colombia hace años ha tomado carrera: “la justicia es para los de ruana”. Nada más peligroso que eso, para dar al traste con nuestro Estado Social de Derecho. Si los ricos tienen patente para delinquir, tonto será el pueblo que no tome  justicia por sus propias manos.

Increíble el fallo del Tribunal de Bogotá, que se lavó las manos como Poncio Pilatos en el juicio de Luis Andrés Colmenares: "Sí hubo asesinato, pero el sindicado es inocente".

No se necesita ser un erudito en la ciencia del derecho penal, para armar el rompecabezas de un vil asesinato. Ésta es mi lectura. Será verdad, será ficción? Veamos:

Una joven heredera de una gran fortuna, resentida con su exnovio de familia adinerada, al que aún ama, le sigue  el juego a un admirador, cuya familia es de clase media, para despertar los celos de su verdadero amor. El muchacho de clase media se cree el cuento de  que es el novio de la niña rica, desconociendo que ella solo lo usa como instrumento, y ante la falta de verdadera entrega de parte de ésta,  le hace duros reclamos que pasan al insulto, en fiesta de Halloween.

El  ricachón “aprovecha” las circunstancias y se ofrece como salvador, y la historia ya es conocida… Una fuerte golpiza propinada a más de dos manos, pone fin a la vida del humilde muchacho.

La joven enamorada del agresor, hace con él y con su amiga, un pacto de silencio, con el fin de que todos queden a salvo. Desaparecen los videos de las cámaras de seguridad del sector, llaman a los bomberos y al llegar no encuentran el cadáver y  la joven finge un desmayo, cual bruja del 71. El finado aparece al día siguiente; la autopsia es manipulada; comprometedoras llamadas de los familiares de los sospechosos ponen en alerta a las autoridades judiciales; otros amigos que conocieron de la escena del crimen, huyen de inmediato, inclusive, algunos hasta fuera del país.

En la Fiscalía al parecer, desvían la investigación, funcionarios se acusan entre sí; testigos falsos alimentan la tragicomedia, cambios de fiscales del caso, alimentan el morbo…

Si bien es cierto, no aparece la prueba reina del homicidio que incrimine al niño rico y sus dos o más secuaces; existen tantos indicios en contra de ellos, que no creo que sean inocentes. En la escuela de derecho aprendí lo que se denomina la prueba indiciaria, que nos enseña que ante la sumatoria de indicios relacionados y conexos examinados de manera integral, nos conducen a una conclusión inexorable sobre los responsables de una conducta delictiva. No sé si los Magistrados, no quieran recordar su paso por la escuela, pues no saben quiénes son los responsables, solo saben que fue un asesinato…Descubrieron que el agua moja.

La joven rica, volvió hace rato con su novio y reafirman su pacto de amor y silencio. La justicia  absolvió al novio, le impondrá un cargo menor a la novia, para disfrazar el asalto a la justicia. Demandarán al Estado y se volverán más ricos de lo que son.

La familia de Colmenares,  que antes confiaba en Dios y la Justicia, ya no cree ni en lo uno ni en lo otro: perdieron la fe y el dinero. Sólo creen en su propia justicia…

Yo sigo creyendo en que la justicia brillará...Pronto vendrá!!!

Y si la justicia no viene…será una vergüenza que cargará por lustros nuestro sistema judicial. De eso, líbranos señor!!!

Comments powered by CComment