Por Rodrigo Villalba.-Como en Colombia nos acostumbramos a vivir alrededor de la zozobra que genera la violencia, somos escépticos cuando se habla de reconciliación, y aparecen las teorías de no poderse hacer concesiones en los procesos de negociación, lo cual riñe con el Derecho Internacional Humanitario. A pesar de ese pesimismo colectivo, la opinión pública es pendular y cuando ve hechos de paz, le pone fe al proceso, como ocurre actualmente al observar avances nunca antes vistos, tino y responsabilidad en la conducción del mismo por el presidente Santos, unidad de mando en el grupo guerrillero y treguas unilaterales de éstos, que han llenado de tranquilidad a vastos sectores de la geografía patria.

He escuchado en las últimas semanas dos propuestas de las FARC muy razonables: una frente al empresariado, donde proponen nueva ley PAEZ para que fluya la inversión nacional e internacional en las zonas atrasadas por el conflicto. Y que "para transitar de la guerra a la vida civil es necesario se pacte un número de curules en el Congreso...", lo que no sería nuevo, el EPL y Renovación Socialista por Decreto consiguieron unos cupos en la Cámara por 4 años. Darles similar tratamiento es necesario y conveniente para que participen en los desarrollos del Acuerdo de la Habana, descartando la constituyente o el congresito, que todos saben cómo comienza pero no como termina. La negociación es política. Los norteamericanos frente al proceso de paz del Salvador, decían que es mejor cambiar "balas por votos" y muchos colombianos decimos que es preferible tener a "Timochenco" en el Congreso que en el monte.

Conviene unas curules por Decreto mientras se consolidan como partido político para que en el siguiente puedan ir libremente a elecciones, evitando un doble riesgo; que en el corto plazo la insurgencia haga proselitismo electoral todavía con influencia intimidante en ciertas zonas o que la "mano negra" repita la historia de la UP. Ambas circunstancias atentarían el buen suceso del posconflicto.

Buen ejemplo, uno de los mejores congresistas es Navarro Wolf, comandante guerrillero, pactó la paz, fue Ministro; elegido Alcalde, Gobernador, Representante y senador, brilla con luz propia por su ponderación, productividad legislativa, liderazgo, es respetado y respetable.

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