Por Redacción Ecos. Foto: Ecos Media. La última semana Venezuela fue escenario de un juego macabro con la opinión pública mundial, con los ciudadanos venezolanos y las instituciones democráticas.

Un Tribunal Supremo de Justicia elegido un día antes de la investidura de la actual y legítima Asamblea Nacional, sin credenciales académicas y profesionales, exigidas para tal misión y militantes del partido oficial, emite dos sentencias que retiraban las facultades inherentes a la Asamblea Nacional, con mayoría opositora e incluso la inmunidad parlamentaria de los congresistas.

Esta acción judicial produjo una reacción internacional fuerte e inmediata. Gracias a las redes sociales y la inmediatez del internet, se globalizó un rechazo absoluto al denominado Autogolpe, incluso entre los aliados internacionales y regionales del Chavismo. Como nunca antes, ya había una perspectiva global de la dictadura roja en Venezuela.

Esta estrategia mereció una respuesta también temprana de la OEA, a través de su Secretario General Luis Almagro, sobre la gravedad del hecho y la perdida de la separación de poderes, como elemento primigenio de una Democracia.

Ante la contundente reacción internacional, aparece un personaje casi invisible en Venezuela, la Fiscal General Luisa Ortega Díaz, militante asérrima del Chavismo Duro, para declarar que las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia, evidencian una violación del orden constitucional y desconocen el modelo de estado consagrado en la Constitución.

“Sentencias constituyen una ruptura del orden constitucional (...) Llamamos a la reflexión para que se tomen caminos democráticos, respetando las diferencias”, expresó durante el balance de la gestión del Ministerio Público de 2017.

Luego de éste evento, Maduro aparece en la escena y dice que no sabía nada. Ni sabia de las sentencias, ni sabía de la posición del Ministerio Público. Todos sabemos que el no lee, pero como jefe de estado podría ver el noticiero.

Ante esto y luego de ilustrarse, Maduro expresó que “Todas las controversias deben resolverse por la vía del diálogo, no con decisiones extremas. Las controversias no pueden llevar a consecuencias extremas de destrucción. Como Jefe de Estado asumo la tarea de resolver hoy mismo el impasse que ha surgido entre el Ministerio Público y el TSJ“, dijo luego de señalar que desconocía sobre las decisiones de ambas instituciones”.

Y convocó un Consejo de Defensa Nacional, basado en el artículo 323 de la Constitución, para dirimir el “impasse” surgido entre el Poder Judicial y la Fiscalía General de la República, parte del Poder Ciudadano. Luego se reúne con la Fiscal en Miraflores con los operadores políticos del Chavismo.

Inmediatamente, los Magistrados del Tribunal Supremo atienden el exhorto del Consejo de Defensa Nacional y corrigieron las sentencias, en lo referente a la inmunidad de los parlamentarios y las competencias del órgano legislador.

Claro ésta que este juego macabro ha generado todo tipo de suspicacias en Venezuela. Pero se puede observar algunos puntos interesantes: 1) El Autogolpe no fue exitoso para el Régimen, porque perdió la imagen internacional de democracia popular perseguida.  2) Segundo, se globalizó la total Dependencia de los Poderes Públicos en Venezuela, no sólo por las inconstitucionales sentencias del TSJ, sino por la corrección inmediata. 3) Aun cuando se piensa que todo lo sucedido es un teatro chavista, la intervención de la Fiscal Díaz puede mostrar que no existe la cohesión roja que sostenía el Liderazgo de Chávez y existe una fractura real del Chavismo. 4) Se evidenció la necesidad de salir de los opositores para lograr la alianza con el Petrolera Rosnef sin pasar por el control de la Asamblea y 5) La Oposición Venezolana está fraccionada y fue incapaz de capitalizar un evento tan poderosamente mediático como éste. Julio Borges, actual Presidente de la Asamblea Nacional,  pasó a la historia como el único capaz de presentar no sólo su descontento como legislador, sino el impacto de estas decisiones casi solo en el patio del Palacio Legislativo.

El país seguirá en una crisis terrible. Pero la Administración sigue siendo el gobierno más débil,  desorganizado y mediocre de la historia repúblicana de Venezuela.

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