Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Digital Science.- El advenimiento de lo “Digital” ha generado infinitas reacciones. Pero su poderosa propuesta de innovación y desarrollo ha producido contundentes cambios en todas las dimensiones del mundo. Desde las industrias musicales, los medios de comunicación y hasta las empresas agropecuarias han experimentado, de manera fundamental, la influencia del mundo digital.

Y existen incontables razones para mirar y explorar con interés el importante aporte de la revolución digital a los procesos humanos, en término de aprendizaje, visualización de procesos y datos, analítica y soluciones de medición, predicción de eventos y optimización de resultados.

Afrontar el reto de lo digital es cambiar un paradigma, no es una cuestión de uso de máquinas, programas o procesos. Es adaptar la realidad de las organizaciones a un cambio cualitativo de condiciones, para generar efectividad y productividad crecientes en los productos y servicios.

Digitalizar los activos de empresas, organizaciones y personas es un reto paradigmático y el mayor desafío de los años futuros. En 10 años, la mayor parte de las actividades relacionadas con compañías y consumidores tendrán un componente digital crítico. Una definición clara de los objetivos de cada persona y organización en digital, es el requisito fundamental para tener éxito.

La transición a la tecnología digital ha creado nuevas oportunidades, en la medida en que se busca formas innovadoras para enriquecer la vida de la gente y las comunidades, a través de los productos (materiales e inmateriales), servicios y otros negocios.

Lo digital es para la gente una experiencia cómoda, divertida, rápida, fácil, productiva e interactiva, seis cualidades que definen un perfil definido de consumidor y unos requisitos de abordaje.

De hecho, lo digital ha hecho que todos los procesos sean accesibles, próximos e inmediatos. Por ello, la transición digital ya es una necesidad y un requerimiento para la acción personal y organizacional.

El rol de los Estados en América Latina, en particular, es clave en la transición digital como estrategia de desarrollo, ya que de no tomar acciones a la velocidad que requiere el cambio en el entorno digital, se pueden frenar las transformaciones digitales de la región, que tal vez sean la única opción que se tiene para superar la crisis global.

Hay que construir una hoja de ruta que promueva desde la alfabetización informática de los empleados del sector público hasta las estrategias digitales de seguimiento, control y evaluación de la gestión y el uso de los Big Data para la creación de uno de los activos digitales más preciados, la Data Social de los países, que harán que la toma de decisiones gubernamental sea la más cercana a la realidad de los ciudadanos.

En este sentido, la afirmación del experto español Enrique Dans es visionaria, cuando expresa que “es fundamental que el estado tome una actitud constructiva, que abandone actitudes derrotistas centradas en “los terribles peligros” de la tecnología, y sobre todo, que nunca, en ningún caso y bajo ningún concepto intente proteger lo tradicional”.

Se requiere superar un sistema mixto, donde coexisten mentalidades y usos no digitales, junto a infraestructura, herramientas y formatos digitales. Se tiene que protagonizar una transformación que parta de la actitud ante el cambio y la innovación.

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