Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Ecos Media. El Voto Hispano se ha tornado en uno de los factores políticos decisivos en la elección del nuevo Presidente de los EE.UU.

Desde la perspectiva de los candidatos, se ha observado una valoración distinta a esta ya populosa población. De ser un “gigante dormido”, un sector demográfico con deficientes parámetros de participación política, a constituirse en un porcentaje decisivo para definir las Elecciones Presidenciales No. 58  a celebrarse el 8 de noviembre.

Demográficamente, 28.5 millones de latinoamericanos viven en los EE.UU. y se prevé que el electorado latino, la población con derecho al voto, asciende a 23.7 millones de personas, según estimaciones del Pew Research Center. Luego de los afroamericanos, que constituyen el 12.4% de la población que vota, se ubican los electores latinos, con el 11.9%.

A diferencia de otras contiendas electorales, la campaña presidencial se ha caracterizado por la movilización de temas o isues políticos, que han involucrado decisivamente a la población latina y, que afectan su supervivencia como inmigrantes y ciudadanos.

Este es uno de los elementos que podrían romper con la acostumbrada abstención de los latinos. Sólo el 46% de los latinos votó en las elecciones del 2012, según el PRC, porque el trato a los asuntos inherentes a esta comunidad se trató sin tocar su status.

Desde el inicio de la campaña, el candidato republicano Donald Trump utilizó el discurso alarmista y xenófogo de la descalificación a los mexicanos, en particular, incluso con imprecisiones sobre el flujo migratorio. También utilizó, para captar a los públicos ultraconservadores y anglosajones, la promesa de la construcción de un muro en la frontera con México, entre otras muchas incongruencias.

Este enfoque pudo haber generado un impacto negativo en la población electoral latina, sobre todo en aquellos estados que, como Arizona, Nevada o Nuevo México, son claves para los sufragios, ya que tienen un alto porcentaje de población latina y se encuentran constituidos por la segunda y tercera generación de inmigrantes.

Como bien lo dijo el periodista Andrés Oppenheimer los latinos salvarán a los EE.UU. de Trump. Esta afirmación, como la de Jorge Ramos, el comentarista de noticias de Univisión, “la nueva regla en la política estadounidense es que nadie puede llegar a la Casa Blanca sin el voto hispano”, evidencian un cambio cualitativo, no sólo en la percepción de la población electora latina, sino del peso de este grupo demográfico, en término de participación.

Uno de los aspectos más interesantes que han arrojado las últimas encuestas realizadas sobre el Voto Latino, aparte de favorecer a la candidata demócrata, Hillary Clinton, es el grado de independencia del elector latino para participar en decisiones sobre su destino.

De hecho, es impresionante como se conciben en términos políticos: algunos se estiman demócratas, otros republicanos, pero apareció una autopercepción que hay que estimar a futuro, se perciben como independientes.

Esta tendencia puede dibujar cambios políticos a posteriori. Y romper con el poderoso bipartidismo de EE.UU., porque una coalición entre grupos demográficos en ascenso demográfico, puede generar nuevas formaciones políticas y legítimas opciones para aspirar al poder.

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