Con una insólita sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que faculta a los que ostente varias nacionalidades y una sea la venezolana a postularse y tener cargos públicos, se saltan a la ligera y sin permiso lo establecido en el artículo 41 de la Carta Magna.

Y esto no es para que el Chino Chang del Restaurant Oriental, que es más venezolano que la Reina Pepeada o el Pabellón con barandas, sea edil o para que otros ilustres y preparados inmigrantes, que viven y han construido familias en Venezuela, puedan dar lo mejor por el país.

Esta sentencia silenciosa es para solucionar el mayor problema de Nicolás Maduro, aparte de sus palpables carencias y limitaciones, su binacionalidad.

Así es que Nicolás, a diferencia de lo que decía el difunto Cabral, “es de aquí y es de allá”.  

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