En la reciente primera visita de estado al Reino Unido, la Reina Isabel II, aparte de pasear en calesa con el Nobel Colombiano de la Paz y actual Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, le invitó a una exposición de objetos colombianos en el Palacio de Buckingham que la Corona atesora.
La ya anciana monarca inglesa le enseñó orgullosa los objetos colombianos, hoy parte del patrimonio de la Corona Inglesa, señalando que los más antiguos habían sido regalado a su tataratía Isabel I por Sir Francis Drake, en sus viajes diplomáticos a Las Indias.
Y el mandatario colombiano, muy gentil le expresó: Yes, my Lady, Drake los adquirió en Cartagena de Indias, en sus vacaciones de verano. Había llegado la noche del 19 de febrero de 1586 y pasó 6 semanas en la Heroica. “Y crea que le fue muy bien”, mi señora.
Para los ingleses y sobre todo sus monarcas, Drake fue un navegante, un corsario y vicealmirante de la Marina Real inglesa y se lo honró como héroe, siendo nombrado caballero por la Reina Isabel I, quien lo patrocinó, en recompensa por sus servicios a la corona inglesa.
Y en la realidad, Francis Drake fue un pirata, invasor, comerciante de esclavos y saqueador, aparte de uno de los pioneros del secuestro. En el caso específico de Colombia, Drake desembarco en Cartagena con 1200 hombres, asaltando la ciudad y secuestrándola por seis semanas y pidiendo 107 mil ducados de rescate.
Presionó a las autoridades refugiadas en Turbaco para recibir el rescate de la ciudad, quemando por lo menos 200 casas y tumbando a cañonazos una nave de la Catedral, que estaba aún en construcción.
El 1 de marzo, habiendo tenido pocas bajas durante los enfrentamientos con los españoles e indígenas en Cartagena, pero diezmados por la fiebre amarilla, zarparon de Cartagena con la intención de regresar a Inglaterra.
Drake se llevó joyas, las campanas de la ciudad y piezas de artillería.