Por Amylkar Acosta M.-James Carville, asesor de campaña del ex presidente de EEUU Bill Clinton en 1992 cuando este se enfrentaba sin éxito a Bush padre, le dio un giro a la campaña con su frase “es la economía, estúpido”, al conectar a Clinton con el elector, catapultándolo desde la Gobernación de Arkansas a la Casa blanca. Traemos a colación este episodio para referirnos a la patética situación por la que atraviesa la economía venezolana, estragada por cuenta de los desatinos de la política. No se equivó el gran hacendista colombiano Esteban Jaramillo cuando dijo “dadme una buena política y os daré una buena economía”.

Y este es el caso de Venezuela, en donde su petrolizada economía está a punto de la implosión. Por más que se trate de encubrir su crisis valiéndose de cortinas de humo como la supuesta “guerra económica” que le han declarado desde el exterior, son los fundamentales de la economía los que están fallando. Ya lo había advertido premonitoriamente el visionario pensador venezolano Arturo Úslar Pietri cuando dijo en 1936 que por esa vía Venezuela se convertiría en “un inmenso parásito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora y abocado a una catástrofe inminente e inevitable”. 

Bien dijo Buffet, que cuando baja la marea se sabe quien estaba nadando desnudo y la caída de los precios del crudo ha puesto en aprieto a la economía y las finanzas de Venezuela, que depende en un 96% de las exportaciones de petróleo. No obstante tener las mayores reservas de petróleo del mundo, a duras penas produce 2.7 millones de barriles/día y exporta 2.3 millones. Y lo que es peor, aunque parezca increíble, al tiempo que exporta también importa, tanto crudo como combustibles. 

Buena parte de su producción ya está comprometida con China, con quien tiene contraída una abultada deuda, la cual sirve exportándole crudo y con este le paga también sus crecientes importaciones de manufacturas. De allí el descuadre en sus finanzas públicas, sobre todo porque cada dólar que cae el precio del barril de petróleo Venezuela deja de recibir US $700 millones, lo cual se agrava con la caída de sus exportaciones de crudo. Además el subsidio a la gasolina le cuesta anualmente a Venezuela la bicoca de US $12.500 millones, que sumado al resto de subsidios absorbe caso el 50% del Presupuesto. Ello explica el enorme déficit fiscal que arrastra, del 14% el año anterior y que se proyecta este año  por parte del FMI en 20%.

Y de contera se ha producido una caída vertical de las reservas internacionales desde los US $22.070 millones a comienzos de 2015 hasta, según el Banco Central de Venezuela, los US $16.527 millones, para una caída del 25.1%. Y ello pese a los préstamos recibidos desde China, que han elevado la deuda bruta hasta el 46% del PIB (¡!). Esta escasez de divisas, aunada al férreo control cambiario impuesto por las autoridades desde 2003, que han dispuesto un sistema de cambios múltiples, ha causado un desbarajuste total. 

Para completar “este cuadro amenazador” del que habló Úslar Pietri hablemos de la profunda estanflación en que está sumida la economía venezolana, que se contrajo el - 4% el año anterior y ahora tanto el FMI como el Banco Mundial coinciden en su proyección de un decrecimiento del PIB este año del -7%. Las políticas de control de precios, de intervención del mercado, de las expropiaciones sin fórmula de juicio, han estrangulado al sector productivo, a tal punto que en sólo tres años, entre 2012 y 2015 la tasa de inversión en Venezuela se desplomó 11 puntos porcentuales del PIB al pasar del 27% al 16% del mismo. Adicionalmente ha conducido a la escasez, al acaparamiento y al desabastecimiento, exacerbado por el llamado “bachaqueo”, incentivado por la economía del rebusque. 

Queda evidenciado, entonces, que si la economía venezolana está a punto de colapsar no es por una “guerra económica” no declarada desde el exterior, sino por el fracaso de un modelo económico desastroso. Pero, de lo que sí puede estar seguro el Presidente Maduro es que sus problemas internos no los va a poder resolver atrabiliariamente buscando en Colombia chivos expiatorios para tratar de solucionar su propia crisis, la que tiene su mayor catalizador en la debacle de la economía venezolana, considerada como “la peor manejada del mundo” según la revista británica The Economist. 

Bogotá, septiembre 6 de 2015

www.amylkaracosta.net

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