Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Ecos Media.- Miles de manifestantes han vuelto a salir a las calles en distintas ciudades, a lo largo y ancho de EE.UU., para mostrar su inconformidad con el Presidente electo Donald Trump, a quien consideran una amenaza para los DD.HH. y civiles.

 

Desde que se conoció la victoria de Donald Trump en las elecciones norteamericanas, aumentan las manifestaciones y protestas. Primero, de manera esporádica y, ahora, ya organizadas por distintas asociaciones.

 

Se han realizado marchas en ciudades como Nueva York, Los Ángeles y Chicago, donde los organizadores esperan continuar con las congregaciones, que durante toda la semana, han reunido a detractores del magnate inmobiliario, que ganó las elecciones el pasado 8 de noviembre.

 

Entre las proclamas más repetidas se oyen frases como "no es mi presidente", en el discurrir de la marcha por la Quinta Avenida de Nueva York, al paso de la Torre Trump, el emblemático rascacielos que el presidente electo posee en Manhattan.

 

"Estamos horrorizados de que el país haya elegido a una persona tan poco cualificada, tan racista y misógina en una campaña llena de odio", le dijo a la Agencia Reuters, Mary Florin-McBride, una jubilada de 62 años que porta un cartel en el que se puede leer: "Fuera el fascismo de América".

 

Varios miles de manifestantes se han congregado en las marchas de Chicago y Los Ángeles, en los que se podían observar carteles con eslóganes cercanos al movimiento contra la violencia racial "Black Lives Matter", al tiempo que algunos de los manifestantes ondeaban banderas estadounidenses, mexicanas y la bandera arco iris, que se identifica con el colectivo LGTB.

 

"Tengo miedo de que rechace la igualdad en el matrimonio", afirmó  Alex Seedman, un residente de Los Ángeles de 25 años de edad: "soy gay y tengo muchos amigos que son negros o latinos y temen por sus vidas", expresó con énfasis el joven.

 

En algunas ciudades varias personas han sido arrestadas por provocar altercados durante las manifestaciones, que han transcurrido de manera pacífica prácticamente en todo el país. Los mayores problemas siguen en Portland, Oregón, donde el pasado viernes un hombre resultó herido de bala.

 

Este fin de semana se han repetido los altercados, aunque en esta ocasión, sin armas de fuego. Decenas de personas han sido detenidas.

 

Trump reacciona

 

Donald Trump reaccionó lanzando un mensaje en su cuenta de Twitter y cuestionando la legitimidad de las protestas: “tuve una elección presidencial muy abierta y exitosa. Ahora los manifestantes profesionales, incitados por los medios de comunicación, están protestando. ¡Muy injusto!”

 

Pero ahí no quedó el comentario del Presidente electo, nueve horas  después envió otro twit, donde moderó sus opiniones y, quizá asesorado por su equipo, lanzó un mensaje más políticamente correcto, aunque cargado de ironía: “Me encanta el hecho grupitos de manifestantes anoche demostrasen pasión por nuestro gran país. ¡Todos estaremos unidos y orgullosos!

 

Las protestas y el colegio electoral

 

No es sorprendente que sea en California, en donde las movilizaciones populares en contra de Trump sean más multitudinarias y continuas, por su diversidad etnográfica. New York también lo es, pero, a diferencia de California, no están tan integrados sociopolíticamente. 

 

Y por ende, junto a otros estados diversos y con poblaciones demográficamente grandes, la protesta comenzará a manifestarse, ya que Trump ganó por menos votos, como Bush en el 2000. 

 

En EE.UU no se realizan elecciones populares, porque no se vota masivamente. Y los defensores del colegio electoral dicen que sería una pesadilla el escrutinio.

 

Las arcaicas normas electorales de EE.UU. han impedido, en los últimos 16 años, que dos candidatos demócratas (Al Gore y Hillary Clinton) sean elegidos, pese a haber recibido mayor número de votos en todo el país.

 

Los Demócratas perdieron con una reliquia histórica el poder y, aparte de la utilización del mercadeo sociodemográfico, el sistema electoral anciano y decadente de los colegios, cómo está concebido, “siempre inclinará la balanza a favor de los votantes rurales/conservadores/“blancos”/viejos… una concesión a los esclavistas”, como lo expresó la escritora Joyce Carol Oates, en un twit luego de las elecciones.

 

El Colegio Electoral viola el principio democrático de una persona=un voto, y distorsiona la campaña presidencial, como medio de promoción de un proyecto político de país, al incitar que los candidatos solo se enfoquen en un número relativamente pequeño de estados.

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